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MONTAÑA RUSA

Después de las presiones devaluacionistas del primer semestre las perspectivas de la tasa de cambio no son nada alentadoras.

30 de septiembre de 1996

Para nadie es un secreto que cada día trae su afán. Lo que resulta sorprendente es que con el paso de los días los afanes de la gente cambien radicalmente, sobre todo si se trata de un tema tan sensible como la tasa de cambio. En el mes de mayo los observadores apostaban acerca de la cantidad de reservas internacionales que perdería el Banco de la República en su defensa de la banda cambiaria antes de permitir una devaluación del peso, que en ese momento parecía inevitable. En tan sólo un par de meses se volteó la torta. En los últimos días varios voceros del sector privado, especialmente de los exportadores y los caficultores, han puesto el grito en el cielo porque la revaluación los está reventando. ¿A qué se deben semejantes vaivenes? La respuesta es que la crisis política se le ha estado atravesando caprichosamente a la lógica económica. Desde cuando se conocieron los hallazgos de Cusiana y Cupiagua todos los analistas coincidieron en que el país tenía que estar preparado para enfrentar serias presiones revaluacionistas, generadas por los nuevos ingresos de divisas petroleras. En ese entonces la certeza de los especialistas era tan grande que los esfuerzos se concentraban en identificar las políticas necesarias para minimizar los costos de una enfermedad holandesa, que es como los conocedores denominan una situación en la que buena parte de la economía se marchita por la revaluación generada por una bonanza exportadora. Pero el año pasado saltó el elefante y la incertidumbre política puso a mucha gente a pensar que lo mejor que podía hacer era sacar su plata del país, lo que generó una inusitada demanda de divisas. Así, durante buena parte del segundo semestre el Banco de la República tuvo que vender dólares para evitar que el precio de la divisa se saliera de la banda cambiaria. Después de una breve tregua a finales de 1995 las presiones devaluacionistas volvieron a hacer que la tasa de cambio se pegara al techo de la banda durante el primer semestre de este año. Sin embargo la preclusión del proceso contra el presidente Samper en la Cámara de Representantes disipó en parte la incertidumbre política e hizo que desde la segunda semana de junio la tasa de cambio se cayera. Si a eso se agrega el que la inflación este año va a estar por encima de la meta oficial, hoy son pocos los que dudan que el país está abocado a una seria revaluación real. (ver gráfico) Lo que muchos no se explican es por qué la tasa de cambio está cayendo ahora si las exportaciones petroleras se dispararán sólo a partir del año entrante. Las razones parecen ser múltiples. Por un lado, el gobierno ha empezado a traer recursos crediticios del exterior para financiar el déficit fiscal, lo cual ha aumentado la disponibilidad de dólares en el país. En igual sentido ha operado un mayor endeudamiento del sector privado en el exterior como reacción a las altas tasas de interés domésticas. A estas circunstancias se sumará en los próximos meses la entrada de los recursos provenientes de la venta de Cementos Samper y parte del Banco Ganadero. Pero lo peor es que para el año entrante las perspectivas no son mejores, pues a este conjunto de factores se sumarán las mayores exportaciones petroleras (ver recuadro). Ante esta situación, el presidente de la Asociación Nacional de Exportadores, Jorge Ramírez Ocampo, ha pedido al Banco de la República que modifique hacia arriba la banda cambiaria. Sin embargo la autoridad monetaria no parece estar muy dispuesta a hacerlo. Según dijo a SEMANA Hernando José Gómez, codirector del Banco de la República, "una medida como esa sería una locura macroeconómica. Si se eleva la banda cambiaria sin que cambien las condiciones del mercado, el Banco terminaría comprando divisas para permitir que el gobierno pueda seguir endeudándose y gastando más". En igual sentido el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, afirmó que "si bien he hecho algunas propuestas de cambios metodológicos para 1997, la Junta ya fijó la banda para lo que resta de este año". Lo cierto es que mientras no se modere el ingreso de dólares al país o no se introduzcan novedosas aproximaciones conceptuales al debate, la probabilidad de que aumente la devaluación no será muy alta. Y mientras los analistas esperan al año entrante para ver qué tanto puede ayudar el Fondo de Estabilización Petrolera a parar la revaluación, algunos observadores desprevenidos creen que la única manera de que vuelva a subir sustancialmente la tasa de cambio es que se vuelva a alborotar la crisis política. Porque si algo ha quedado claro en Colombia es que en cualquier momento salta el elefante.

Opinan los expertos
Presidente de Anif "En lo que resta de 1996 se mantendrán las tendencias revaluacionistas. De aquí a diciembre el gobierno tiene que traer entre 300 y 700 millones de dólares. Adicionalmente deben entrar otros recursos, como los reintegros que debe hacer el Banco Ganadero por la operación con el Banco Bilbao Vizcaya, que ascienden a cerca de 400 millones de dólares. También hay que esperar mayores entradas de capitales especulativos. "En 1997 entraremos de lleno en una enfermedad holandesa, pues las exportaciones de petróleo superarán los 3.000 millones de dólares. De otra parte, el gobierno deberá traer recursos por 1.500 millones de dólares para atender necesidades de financiamiento. Además hay que esperar ingresos adicionales de inversión extranjera. Así, sin considerar sanciones económicas, debemos esperar una revaluación real".

Director de Fedesarrollo
"En lo que queda de 1996 la tasa de cambio se mantendrá alrededor del punto medio de la banda cambiaria, lo que significará una devaluación nominal inferior a 14 por ciento. Esto se debe al mayor endeudamiento externo del sector público, a los pagos por la venta de Cementos Samper y el Banco Ganadero, y a la entrada de nuevos capitales especulativos. No hay que ignorar además el efecto que la recesión está teniendo sobre una menor demanda de divisas para importar. "En 1997 se dará una revaluación real mayor que la de este año. La devaluación nominal será de alrededor de 13 por ciento, lo cual redundará en una revaluación real de cerca de cinco puntos. Detrás de este estimativo está la entrada en pleno de Cusiana, así como más requerimientos de deuda externa para el sector público".
Consultor privado
"Si no hay represalias económicas de Estados Unidos, al terminar 1996 tendremos una devaluación entre 10 y 13 por ciento. Detrás de estas cifras hay factores como un mayor endeudamiento externo público y privado, el estancamiento de las importaciones por la recesión y entradas de capitales especulativos que buscan explotar las altas tasas de interés. Con sanciones, la tasa de cambio se pegaría al techo de la banda, lo que representaría una devaluación de 17 por ciento. "El año entrante se mantendrían en esencia las mismas condiciones de diferencial de tasas de interés y necesidad de financiamiento público, lo que debe redundar en un ingreso sostenido de recursos del exterior. Si a eso se suman las exportaciones petroleras, no hay que esperar una devaluación mayor a 12 por ciento, siempre y cuando no haya sanciones económicas".