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¿Otra burbuja punto-com?

Google pagó 1.600 millones de dólares por el portal de videos YouTube, una empresa de Internet que jamás ha dado un peso de utilidad.

14 de octubre de 2006

Dicen que la historia se repite cada cierto tiempo. Y es verdad. Guerras, crisis económicas, desastres naturales y hasta modas de vestir vuelven al escenario con el paso de los años. Y a veces lo hacen de forma tan familiar, que queda en el aire la sensación de estar viviendo una especie de déjà vu. Lo que nadie imaginó es que la fiebre por las empresas punto-com se volviera a revivir apenas seis años después de estallar la burbuja tecnológica.

Prueba de ello son las multimillonarias transacciones de los últimos meses. Primero fue la salida a Bolsa de Google, en agosto de 2004, con la que logró recaudar 1.670 millones de dólares en un solo día. Un año después, en julio de 2005, el sitio de noticias y encuentros Myspace fue adquirido por el grupo NewsCorp, del magnate australiano Rupert Murdoch, en 580 millones de dólares. Y en un hecho sin precedentes, la semana pasada Google pagó 1.650 millones de dólares por el portal YouTube, una página para bajar e intercambiar videos. Se trata de una compañía que empezó hace apenas 20 meses y que hoy es la más popular de la red. Con un pequeño detalle: arroja pérdidas en vez de utilidades.

Ahí está el quid del asunto. La burbuja tecnológica de finales de los años 90 comenzó a inflarse cuando empresas punto-com que no tenían ni ventas -lo principal en cualquier negocio- se empezaron a vender en millones de dólares. No había racionalidad económica, ni valoración financiera, ni múltiplos de Ebitda, ni mucho menos una banca de inversión de por medio echándole números a las cifras. Lo único que importaba era el tráfico y un plan de negocios prometedor. Pero tráfico en Internet no es igual a plata. Por eso cuando en abril de 2000 los precios de las acciones tecnológicas se desplomaron y el índice Nasdaq cayó 35 por ciento en menos de un mes, docenas de punto-com se quebraron y el dinero se fue tan rápidamente como llegó.

No es el caso de Chad Hurley y Steve Chen, los fundadores de YouTube. En pocas horas este par de jóvenes veinteañeros han saltado a las portadas de las principales revistas económicas de todo el mundo y, para envidia de muchos, se han convertido en multimillonarios. Su historia, como todas las de Internet, empezó en un garaje cerca del campus de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos. En febrero de 2005 arrancaron con un capital de 11 millones de dólares que les prestó Sequoia Capital, el fondo de capital de riesgo que también apoyó los comienzos de Yahoo y de Google. Hoy registran 100 millones de descargas diarias y el 47 por ciento de participación del mercado de videos online, seguidos por Myspace y Google Video. Y aunque YouTube les deja pérdidas de dinero, se la acaban de vender a Google por una cantidad asombrosa de plata.

¿Vale YouTube el precio pagado? ¿Es el comienzo de una nueva burbuja, alentada por valoraciones exageradas que no tienen ingresos ni se apoyan en un modelo de negocio real? ¿Será la historia de jóvenes empresarios que arriesgan millones de dólares con la esperanza de multiplicarlos en pocos meses y que luego se quiebran cuando caen los precios de las acciones?

La verdad es que existen varias razones para pensar que el actual boom de Internet es diferente al anterior. La primera es que las empresas que están siendo adquiridas son firmas con muchos clientes y visitantes. YouTube cuenta con un promedio de 73 millones de visitantes por mes y Skype tiene 53 millones de usuarios.

La segunda gran diferencia con la bonanza de los años 90 es que las empresas de hoy cuentan con un modelo de cómo conseguir dinero por Internet, basado en la publicidad. Google, por ejemplo, es la empresa de mayor valor de la red, por haber sido capaz de vender anuncios vinculados a las búsquedas. Gracia a eso, factura al año unos 10.000 millones de dólares.

La última diferencia -y quizá las más importante- está en el papel que juega la Bolsa. El nuevo auge no está cimentado en ofertas públicas de acciones en el mercado de valores para atraer capital. Al contrario, las adquisiciones actuales están siendo realizadas por firmas de Internet y medios de comunicación que cuentan con fuertes ingresos y sólidas estructuras financieras. Eso significa que el nivel de financiación de estos portales ya no se verá afectado por los vaivenes del mercado bursátil.

Pero eso no quiere decir que no existan riesgos. La compra de YouTube por parte de Google equivale a una multimillonaria venta de un negocio que deja pérdidas y que no tiene una fuente fija de ingresos. Pero la fiebre está alta. La próxima transacción, de la que se habla desde hace semanas, sería la venta de Facebook, un portal juvenil por el que Yahoo ha ofrecido 1.000 millones de dólares a su fundador de 21 años. Otra promesa en boca del sector es Meebo, un sistema de mensajes instantáneos creados por un joven de 27 años, también con el respaldo del fondo de capital Sequoia.

Ojalá no se repita el estallido de la vez pasada. Y que esta bonanza punto-com sea, por fin, la señal de que el negocio de Internet maduró.