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S E C T O R I A L

Matrimonio de acero

Con la fusión de dos siderúrgicas y los planes de montar una planta gigantesca en la Costa Caribe, el sector mejora sus perspectivas.

12 de febrero de 2001

El año que comienza será de grandes movidas en la industria siderúrgica. La venta de Simesa el 27 de diciembre pasado le dio un nuevo aire a este sector, que empieza a recuperarse después de la crisis y tiene ahora mejores perspectivas. Además en 2001 podría concretarse el proyecto de construcción de una enorme siderúrgica en la Costa Atlántica. Se trata de un negocio sin precedentes por su tamaño que le cambiaría la cara a la producción de acero en el país. La recesión golpeó a las principales empresas de este sector, que son Simesa —que pertenecía al Banco de Colombia—, Sideboyacá —de propiedad del grupo Mayagüez en asocio con inversionistas extranjeros— y Paz del Río, que sigue tratando de sobrevivir. Durante décadas esta industria había estado muy protegida y con la apertura se hizo evidente su rezago en competitividad. Los problemas se agudizaron más adelante, cuando se paralizó el sector de la construcción, que era un importante consumidor de acero. Las ventas cayeron y los resultados negativos no se hicieron esperar: en 1999, a pesar de que Simesa dio utilidades, las tres empresas en su conjunto perdieron más de 17.000 millones de pesos. En 2000 las cosas mejoraron. Las ventas del sector aumentaron cerca de 16 por ciento gracias a la devaluación, que estimuló las exportaciones, y a las compras de acero destinadas a las obras públicas de Bogotá. Fue sin duda un respiro importante que, sin embargo, no bastaba para fortalecer la industria y hacerla viable en el largo plazo. Uno de los principales problemas de las siderúrgicas colombianas seguía siendo su tamaño. En su conjunto éstas producen cerca de 800.000 toneladas de acero anualmente. Es decir, apenas el 0,1 por ciento de los 750 millones de toneladas que se fabrican en el mundo. Ningún jugador tenía una escala comparable a la de los principales competidores internacionales. Y en esta industria el tamaño es una de las claves del éxito. Un experto en el tema afirma que, por razones tecnológicas, la producción mínima que debe tener una siderúrgica para lograr una competitividad y una rentabilidad adecuadas es de 500.000 toneladas. Por esta razón la fusión entre Simesa y Sideboyacá se empezó a considerar como una opción atractiva. La unión de estas dos empresas tenía además otra ventaja. Dado que el acero es un producto pesado y por lo tanto costoso de transportar, una reorganización de la producción en las plantas localizadas en diferentes regiones ofrecía la posibilidad de grandes ahorros en costos de transporte y distribución. Más aún, cada una de las plantas se podría especializar en la fabricación de diferentes tipos de acero. Las negociaciones tendientes a unir las empresas se iniciaron el año pasado y después de varios meses se acordó la adquisición de Simesa por parte de Sideboyacá. Una vez recibido el visto bueno de la Superintendencia de Industria y Comercio —en una carta de un párrafo, sin ninguna objeción— el negocio se concretó mediante una oferta pública de adquisición de acciones por 25.000 millones de pesos, que se llevó a cabo hace dos semanas. Como resultado la corporación financiera Colcorp —filial del Banco de Colombia— vendió sus acciones y el grupo empresarial antioqueño se desprendió de una inversión que no era estratégica para el conglomerado. Así el sector siderúrgico empieza el nuevo año con pie derecho. La adquisición permitirá unas economías de escala que redundarán en una mayor competitividad. Las exportaciones y la tasa de cambio seguramente contribuirán a mejorar los resultados mientras se encuentra una solución definitiva para el estancamiento de la construcción. “Ahora el principal reto es fortalecer la cadena productiva en su conjunto —incluyendo todos productos derivados del acero— mediante un acuerdo de competitividad que se firmará en febrero”, afirma Juan Manuel Les-mes, director ejecutivo de la Cámara Fedemetal de la Andi. A largo plazo hay perspectivas aun mejores. Hace un mes se presentó el estudio de prefactibilidad de un proyecto para construir una nueva siderúrgica en Colombia. Pero no se trata de un negocio cualquiera: sería el proyecto industrial más grande que se haya realizado en el país en la historia. La compañía brasileña Vale do Rio 12 —una de las mineras más grandes del mundo— está pensando en la Costa Atlántica colombiana como uno de los posibles lugares para construir una nueva planta siderúrgica. Esta sería gigantesca desde cualquier punto de vista. Sólo en su primera etapa produciría al año cerca de dos millones de toneladas de acero (ciento por ciento para exportación). Es decir, más del doble de la producción nacional actual. El norte colombiano tiene una ubicación estratégica, no sólo por la cercanía con los mercados mundiales sino por la disponibilidad de grandes cantidades de gas y energía eléctrica. Además se podría establecer un provechoso intercambio en el que se traerían desde Brasil barcos con mineral de hierro que sería procesado en la planta y se enviarían de vuelta con carbón para las termoeléctricas de ese país. Industriales de ambas naciones, así como los respectivos gobiernos, han impulsado el proyecto, que en la primera fase traería inversiones por 1.000 millones de dólares —el proyecto de inversión extranjera directa más grande que se haya conocido en el país—. El impacto sobre el empleo y el desarrollo económico sería considerable. Sin embargo por ahora es tan sólo un proyecto que, en caso de hacerse realidad, tardaría varios años. Aún falta por garantizar algunos puntos importantes, como el suministro de los insumos y la promesa de compra de los clientes. En todo caso Colombia va adelantado en los estudios y tiene buenas posibilidades de entrar a las grandes ligas de la siderurgia mundial.