Home

Economía

Artículo

‘Nunca prejuzgué’

SEMANA entrevistó al ex superintendente de Industria y Comercio Emilio Archila sobre las razones de su renuncia y su posición frente a la polémica fusión de Avianca y Aces.

24 de septiembre de 2001

El miercoles pasado el Ministro de Desarrollo decidió aceptar la recusación que Avianca y Aces habían interpuesto contra Emilio Archila, quien quedó así inhabilitado para decidir sobre la fusión. SEMANA habló con el ahora ex superintendente sobre las razones que lo llevaron a oponerse a la unión de las empresas y las circunstancias que condujeron a su retiro del cargo.

SEMANA: ¿Lo tomó por sorpresa la decisión del ministro Pizano?

Emilio Archila: No.

SEMANA: ¿Reconoce que el gobierno tenía razones de Estado más allá del tema jurídico para aprobar la fusión?

E.A.: Lo comprendo. No lo comparto pero lo entiendo.

SEMANA: ¿Habría estado dispuesto a renunciar si se lo hubieran pedido?

E.A.: Nunca me pidieron la renuncia.

SEMANA: ¿Siente que le quitaron el respaldo?

E.A.: Sí. Interpreto así la decisión que tomaron de aceptar la recusación.

SEMANA: ¿Por eso renuncia?

E.A.: Lo hago porque estoy cansado. Lo que podía hacer por el país desde este puesto ya lo hice. En los últimos tres años se avanzó más en el tema de antimonopolio que en todos los años desde 1959, cuando se hicieron las primeras leyes de este tipo.

SEMANA: ¿Cuáles fueron sus argumentos para rechazar la recusación?

E.A.: Hay uno de procedimiento y uno de fondo. El primero se basa en una sana lógica y es que si la persona tiene razones para pensar que el juez que va a decidir no es el apropiado debe manifestarlo de inmediato. Uno no puede guardarse ese argumento y ver cómo van las cosas y, dependiendo de cómo sienta que vayan, recusar o no. Pero el argumento de fondo es que nunca hice un pronunciamiento sobre cuál iba a ser mi decisión sobre el recurso de reposición. Nunca prejuzgué.

SEMANA: Pero las aerolíneas citan muchas declaraciones suyas sobre el tema…

E.A.: Estas se pueden dividir en dos grupos. Primero, las que se refieren a las consideraciones que el superintendente tuvo en cuenta para objetar la fusión en primera instancia. Por lo demás, éstas quedaron plasmadas en la resolución, que es un documento público. Si esto fuera prejuzgamiento ningún funcionario público podría resolver recursos de reposición. Las otras declaraciones son afirmaciones generales sobre las leyes antimonoplio y el papel de los funcionarios que las hacen cumplir.

SEMANA: ¿Como cuáles?

E.A.: Por ejemplo, dije que “en economías como la colombiana deben existir leyes antimonopolio” o “actuaremos en estricto apoyo de la ley y garantizaremos que, si hay fusión, no se afecte al consumidor”. ¿Es esto prueba de prejuzgamiento? No creo. Esto es como si un juez de la República dice en un foro académico que la guerrilla le hace daño al país. Y después, cuando le toque juzgar el caso particular de un presunto guerrillero, le dicen que ya prejuzgó.

SEMANA: Las aerolíneas dicen que una cosa es la posición dominante en el mercado y otra su abuso. Y que lo que está prohibido es esto último.

E.A.: De acuerdo con la ley colombiana la Superintendencia tiene la obligación de analizar los procesos de integración. La razón por la que esto se hace es porque algunas fusiones implican una restricción indebida a la competencia, que ocurre cuando la empresa resultante queda con la capacidad de determinar la oferta y los precios. De manera que lo que buscan las normas es impedir que se adquiera la posición dominante para que ni siquiera haya la posibilidad de abusar. Yo no puedo decirle a la persona “míreme a los ojos y dígame que no va a abusar”. Si no parpadea autorizo la fusión y si lo hace se la niego. Sería ridículo.

SEMANA: Las aerolíneas ofrecieron una serie de garantías al consumidor. ¿Eran aceptables?

E.A.: No me tocará a mí decidir sobre este punto. Pero la decisión tiene que ver con las normas de antimonopolio, no con las de protección al consumidor, que son otra cosa. En una economía de mercado un monopolio implica asignar recursos a sectores y empresas que no son eficientes. Este es un problema estructural que no se puede solucionar con el número de sánduches que les dan a los pasajeros por cada hora de retraso en los vuelos. En Estados Unidos, por ejemplo, recientemente han objetado dos fusiones de aerolíneas, y eso que allá el mercado seguiría siendo muchísimo más competido que el nuestro después de la fusión.

SEMANA: Pero, ¿cuántas aerolíneas caben en un mercado tan pequeño como el colombiano?

E.A.: Esa no es la pregunta. La cuestión es quién toma la decisión de cuántas aerolíneas deben existir. ¿El Estado o la libre competencia?

SEMANA: ¿O sea que no importa que al objetar la fusión se quiebre una de las empresas?

E.A.: Este es un tema que los reguladores llaman industry failure. Hay que comparar dos escenarios. Uno en que se niega la fusión y la empresa se quiebra, y otro en que se aprueba la integración y sobrevive. El criterio es mirar en cuál escenario habría más competencia. Un ejemplo es el de Bavaria y Leona. La que se estaba quebrando era esta última, que tenía el 7 por ciento del mercado. Si la Superintendencia hubiera objetado la fusión al final del día hubiéramos quedado con un monopolio sin ningún condicionamiento. Luego era más conveniente, desde la óptica de la competencia, permitir la fusión y ponerle condiciones.

SEMANA: ¿No pasaría lo mismo con las aerolíneas?

E.A.: El caso es distinto. La empresa que ha pretendido acreditar que se va a quebrar tiene el 40 por ciento del mercado. Si saliera del mercado, la aerolínea que tiene el 30, la que tiene el 14, y las demás, lucharían por llenar ese vacío. Habría más competencia que si se aprueba la fusión. Dejar de objetar la operación con el argumento de salvar una compañía sería poner el interés particular de una empresa por encima del interés de la colectividad.

SEMANA: ¿Por qué dice que ha pretendido que se va a quebrar?

E.A.: Porque no tenemos acreditado que Avianca se vaya a quebrar. Tenemos una enunciación, un par de cuadritos, y nada más. Además la empresa tiene respaldo. Pero, aun creyéndoles, hay que tener en cuenta que los colombianos no somos los responsables de los resultados de la administración de Avianca durante los últimos 25 años.

SEMANA: Las aerolíneas dicen que sin fusión difícilmente se lograrían las alianzas internacionales que se necesitan hoy en día para sobrevivir…

E.A.: El argumento es que las grandes aerolíneas internacionales no encuentran atractivas a Avianca y Aces por separado, pero sí juntas. Habría que preguntarse si lo atractivo es el poder de monopolio que tendrían y si eso es lo más conveniente para el país.

SEMANA: ¿Cuál es su conclusión final de todo esto?

E.A.: El punto de fondo es que para una economía de mercado como la colombiana la aplicación de las normas antimonopolio es vital. Tiene que ver con el progreso del país, con la posibilidad de que nuestro esquema económico sea viable. Si uno no tiene una autoridad de competencia independiente, que tenga autonomía para tomar sus decisiones, está condenando al país a ser una banana republic para siempre.