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NEGRO FUTURO

El presidente de Ecopetrol plantea serias dudas sobre el futuro petrolero de Colombia

30 de junio de 1986

La semana pasada no fue precisamente la mejor para los productos de exportación colombianos. Al tiempo que el precio del café en la bolsa de Nueva York se situaba apenas por encima de los dos dólares por libra -su nivel más bajo del año-, el presidente de Ecopetrol, Alfredo Carvajal Sinisterra, confirmó lo que muchos se temían: la destorcida petrolera ha llegado a Colombia.
Por el lado del café, lo ocurrido vino a confirmar la opinión de varios expertos nacionales, en el sentido de que cambios como el observado durante la semana son perfectamente normales dentro del mercado. Diferentes especialistas sostuvieron enfáticamente que no hay motivo de alarma y que todo se debe a movimientos especulativos "previsibles". La gran incógnita, sin embargo, tiene que ver con la evolución futura de los precios. Mientras José Antonio Ocampo, director ejecutivo de Fedesarrollo y conocedor del tema, opina que el precio va a estabilizarse en cercanía de los dos dólares debido a que "no existe claramente un faltante en la producción mundial que justifique precios más altos", otro grupo de observadores estima que no es así. "El mercado por definición es inestable y por lo tanto es imposible escoger un nível determinado", sostuvo en forma más cauta el experto Jorge Ramírez Ocampo. En cualquiera de los dos casos, lo cierto es que Colombia continúa vendiendo su café a un ritmo récord y que no existe preocupación inmediata por el desplome en los precios. Además, aún no se sabe si lo sucedido en Nueva York tiene carácter permanente, de manera que todavía no se ven las repercusiones internas que pueda tener la situación.
En cambio, lo sucedido con el petróleo plantea más dudas a largo plazo. El anuncio de Carvajal fue apenas el acto más reciente de una obra que comenzó en enero, cuando los precios internacionales del petróleo iniciaron una caída libre al pasar de 25 a 10 dólares por barril en el mercado de entrega a corto plazo. Esa coyuntura coincidió con el momento en el cual el país estaba abandonando definitivamente su condición de importador del crudo. La entrada en operación del oleoducto Caño Limón-Zulia, permitió la explotación intensiva de los pozos de Cravo Norte, el Arauca, y como consecuencia en mayo se alcanzó la cifra récord de producción de 302 mil barriles diarios en todo el país. Tal como están prevista las cosas, esa tendencia debe continuar y en diciembre la producción debe alcanzar los 350 mil barriles diarios, casi dos veces y media la de 1983. Simultáneamente se estará generando un superávit cercano a los 130 mil barriles diarios, el cual será posible exportar.
Ese panorama tan halagador seria definitivamente feliz si tan sólo los precios del crudo estuvieran un poco por encima del nivel de los 15 dólares por barril en el que se han estabilizado últimamente. Aunque tanto el Estado como las compañías multinacionales aseguran que con esos precios las explotaciones siguen siendo rentables, el problema más grave tiene que ver con el futuro. Tal coma está sucediendo en otras partes del mundo, en Colombia ya se está insinuando una caída notoria en el ritmo de exploración de nuevos pozos. La meta de 80 perforaciones, propuesta para 1986, no se va a lograr en opinión de Carvajal.
Esa perspectiva no sería grave si Colombia contara con un número suficiente de reservas que le asegure que puede aguantar con tranquilidad el descenso en el ritmo de exploración. Pese a que entre 1983 y 1985 las reservas recuperables pasaron de 635 a 1.288 millones de barriles, esa cifra es irrisoria según los estándares internacionales y confirma que para la próxima década Colombia puede volver a importar petróleo si no se hacen nuevos descubrimientos. Lamentablemente esa posibilidad está condicionada al número de perforaciones que se hagan y las perspectivas en ese campo, tal como lo confirmó Carvajal, no se van a cumplir.
Lo sucedido en Colombia ha pasado en otras partes del mundo. Los recortes presupuestales en la mayoría de compañías petroleras son ampliamente conocidos y los expertos prevén para el futuro una caída paulatina en la producción mundial.
La gran incógnita, no obstante, es la de saber si los precios van a reaccionar a tiempo, alimentados por una mayor demanda de crudo, frente a una oferta decreciente. Por ahora, las proyecciones no son alentadoras. Un informe reciente del diario The Wall Street Journal confirmó que la demanda de petróleo en lo que va del año ha disminuido un poco, en vez de aumentar. La causa, afirma la publicación norteamericana, tiene que ver con que la mayoría de los países han compensado la caída en los precios del petróleo con aumentos en los impuestos al Fuel Oil (usado en la generación de energía eléctrica) y la gasolina, de tal manera que el consumidor sigue pagando en términos comparativos lo mismo e incluso un poco más que antes del desplome en los precios.
Según la Agencia de Energía Internacional con sede en París, frente a una disminución del 50% en los precios del petróleo, los de gasolina cayeron en un 25% en Alemania, un 23% en Estados Unidos, un 14% en Francia un 10% en España, Italia y Gran Bretaña y apenas un 3% en el Japón. Así mismo, aumentaron en Grecia, Portugal, Dinamarca, Egipto y en la mayoría de Latinoamérica y Asia.
Frente a esos hechos, se concluye que el despertar de los precios tomará todavía su tiempo. Los especialistas sostienen que sólo hasta mediados de la próxima década se podrán ver los efectos del descenso en el ritmo de exploración. Tristemente, por esa época Colombia estará pasando de nuevo de ser exportador a importador de petróleo. Es por esa razón que frente a los menores precios internacionales y a la menor perforación de pozos en el país, muchos analistas ven el futuro de Colombia en materia de petróleo del mismo color del crudo: negro.