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ORDEN EN LA CASA

Profunda reorganización del sector de Ciencia y Tecnología propondrá misión oficial.

23 de julio de 1990

La investigación en Ciencia y Tecnología ha sido por años la gran cenicienta del presupuesto nacional. Y la contribución del sector privado a la innovación tecnológica ha sido casi nula. Tal es una de las conclusiones más dramáticas de la Misión de Ciencia y Tecnología, que bajo la dirección del economista Gabriel Misas, realizó durante más de un año un completo diagnóstico sobre la situación del sector.

En Colombia, los gastos oficiales en investigación son inferiores al 0.2% del producto interno bruto, mientras el promedio de inversión en el área latinoamericana se acerca al 0.6%. México y Brasil los países más adelantados de la región están muy por encima en materia de gasto en actividades científicas. Pero aun países de características muy similares a las de Colombia, como Venezuela, realizan en este campo un esfuerzo superior.

Con varios agravantes. De acuerdo con las conclusiones de la Misión, las perspectivas en esta materia no son muy positivas. Primero, porque no existe una generación de relevo para los actuales investigadores, ya que las universidades públicas, donde se acumula la mayor parte de los centros de investigación, tienen congeladas sus plantas de personal. Segundo, porque la calidad de la educación se ha deteriorado en todos los niveles. Y, tercero, porque las posibilidades de aumentar los recursos oficiales para investigación son bastante limitadas.

En estas circunstancias no tendría mucho sentido, de acuerdo con los miembros de la Misión, plantear la creación de nuevos impuestos para la financiación de la investigación científica en el país. Y el crédito externo para dichas actividades no sólo es limitado sino costoso. Por eso, la única alternativa práctica en el corto plazo es tratar de racionalizar al máximo el uso de los recursos del Estado, tratando de incrementar su eficiencia.

Entre los muchos factores que han obstaculizado el desarrollo de la investigación en el país y han conducido a su marginamiento, uno de los más importantes ha sido el desorden institucional. Por eso, una de las primeras propuestas que se desprenderá del informe final de la Misión será la reorganización del sector, de conformidad con un esquema que permita reunir el esfuerzo de todas las entidades que de alguna manera contribuyen al desarrollo de la ciencia en el país.

El esquema tendría como base la conformación de Comités Ministeriales de Ciencia y Tecnología, los cuales estarían presididos por el respectivo ministro y reunirían a delegados de todos los centros de investigación y de todas las entidades que tienen que ver de alguna manera con el desarrollo de la ciencia y la tecnología Cada uno de estos comités, a su vez, nombraría delegados (de preferencia pertenecientes a la comunidad científica) a un Comité Interministerial de Ciencia y Tecnología, que estaría presidido por un representante del Departamento Nacional de Planeación y cuya secretaría quedaría en manos de Colciencias.

Al mismo nivel se conformarían unos Comités de Programas, encargados de la formulación preliminar de los planes nacionales de Ciencia y Tecnología. Estos comités contarían con grupos permanentes de trabajo, con participación de personal de las universidades, los institutos gubernamentales de investigación y el sector privado, y activarían también bajo la coordinación de Colciencias.

Colciencias, a su vez, sufriría una profunda reestructuración. Dejaría de ser un simple fondo dedicado a la financiación de la investigación, para convertirse en un organismo de formulación de políticas. Para ello se cambiaría sustancialmente su composición actual, dándole un mayor peso a la comunidad científica en su junta directiva. En la actualidad, Colciencias sólo maneja el 15% de los fondos que gasta el Estado en Ciencia y Tecnología. En el futuro, se buscaría que su injerencia fuera mucho mayor.

Para lograr una mejor coordinación de todas las actividades, y una mayor agilidad en la formulación de los programas de gasto relacionados con el sector, la Misión propondrá que Colciencias pase a ser una dependencia adscrita al Departamento Nacional de Planeación.

Para respaldar la función de Colciencias se crearían, además, unos Comités Universitarios de Investigación, especializados en cada una de las disciplinas científicas. Estos comités, a su vez, apoyarían a los grupo de trabajo que conformarían el Comité de Programas.

La estructura institucional del sector estaría coronada, finalmente, por el Consejo Nacional de Ciencias, compuesto por representantes de la comunidad científica y que serviría como organismo asesor del gobierno en materia de ciencia y tecnología.

Todo este intrincado organigrama permitiría, de acuerdo con las conclusiones de la Misión, tener un mayor control sobre la destinación de los recursos oficiales y el uso de los equipos de que disponen los distintos centros de investigación que hay en el país. En la actualidad, muchos centros son manejados por los investigadores de cada entidad como si fueran de su propiedad y sin rendir cuentas a nadie.
De lo que se trataría en consecuencia, es de "nacionalizar" el equipamiento público y de establecer mecanismos de evaluación que permitan hacer un seguimiento de los avances logrados en el campo de la investigación.

De manera complementaria, se buscaría la eliminación del mayor número posible de trabas burocráticas a la investigación. Ya se dieron algunos pasos, por ejemplo, para facilitar la importación de tecnología, mediante la eliminación de trámites ante el Comité de Regalías. Pero todavía quedan muchos obstáculos, como los que impone el Decreto 444 de 1967 para la adjudicación de las correspondientes divisas.

En pocas palabras, está casi todo por hacer. Y no será fácil hacerlo. Los miembros de la Misión están conscientes de que la aplicación de sus propuestas requerirá una enorme voluntad política, no sólo de las autoridades, sino de los propios interesados en el sector. La sola reorganización del esquema institucional descrita en este artículo tendrá que pasar por encima de los celos institucionales que han convertido a los centros de investigación en pequeños feudos, más conectados con el exterior en muchos casos que relacionados entre sí.-