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Juan Pablo Córdoba, presidente de la Bolsa de Valores de Colombia y Jaime Humberto López, presidente de Asobolsa.

MERCADOS

¿Qué pasa en la bolsa?

La salida de empresas y la pérdida de inversionistas disminuye el número de protagonistas del mercado accionario colombiano. El sector bursátil todavía siente los coletazos de la caída de InterBolsa, pero también contribuyen otros factores negativos.

11 de noviembre de 2017

Tras cumplirse cinco años del desplome de InterBolsa, el mercado de acciones colombiano no parece recuperarse totalmente de ese impacto. Muchos analistas incluso sostienen que una cosa fue el mercado bursátil con InterBolsa y otro después de su caída.

Un lustro después de este lamentable episodio, los volúmenes de negociación siguen lejos de los niveles que tenían antes, y se está perdiendo la masificación del mercado alcanzada con la llegada de acciones como Ecopetrol y otras compañías. Y no solo las personas naturales han perdido interés por la Bolsa de Valores, sino que varias empresas se han retirado del mercado.

En los últimos años, el número de compañías en bolsa en lugar de aumentar ha disminuido. Se han deslistado, como se dice en el argot del mercado, empresas como Isagén y Tablemac, mientras Odinsa y Valorem están en el mismo proceso. Con esto, el mercado accionario local se queda cada vez con menos participantes, incluyendo las comisionistas que han visto reducir sus márgenes y número de compañías.

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Así, mientras las bolsas alrededor del mundo han vivido una fiesta y no paran de alcanzar valorizaciones récords, la colombiana sigue deprimida y ha tenido un desempeño bastante pobre. Desde 2012, el principal índice de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), el Colcap, solo se ha valorizado en 4,4 por ciento. Es decir que alguien que hubiera invertido 100 pesos en la bolsa hace 5 años, hoy tendría 104,4 pesos, lo cual representa en términos reales una desvalorización. En contraste, durante este mismo periodo el Dow Jones ha ganado alrededor del 80 por ciento en su valor.

Para los expertos, estas bajas valorizaciones reflejan una realidad: las personas naturales le perdieron la confianza al mercado de valores local. La caída de InterBolsa no solo causó la desaparición de uno de los jugadores más dinámicos del mercado, sino que produjo un daño reputacional enorme.

Durante la época de InterBolsa, los volúmenes de negociación alcanzaron niveles superiores a los 300.000 millones de pesos diarios, mientras que las ruedas de acciones hoy alcanzan en promedio 110.000 millones, alrededor de una tercera parte. Para José Miguel Santamaría, experto bursátil, “esto muestra que las ruedas de acciones eran más grandes de lo que en realidad debían ser, pues con InterBolsa había una liquidez que no era cierta. El mercado estaba inflado artificialmente al estar sobreapalancado vía repos. Ese era el juego de InterBolsa, inflar acciones como Fabricato, Coltejer y la misma InterBolsa”. De hecho, el nivel de repos pasó de representar cerca de la mitad de las negociaciones del mercado en 2012 a menos del 15 por ciento hoy, lo cual incide en la caída en las transacciones totales.

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Para analistas del mercado, la debacle de InterBolsa no es el único factor para explicar la pérdida de confianza y el éxodo de los pequeños inversionistas. La fuerte caída en el precio internacional del petróleo y su efecto sobre acciones como Ecopetrol también desalentó el mercado. Así como la acción de la petrolera cautivó a miles de inversionistas y se convirtió en una de las más transadas, el derrumbe en su precio de niveles cercanos a 6.000 pesos a menos de 1.000 los golpeó fuertemente y los desestimuló. Se estima que el número de inversionistas de Ecopetrol pasó de alrededor de 500.000 personas a cerca de 350.000. Es claro que muchos de los que invirtieron en Ecopetrol no tenían el perfil de riesgo adecuado para tener acciones, “la gente entraba pensando que era como invertir en un CDT sin considerar que la inversión en petróleo es mucho más volátil”, dijo un corredor bursátil. De ahí la importancia de su reciente repunte.

