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El consumo y la inversión seguirán siendo los principales motores de la economía el año entrante

INFORME ESPECIAL

PERSPECTIVAS ECONÓMICAS 2007

Por quinta vez consecutiva Colombia crecerá por encima del 4 por ciento, una verdadera hazaña. A pesar de lo que dicen las aves de mal agüero.

25 de noviembre de 2006

La semana pasada los analistas del Deutsche Bank, uno de los bancos extranjeros más grandes del mundo, recomendaron abstenerse de comprar títulos en el mercado de deuda pública interna de Colombia, hasta que el escándalo por supuestos vínculos de congresistas con grupos paramilitares se aclare. Según este banco, lo anterior podría afectar la aprobación en el Congreso de la reforma tributaria y de transferencias, dos proyectos clave para la estabilidad de las finanzas públicas.

A semejante advertencia se sumaron las alarmas que algunos analistas colombianos lanzaron en medio de foros económicos: que la economía colombiana enfrenta varios riesgos de fondo, que el actual nivel de deuda pública pone al país en una situación bastante vulnerable y que el impacto de los problemas políticos recientes (léase otra vez vínculos de congresistas con paramilitares) puede ser mayor de lo pensado.

Hacía rato que una olla podrida en la política no causaba tanto efecto en las percepciones de los economistas. Atrás parecían haber quedado los años en que las relaciones non sanctas de los políticos acarreaban problemas de confianza en el desempeño de la economía, que en algunos casos acababan en la descertificación de la misma. Por eso la pregunta que hoy se hace todo el mundo es ¿qué tan serias son estas advertencias? y ¿hasta qué punto el buen momento económico por el que atraviesa el país se puede ver empañado por cuenta de tres, cinco o diez políticos corruptos?

Lo primero que hay que hacer es pedir calma. A los analistas les pagan por ser pesimistas. Su profesión consiste en medir todos los escenarios y no dejarse llevar por la euforia del momento. Por eso cuando dicen que la economía en 2007 ya no va a crecer al 6, como este año, sino al 5, eso no está nada mal. Todo lo contrario. Durante muchos años media humanidad soñó con el día en que el producto interno bruto colombiano volviera a crecer por encima del 4. Y ahora que por fin es así, no es el momento para ser aguafiestas.

Además, tampoco está mal si se compara con el caminado del resto del planeta. Especialmente, el que van a tener el año entrante su tres principales socios comerciales. Estados Unidos va a crecer alrededor del 2,9 por ciento, por cuenta de la caída en el consumo de los hogares, del desinfle del mercado de la vivienda y de las presiones inflacionarias. Venezuela y Ecuador lo harán a un tímido 3,7 y 3,2 por ciento, respectivamente, gracias a la caída en los precios de los productos básicos, especialmente el petróleo (ver artículo en la página 136).

En casa

Si bien el panorama mundial no pinta muy bien para las exportaciones colombianas, las cosas en casa están mejor que nunca.

Primero, porque van a seguir llegando a chorros los capitales de inversión extranjera directa. Para la prueba habrá un rosario de botones el año entrante: nuevos bancos (ver artículo en la página 146), nuevos canales de televisión (ver artículo en la página 144), nuevos proyectos de infraestructura (ver artículo en la página 142).

Segundo, por el diferencial en las tasas de interés. Desde agosto pasado, la Reserva Federal de Estados Unidos les puso freno a las alzas y es muy probable que el año entrante comience a bajarlas, posiblemente unos 50 puntos básicos. En Colombia, por el contrario, el costo del dinero subirá en los próximos meses. De esta manera el diferencial con Estados Unidos aumentará y los inversionistas van a preferir dejar su platica en Colombia porque les paga más interés. Esos dólares van a tener un efecto directo sobre la tasa de cambio y lo más probable es que la divisa siga barata el próximo año (ver artículo en la página 126).

Tercero, porque el consumo y la inversión -los dos principales motores de la economía en estos últimos dos años- seguirán su buena racha. El consumo de los hogares, que este año logró el punto más alto en una década, se va a fortalecer en 2007 (ver artículo en la página 138). En cuanto a la inversión, los empresarios tienen previsto hacer nuevos proyectos por 2,4 billones de dólares en diferentes sectores (ver artículo en la página 140).

No todo es color de rosa. Entre los lunares figura el fenómeno de El Niño, que puede encarecer el costo de los alimentos en el primer semestre del año. Un Niño muy hiperactivo puede disparar la inflación y hacer que la meta de inflación para 2007 del Banco de la República no se cumpla (ver artículo en la página 130).

Pero, sin lugar a duda, lo más importante de 2007 para los mercados será la suerte de la reforma a las transferencias. Y por ese lado es que viene la reciente paranoia de los analistas nacionales e internacionales. Si el Congreso no aprueba la reforma, no hay plata para el Plan de Desarrollo y el déficit fiscal se va a aumentar. Eso podría afectar las tasas de interés y la capacidad de crecimiento de la economía. Atado a las transferencias está el futuro de la calidad crediticia del país: si no pasa, las calificadoras internacionales no le van a subir la calificación de la deuda a Colombia. Y eso sería desaprovechar un papayazo de oro, porque a mejor calificación, menor es el costo de la deuda externa. Además, sería una lástima porque hoy los spreads de la deuda colombiana están apenas en unos 170 puntos básicos, mucho mejor que países como Brasil o México.

En resumidas cuentas, el año que viene pinta bien. Las perspectivas para la economía colombiana son positivas por quinto año consecutivo. La pelota está ahora en manos del gobierno y del Congreso. Ambos tienen la titánica tarea de evitar que el deterioro del clima político por la infiltración 'para' afecte la aprobación de importantes reformas económicas como la de las transferencias, vital para la salud de las finanzas públicas.

Ahora que los empresarios están poniendo de su parte, al igual que los consumidores y los inversionistas extranjeros, el turno es para el gobierno, pero muy especialmente, para el Congreso. Aunque suene a lugar común, en sus manos está el futuro económico del país.