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METROS CUADRADOS

El que quiera metro, que lo pague, es la consigna del gobierno.

2 de octubre de 1989

Pague ahora y viaje después. Ese lema, que en turismo funciona exactamente al contrario, es el que está ensayando el gobierno nacional para ver si ahora sí se logra una decisión definitiva sobre el lío de los metros de Bogotá y Medellín. Porque la verdad es que, de seguir las cosas como están, el sueño del sistema de transporte masivo en las dos ciudades más grandes del país seguirá limitado a ser nada más que un sueño.

Como es de suponer, el problema más grave es el de Medellín debido a que el proyecto ya se inició y a que no existe el dinero para terminarlo. Como sucede en la mayoría de las grandes obras que se hacen en el país, la construcción del metro ha sido un decálogo de errores en el cual se han presentado los errores y las fallas de planeación de costumbre. Como consecuencia, se estima que el costo total del metro paisa estará cercano a los 1.400 millones de dólares, cerca del doble de la suma presupuestada inicialmente. Cuando este ya esté terminado el dolor de cabeza continuará, pues los cálculos indican que lo recaudado por tarifas--así la ocupación sea la más alta posible--no será suficiente para cubrir los costos de operación y especialmente la carga financiera.

En consecuencia, el ministro de Hacienda presentó un proyecto de ley la semana pasada en el cual se estipula que todo proyecto de transporte masivo que se emprenda en el país debe ser financiado parcialmente por la comunidad que lo va a utilizar. En particular, se propone una sobretasa al precio de la gasolina, la cual llegaría a ser del 40% del precio al público a partir del tercer año de la firma del contrato de construcción. Adicionalmente, se propone un impuesto de valorización en la zona de influencia del metro. En el caso de Medellín, se estima que se recaudarían casi 1.400 millones de dólares por ambos conceptos, a lo largo de la próxima década.

Si eso no es así, el gobierno considera que el sistema de transporte masivo para el Valle de Aburrá no tendría viabilidad práctica. Tal como están las cosas, es indispensable una solución de tipo financiero o la obra se demorará todavía más, algo que es injustificable, sobre todo en términos internacionales. Basta recordar que un verdadero macro-proyecto, como es el túnel bajo el Canal de la Mancha, se va a demorar dos años menos que el metro de Medellín.

Si otras ciudades no han aprendido la lección, el proyecto de ley también contempla la ampliación del cupo de endeudamiento externo de la nación en caso de contratos de financiación de sistemas de transporte masivo. En particular, se tiene en cuenta la posible construcción del metro de Bogotá, una idea que cuenta con muchos enemigos. Por el momento, la capital está ensayando con el sistema sólo-bus y, si este funciona, habrá demostrado que un metro no es la solución más práctica que existe, y ciertamente que no es la más barata.