La quiebra de Pacific Rubiales también le dio un golpe reputacional muy fuerte y complejo al mercado accionario en estos años. Sin duda, la experiencia de tener una compañía internacional listada en el mercado local fue decepcionante para muchos inversionistas que perdieron sus recursos. La acción de la petrolera canadiense pasó de niveles superiores a los 67.000 pesos a menos de 1.500, y provocó una gigantesca pérdida de valor de mercado con la desaparición de esta compañía. Esto terminó de ahuyentar a los pequeños inversionistas.

Así, el mercado accionario pasó de ser una plaza en la que las personas naturales eran las grandes tenedoras de títulos, a ser un mercado protagonizado por los fondos de pensiones y los fondos extranjeros. Sin embargo, según los comisionistas de bolsa, los fondos de pensiones están al tope en acciones y siempre compran para mantener, mientras que los fondos extranjeros se han visto golpeados por cuenta de los factores tributarios y hoy están más en el mercado de renta fija.

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Si a todo este panorama se le agrega que las empresas no están viendo en el mercado de acciones una fuente de financiación y que, por el contrario, muchas compañías adquiridas recientemente han decidido deslistarse, las opciones para los inversionistas son cada vez menores. Fondos internacionales que no requieren financiación de un mercado como el colombiano han adquirido compañías como Isagén. En el caso de Odinsa, la adquirió Argos, que ya está listada. Y a otro tipo de compañías no les interesa perder control y prefieren encontrar recursos mediante la emisión de bonos locales o en el extranjero.

Lo cierto es que el número de compañías listadas pasó de 120 en 2001 a 68 en 2016, un nivel menor al de plazas como Chile y Perú. Además, el intento por crear un Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), justamente con estos mercados, no ha dado los resultados esperados. Y un factor final, como explica Jaime Humberto López, presidente de Asobolsa, gremio de las comisionistas de bolsa: “Para nosotros no es rentable atender clientes pequeños ante los costos que tenemos”, explica.

Por esta razón, las firmas han acudido a herramientas tecnológicas que fomentan la autogestión y reducen los costos de operar, así como a nuevos productos como los fondos de inversión colectiva (FIC), los derivados y los fondos de capital privado, como afirma Felipe Giraldo, presidente de Valores Bancolombia.

Los mayores costos también han provocado que el mercado se haya consolidado en un número mucho menor de intermediarios, al pasar de cerca de 40 firmas a menos de 20. Además, el mercado está concentrado en unas 6 o 7 compañías pertenecientes a grandes grupos financieros nacionales o internacionales. Es un mercado mucho más bancarizado, lo cual significa mayor músculo financiero, pero menor número de contrapartes.

Sin embargo, algunas firmas están haciendo la tarea titánica de mantenerse. “Lo están haciendo bien, pero los volúmenes no son los que soñamos cuando arrancamos la Bolsa de Valores de Colombia en 2001. Definitivamente, el mercado de valores es uno antes y otro después de InterBolsa”, afirma Augusto Acosta, expresidente de la BVC y ex superintendente financiero.

No obstante, agrega Acosta, no quiere decir que no existan oportunidades ni el compromiso para continuar creciendo, y permitir que más personas tengan acceso a las ventajas de invertir en acciones y que las empresas pierdan el temor a financiarse vía del mercado de valores. Hay muchos avances en materia de tecnología y arquitectura del mercado.

En esto concuerda con el representante del gremio de las comisionistas. Según López, el país tiene que repensar el mercado de capitales. Se requiere una nueva misión del mercado como la que hubo en 1995, que analice las razones que bloquean el desarrollo de esta importante herramienta de desarrollo y creación de oportunidades. Hay que crear incentivos para atraer a los inversionistas y a los emisores nuevamente, fomentar la educación financiera y el gobierno corporativo. Ojalá el próximo gobierno haga una convocatoria para revivir este mercado que se está secando y el país no tenga que vivir más aniversarios amargos.