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OCTUBRE NEGRO

Las peores debacles en la historia de las bolsas internacionales se han producido en el mes de octubre. ¿Se repetirá la pesadilla en 1998?

9 de noviembre de 1998

A los mercados bursátiles los asusta el Halloween. Las dos más grandes caídas de las bolsas internacionales en este siglo ocurrieron en la segunda mitad del mes de octubre de los años 1929 y 1987. El 29 de octubre de 1929 _fecha que después se recordaría como el 'martes negro'_ el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York cayó 12,8 por ciento, lo que precipitó la mayor crisis financiera y económica de la historia moderna. El desplome de la bolsa neoyorquina acabó con el mercado alcista más largo de la historia _entre mediados de 1921 y septiembre de 1929 el Dow Jones había aumentado 486 por ciento_ y cerró con gran estruendo la dorada década de los años 20, sumiendo al mundo entero en la 'Gran Depresión'. Desde su pico en septiembre de 1929 hasta su punto más bajo en junio de 1933, la Bolsa de Nueva York perdió casi un 90 por ciento de su valor, borrando el patrimonio de miles de norteamericanos y quebrando a cerca de 4.000 instituciones financieras de ese país.
En parte debido a los excesos de la década que terminaba _que habían sobrecalentado la economía mundial_ y en parte en razón al desconocimiento de los gobiernos de la época acerca de las políticas económicas adecuadas para implementar en situaciones de crisis, lo que comenzó como un problema financiero terminó llevándose por delante la economía real de todos los países del mundo. En el peor año de la depresión, 1933, un 25 por ciento de los norteamericanos estaban desempleados y el Producto Interno Bruto era inferior en un 30 por ciento en términos reales al de 1929. La economía mundial solo logró salir realmente de la depresión a raíz de la expansión en el gasto que acompañó a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo algunas acciones solo recuperaron 25 años después los precios récord alcanzados en 1929.

El desplome de 1987
El peor día de la historia de las bolsas norteamericanas, y en efecto de gran parte de las bolsas del mundo, también ocurrió en octubre. El día 13 de ese mes en 1987 el índice Dow Jones comenzó a exhibir una pronunciada tendencia a la baja que culminó el lunes 19, cuando este indicador cayó 508 puntos _22,6 por ciento_. En total, en la semana del 13 al 19 los inversionistas perdieron cerca de un billón de dólares. El derrumbe del Dow Jones puso fin a un mercado alcista que había durado aproximadamente cinco años y que había visto a este índice subir 257 por ciento. Además cerró un capítulo en la historia de Wall Street, que en la década de los 80 había alcanzado una prosperidad sin precedentes.
No obstante, a diferencia de la crisis bursátil de 1929, la de 1987 no desembocó ni siquiera en una recesión. Las autoridades norteamericanas _armadas de las herramientas expansionistas que el economista inglés John Maynard Keynes había introducido al mundo en la década de los 30_ irrigaron liquidez al mercado para tranquilizar los ánimos y generar confianza. Además, quizás a raíz de la amarga experiencia de los años 30, en 1987 el número de hogares norteamericanos con inversiones significativas en las bolsas de valores era muy reducido. Por lo tanto el impacto de la caída en los precios de las acciones sobre el consumo fue limitado. Dos años después, en septiembre de 1989, el Dow Jones recuperó los niveles alcanzados antes de la crisis.

¿Vuelve y juega?
Como si esto fuera poco, el descenso más grande en términos absolutos en un solo día en la historia del Dow Jones ocurrió el 27 de octubre del año pasado, cuando cayó 554,3 puntos o 7,2 por ciento, lo que impulsó a la baja a todas las demás bolsas del mundo. Hacía apenas dos meses el Dow Jones había superado la barrera de los 8.200 puntos, estableciendo un máximo histórico. Esta vez la causa del declive poco tuvo que ver con el estado de la economía norteamericana, que por ese entonces presentaba una fortaleza envidiable. En cambio fue el primer indicio real del efecto que tendría la crisis asiática sobre la economía mundial. El descenso del Dow Jones fue precipitado por una caída pronunciada de las acciones en Hong Kong en los días anteriores, situación que ponía en evidencia que los problemas de Tailandia, Malasia e Indonesia comenzaban a trascender sus fronteras. Sin embargo la caída terminó siendo solamente un estornudo, pues las bolsas de todo el mundo _con excepción de las asiáticas_ se recuperaron rápidamente. La Bolsa de Nueva York, por ejemplo, retornó a sus niveles precrisis en 20 días y renovó su tendencia alcista.
Sin embargo la dicha duró poco. Después de alcanzar un nuevo récord el 17 de julio de este año, el índice Dow Jones cambió de tendencia a medida que los efectos de la crisis asiática se expandían por el mundo y comenzaban a proyectar nubarrones sobre el futuro de la economía mundial. El 31 de agosto de este año el Dow Jones alcanzó su nivel más bajo de los últimos 11 meses, cerrando 19,2 por ciento por debajo del máximo de julio. Para muchos observadores está caída acabó con el ciclo ascendente de las bolsas norteamericanas, que había arrancado en el tercer trimestre de 1990 y que hasta el récord de julio pasado había representado un incremento de 273,5 por ciento en este indicador. Desde entonces el mercado ha estado muy nervioso y extremadamente volátil. Las opiniones están divididas sobre si las bolsas volverán a entrar en barrena, para aumentar la posibilidad de una recesión global, o si se trata de un período de transición en el cual el mercado no encuentra una dirección marcada que eventualmente terminará. Sin embargo los supersticiosos seguramente estarán prendiendo velas para que este mes se acabe pronto.