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NI P'AL TINTO

Concordato en Gonchecol, el segundo exportador de café del país

2 de marzo de 1987

Fue una coincidencia amarga la de la semana pasada. Al mismo tiempo en que en la sede de la Organización Internacional del Café en Londres quedaba prácticamente definida la reimplementación de cuotas de exportación entre los países productores del grano, en Bogotá la Superintendencia de Sociedades aceptaba la solicitud de concordato presentada por Gonchecol, una de las más importantes firmas vendedoras de café colombiano en el exterior. En lo que puede considerarse como una de las secuelas de la bonanza cafetera de 1986 -cuyo cierre oficial quedó confirmado con lo ocurrido en Londres- el desplome de Gonchecol es uno de los más fuertes experimentados en época reciente en el país. Con pasivos por 9.200 millones de pesos y activos por cerca de 2.200 millones, los especialistas consideran que la crisis supera de lejos cualquier otra registrada en el cerrado círculo de los exportadores privados de café.
El concordato de la semana pasada fue el triste epílogo del que en otro tiempo fuera el segundo grupo exportador de café más importante del país, con ventas cercanas al millón de sacos al año. Originario del Valle, el grupo nació de la asociación de tres hermanos: Julián, Gonzalo y Alonso Echeverri Arango, quienes desde hace más de 30 años comenzaron con la operación. A comienzos de la década pasada, los Echeverri eran ya exportadores de primera linea y tenían concentrada su operación a través de tres compañías: Gonchecol, en Bogotá, Goncheverri, en Cali y Echeverri y López, en Medellín.
La expansión de las operaciones, así como el ritmo constante de crecimiento, le permitió al grupo Gonche incursionar en otras actividades diferentes a la del café. Fue esa diversificación la que aparentemente acabó originando la crisis que concluyó en el concordato de Gonchecol. Entre otras inversiones, todavía se cita el caso de "la Torre de Cali" construída con fondos propios a principios de la década, la cual dio al traste con la liquidez del grupo.
Esa falta de fondos probó ser fatal a mediados del año pasado cuando, como resultado de las operaciones especulativas con café en la bolsa de Nueva York, el grupo perdió cerca de 15 millones de dólares. Asustados por esos problemas, los bancos empezaron a presionar el pago de la deuda, al mismo tiempo que restringían la extensión de nuevos créditos, dejando con las manos atadas al grupo exportador. Buena parte de las dificultades acabó concentrándose en Gonchecol. Aunque tanto Goncheverri como Echeverri y López se vieron disminuídas durante el segundo semestre de 1986, fue la primera la que prácticamente suspendió sus actividades.
Dadas las cifras del desastre, los observadores tenían claro que sólo una reestructuración de las deudas con los bancos nacionales y extranjeros le permitirían a Gonchecol salir adelante. Aunque en un comienzo se pensó que la Federación de Cafeteros iba a hacer un préstamo de 149 mil sacos, esta se negó, con lo cual la suerte del grupo quedó en manos de los acreedores.
A pesar de que las conversaciones alcanzaron a enrutarse por buen camino, pudo más la impaciencia de dos bancos nacionales (Santander y Colpatria), que iniciaron procesos ejecutivos en por lo menos cuatro juzgados bogotanos. La inminencia de los embargos obligó a los abogados de Gonchecol a pedir la declaratoria del concordato, en vísperas de que arribara al país una misión de bancos extranjeros, encabezada por el Chemical, el National Westminster y el American Express Bank.
El panorama de las conversaciones es, sin embargo, radicalmente diferente con la figura del concordato. Por una parte, parece claro que la magnitud del hueco es tan grande (7 mil millones de pesos) que ni aun liquidando los activos a su valor comercial se puede reducir sustancialmente esa suma. Así mismo, hay dudas sobre la reorganizaeión interna de la entidad y la puesta en marcha nuevamente de las operaciones. Especialmente importante es que se solucionen los problemas con la Andina Coffee, entidad vinculada y agente comercial del grupo en Nueva York, cuyos administradores rompieron sus relaciones con las compañías colombianas. Como se recordará, la Andina es centro de controversia debido a embarques de café no realizados por una cuantía cercana a los 80 millones de dólares.
También hay interrogantes sobre el futuro de las demás compañías del grupo. Aunque hay personas que hablan de su solidez, es innegable que los problemas de Gonchecol han tenido su repercusión y es posible que la lista del concordato aumente. No obstante, la gente del grupo Gonche confía en salir adelante. Tal como dijera la semana pasada Darío Londoño, abogado de Gonchecol, "esperamos que todo esto tenga un final feliz".