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PATALEOS DE AHOGADO

La posición venezolana golpea de muerte al agonizante acuerdo subregional.

7 de marzo de 1983

La reunión de la comisión del Pacto Andino efectuada en Santa Cruz, Bolivia, entre el 24 y el 29 de enero, marcó un paso más en la prolongada agonía del Grupo Andino.
Los resultados concretos de la reunión son pobres y poco optimistas. Esto no puede ser encubierto por una serie de declaraciones mistificadoras como que "el pueblo colombiano es claramente integracionista": o que, por respeto a la memoria del Libertador, no puede morir el Pacto
La reactivación de la comunidad necesita el planteamiento de mecanismos específicos y concretos, los cuales estuvieron ausentes de la reunión. Por el contrario, lo que sí estuvo presente fue la reafirmación venezolana de no modificar su lista de productos de prohibida importación que entró en vigencia a finales del año pasado, obviando las reglamentaciones del programa de liberación automática que constituye una de las bases fundamentales del Pacto Andino. Frente a esta posición, la Federación Venezolana de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción afirmaba: "Ha predominado el aspecto comercial del acuerdo porsobre la programación industrial y la armonización de las políticas económicas y sociales. Ha habido, inclusive, quien propugne la eliminación de estos programas, quedando el esquema integracionista conformado únicamente por la unión aduanera. Esto sería totalmente inadmisible para Venezuela, ya que nosotros ingresamos al Pacto, aceptando la evidente desventaja del programa automático de liberación, en la confianza de que la programación industrial compensaría dicha desventaja e impulsaría nuestro desarrollo industrial. Pero si la programación industrial es suprimida, desaparece la única razón económica para la permanencia de Venezuela dentro del Pacto Andino".
En general, ha sido aceptado que uno de los grandes problemas del Pacto consiste en la ausencia de una programación industrial eficiente que sea capaz de generar una diversificación de líneas de producción entre los diferentes países integrantes para provocar así una necesidad real de comercio intrarregional. Las fallas en la complementación de esta programación han provocado una serie de barreras al comercio: los productos de los países miembros del Pacto Andino, particularmente los manufacturados, son muy similares, lo cual imposibilita que el comercio favorezca a la comunidad como un todo.
También existe un consenso con respecto a que la posición venezolana de "echarse para atrás" intempestivamente en el proceso de desgravación automática es un golpe mortal al Pacto Andino, y que más que una actitud de rechazo ante las fallas que presenta, parece ser un desinterés absoluto por la búsqueda de una nueva dinámica. Sin embargo, si la falla está en el proceso de programación, la solución probablemente no se va a encontrar en los claustros del proteccionismo.
La sobreprotección, una mala costumbre
Se queja Venezuela de que su tasa de cambio la afecta para sus transacciones comerciales con el resto de los países de la zona. Venezuela tiene una tasa de cambio de equilibrio respecto al petróleo, pero excesivamente sobrevaluada respecto a sus manufacturas, lo cual no se soluciona con el cierre de las fronteras. Conocedores del tema afirman que la industria venezolana necesita urgentemente una devaluación, pero que ésta no se dará en el corto plazo por la proximidad del período electoral. Actualmente los partidos políticos involucrados en el proceso se echan la culpa unos a otros por la crisis del bolívar.
Por otra parte, el rechazo de los industriales venezolanos al librecambismo interregional, más que una respuesta al mal funcionamiento del Pacto, parece ser el efecto de la costumbre que éstos tienen de estar sobreprotegidos, lo cual implica que no estan dispuestos a aceptar ninguna forma de competencia. Históricamente, los largos e indefinidos períodos de protección han mostrado, por lo general, un sólo resultado: altos grados de ineficiencia.
Consideran los defensores del Pacto que, en un momento en que los países desarrollados, particularmente los Estados Unidos, practican una marcada política proteccionista que afecta fuertemente a los países con menor grado de desarrollo, es un error craso que cierren sus fronteras y debiliten sus pactos. De esta manera tan sólo están estrechando el área de sus mercados y limitando su poder de negociación con el resto del mundo.
El cierre parcial del mercado venezolano provoca para Colombia una caída en exportaciones menores (textiles, neveras, cerámicas, baldosas, etc.) que se calcula entre 30 y 40 millones de dólares. Esto aumenta el déficit comercial con Venezuela, si se tienen en cuenta los altos volúmenes de hidrocarburos importados por Colombia. Es importante también observar el daño que se le hace a aquellos industriales que habían expandido sus plantas sobre la base de un mercado que, de un momento a otro, les cierra sus puertas. Así, --afirman los industriales--, es imposible pedir planificación industrial.
Respecto a lo anterior, pese a que el director del INCOMEX, Gustavo Tobón, ha dicho que no se aplicará una política "de ojo por ojo, diente por diente", en algunos sectores se ha planteado la posibilidad de ejercer presión sobre Venezuela, acudiendo a otras fuentes para la importación de hidrocarburos, lo cual en este momento no parece muy difícil.
Se agotan las esperanzas
Toda esta situación provoca temor por el futuro de un Pacto que, pese a haber mostrado innumerables problemas y desaciertos, también ha mostrado efectos positivos: en 1970, el 19% de las exportaciones no tradicionales colombianas iban a los países que conforman el Pacto Andino; en 1982 este porcentaje subía al 32%.
Mostrando alguna esperanza en la recuperación del Pacto, los gobiernos de Ecuador, Perú y Colombia firmaron entre sí acuerdos bilaterales para el desmonte de restricciones a varios productos en materia de intercambio.
Pero aun los integracionistas reconocen que lo anterior no es suficiente para que éste sobreviva. El Pacto está muriendo por incumplimiento de todos los países; por retrasos en la desgravación automática; por violación en las normas de origen; por rigidez en las estructuras; por el estancamiento en la planificación industrial. El Pacto está muriendo y no son las odas a Bolívar las que lo van a salvar.--