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A mano desarmada

Los atracos son apenas uno de los 13 delitos que más afectan a las entidades financieras del país.

1 de noviembre de 1993

No salen en las primeras páginas de los periódicos, no los cometen hombres enmascarados, y muy rara vez dejan heridos. Pero sumados, les representan a los bancos y demás entidades del sector pérdidas muy superiores a las causadas por los atracos a mano armada. Delitos como la alteración y falsificación de cheques, las estafas en ahorros y cuentas corrientes, las estafas con tarjetas de crédito y débito, los fraudes internos, los peculados y la falsificación de documentos -entre otros- le han costado al sistema financiero más de 17.000 millones de pesos en los últimos tres años. En atracos, ha perdido 13.000 millones.
Los "otros delitos" no son más costosos simplemente porque sean más -que en realidad lo son- sino porque en muchas ocasiones sus valores promedio superan con creces al de los del "hurto calificado", que es la definición técnica del atraco. Hasta 1991 la Asociación Bancaria de Colombia manejaba una estadística que, además de la cuantía de los siniestros que sufrían las entidades, incluía el número total de casos y el promedio por cada uno de ellos. En ese año se cometieron en el país 476 delitos en contra del sistema financiero, de los cuales 194 fueron atracos, siendo, de lejos, el delito individual de mayor ocurrencia. Pero el promedio de éstos últimos, de 13 millones de pesos, fue ampliamente superado por los fraudes internos, cada uno de los cuales le costó 25 millones de pesos al sector.
En los últimos dos años, las estadísticas se limitan a la cuantía de los siniestros. Es difícil decir, por eso, si se ha mantenido la tendencia. Pero todo parece indicar que sí. Un informe reciente de SEMANA sobre los asaltos a las entidades bancarias mostraba, con base en informaciones suministradas por la Policía, que el valor promedio de los atracos cometidos en el último año en el país era de 10 millones de pesos. Y a pesar del inusitado aumento de este último delito -el informe registraba 294 asaltos en lo que va corrido del presente año en la sola ciudad de Bogota- su porcentaje en el total de los siniestros sufridos por las entidades bancarias seguía siendo el mismo de los años anteriores. Entre enero y marzo de 1993 el sector perdió 3.900 millones de pesos, de los cuales tan sólo 1.400 correspondían a los atracos.
EL QUE MENOS CORRE...
Las modalidades delictivas que afectan a las entidades financieras son múltiples. Pero hay una docena de ellas -ver cuadro- que explica por lo menos el 95 por ciento de las pérdidas que sufren por ese concepto. Muchas son realizadas por personas ajenas a la institución afectada, como sucede en la gran mayoría de los casos de defraudación por estafa, o aún en el caso de las falsificaciones. Pero no pocas son producto de la acción dolosa de sus propios empleados, como el fraude interno, que va desde la venta de la información confidencial que manejan las entidades hasta la apropiación indebida de muebles y enseres.
Las autoridades consideran que este último es uno de los más graves problemas a que se ven enfrentadas las instituciones financieras del país. Pero lo cierto es que con excepción de los atracos, que siempre se llevan el primer lugar no existe ninguna regularidad en cuanto a la prevalencia de las modalidades delictivas que afectan al sector. En 1991, por ejemplo, el fraude interno fue la segunda modalidad más costosa. En 1992 ya estaba en un segundo plano. Y en los primeros meses de este año estaba muy por debajo de renglones como la estafa en ahorros, la falsificación de cheques, los peculados por apropiación el y el hurto simple (ver cuadro).
En esos cambios tiene mucho que ver la modernización de las entidades del sector, que ha permitido el surgimiento de controles que antes no existían. Pero esa misma modernización ha dado campo a nuevas formas delincuenciales, que aun cuando todavía no se manifiestan con fuerza en el país, pueden ocupar un primerísimo lugar en los años por venir. Como le dijo un funcionario a SEMANA, "en la medida en que las entidades entran en la era de la sistematización, dejan muchas ventanas abiertas para la delincuencia financiera, y, aunque en nuestro medio no se manifiestan con mucha frecuencia los delitos a través del sistema, ya empiezan a incursionar los estafadores en el fraude informático". Todo lo cual quiere decir que al sector lo acechan riesgos mucho más graves que una pistola. Y que a pesar de los grandes avances que han hecho, el reto que tienen todavía en materia de seguridad es bastante grande.