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MUCHO TILIN TILIN...

A pesar de las expectativas que había generado, la reducción de un punto en las tasas de interés ni quita ni pone para reactivar la economía.

9 de junio de 1997

El martes pasado los empresarios y los analistas económicos se quedaron con los crespos hechos. Después de varias semanas de expectativas los observadores confiaban en que ese día la Junta Directiva del Banco de la República adoptaría medidas para bajar al menos un par de puntos las tasas de interés. Sin embargo la tan esperada reducción de las tasas fue de tan sólo un punto, lo que a juicio de muchos resulta insuficiente para superar la recesión económica. ¿Debe el Banco Central bajar más las tasas? ¿Está en sus manos la reactivación económica? Detrás de la prudencia que ha mostrado hasta el momento el Emisor está su propósito de mantener la tendencia descendente del crecimiento de los precios. De hecho, la decisión de la semana pasada se había postergado esperando conocer la cifra de la inflación del mes de abril, que a la postre terminó siendo de 18,5 por ciento, bastante cercana a la meta oficial de 18 por ciento fijada para este año.Pero a pesar de estos buenos resultados la Junta ha preferido no soltar mucho las riendas de las tasas de interés. Su principal preocupación radica en que la base monetaria ha venido creciendo en los últimos meses por encima de las proyecciones oficiales, lo que podría presionar una nueva aceleración de los precios. Sin embargo hay quienes piensan que el temor de los miembros de la Junta es infundado. Por ejemplo, el consultor privado Javier Fernández, uno de los principales contradictores de la política monetarista del Emisor, ha señalado que la tendencia descendente de la inflación no tiene nada que ver con el control monetario, sino más bien con los bajos precios relativos de los alimentos, la reducción de las tasas de interés en los últimos meses y la persistente revaluación del peso. Pero más allá de quién tenga la razón en este debate, no parece sensato poner todas las esperanzas de la reactivación económica en una reducción de dos o tres puntos de las tasas de interés. Si bien nadie duda que un movimiento como ese tendría un impacto positivo sobre la demanda agregada, algunos piensan que ese efecto sería moderado mientras subsista la gran incertidumbre que se ha instalado en los últimos meses en la economía.En verdad, la reducción sostenida de las tasas de interés en los últimos meses (ver gráfico) no ha logrado neutralizar la desaceleración económica, la cual se ha visto acrecentada por factores como el nacimiento y muerte de la emergencia económica, la suerte incierta de la reforma tributaria y las finanzas públicas y la indefinición de la política arancelaria. Lo grave del asunto es que la expectativa que generó la decisión sobre las tasas no ayudó en nada a disminuir la incertidumbre. En palabras de Armando Montenegro, presidente de Anif, "los beneficios de la medida de la semana pasada son despreciables, pero sus costos son altísimos pues tuvieron en vilo a toda la economía durante varias semanas". Lo cierto es que desde hace varios meses los empresarios han estado tratando de tomarle el pulso a la economía día a día sin saber qué va a suceder pasado mañana. Por eso lo mejor que pueden hacer las autoridades económicas para apoyar la reactivación es diseñar un plan confiable que aclare el manejo que se le dará en los próximos meses a temas tan sensibles como los impuestos, el déficit fiscal y la revaluación. Mientras tanto queda claro que un punto de la tasa de interés no hará la diferencia entre la recesión y la reactivación.