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SECTOR FINANCIERO

Matrimonio por conveniencia

La fusión de las superintendencias Bancaria y de Valores es un paso necesario, pero, por sí solo, no garantiza una mejor supervisión.

6 de febrero de 2005

SE APROXIMA OTRA FUSIÓN en el sistema financiero colombiano. Esta vez no se trata de una pareja de bancos o comisionistas de bolsa sino de las entidades del gobierno encargadas de vigilarlos. El Ministerio de Hacienda alista los detalles para que, a finales de 2005, las superintendencias Bancaria y de Valores se conviertan en un solo megasupervisor, cuya mirada se extendería a todas las actividades de los mercados financieros. Y como en cualquier matrimonio, las intenciones son buenas pero sus resultados, inciertos.

Lo que está en juego con la fusión de las superintendencias va mucho más allá de la suerte de dos entidades públicas que emplean en conjunto a casi 1.000 funcionarios y gastan cerca de 90.000 millones de pesos al año. Implica, sobre todo, un cambio profundo en la forma de velar porque el ahorro de todos los colombianos sea bien manejado, detectar a los infractores y sancionarlos.

Para el gobierno, el nacimiento de una sola superintendencia va en esa dirección. Así lo recomendó un estudio realizado por Jeffrey Carmichael, reconocido asesor en temas de supervisión financiera, que concluye que "Colombia es un caso clásico para la unificación". El desarrollo del mercado financiero en el país ha hecho que, con el tiempo, la división de funciones entre la Superbancaria y la Supervalores sea más un obstáculo que una ventaja.

En primer lugar, señala el estudio, tres grandes conglomerados financieros (Grupo Aval, Grupo Empresarial Antioqueño y Bbva) tienen más de la tercera parte de los activos del sector y sus negocios abarcan desde bancos, fiduciarias y fondos de pensiones -vigilados por la Superbancaria- hasta comisionistas de bolsa -vigilados por la Supervalores-. El hecho de que cada supervisor se encargue de una parte de estos grupos no permite evaluarlos en su totalidad. Las autoridades de vigilancia ni siquiera tienen información consolidada de estos conglomerados.

Además, hoy las entidades financieras operan sin las barreras que existían en el pasado entre sus distintos negocios. Los bancos, por ejemplo, además de su tradicional función de captar y prestar dinero, son jugadores fuertes en el mercado de deuda pública. Por eso no tiene sentido que cada una de las actividades de los bancos tenga un supervisor distinto.

En segundo lugar, la fusión busca eliminar lo que los expertos llaman "arbitrajes regulatorios", es decir, las diferencias en las reglas de juego para un mismo negocio. Un caso típico es el de los fondos que administran los comisionistas de bolsa, bajo el radar de la Supervalores, y los fondos que manejan las fiduciarias, a cargo de la Superbancaria. Los primeros tienen restricciones que no tienen los segundos, aunque en la práctica compitan por los mismos clientes. En materia de sanciones, el trato de cada entidad también es diferente. Mientras la Superbancaria puede imponer multas de hasta 600 millones de pesos, el límite de la Supervalores es de 45 millones.

En tercer lugar están los ahorros que puedan lograrse con la fusión. Al compartir techo, sistemas y otras actividades administrativas, se liberarían recursos que podrían destinarse a mejorar la supervisión.

Aunque los banqueros y comisionistas de bolsa consultados por SEMANA coinciden con el gobierno en la conveniencia de fusionar las superintendencias, el proyecto no deja de despertar dudas. La más grande es si con la fusión la 'policía' de las entidades financieras va a ser más eficiente. Las demoras en sancionar irregularidades o la falta de capacidad técnica de algunos funcionarios son quejas frecuentes que, según reconoce el gobierno, no se solucionarían por el sólo hecho de integrar las superintendencias. La tarea es más difícil. La fusión crearía una entidad capaz de inspeccionar todas las actividades financieras sin importar si es un banco o un comisionista el que las desarrolla. Pero no por abarcar más, la nueva entidad va ser necesariamente mejor. Eso estará en manos de quienes la manejen.