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INFRAESTRUCTURA

Petrodólares y vías

Nadie duda de que el país necesita recursos para construir megaobras, y vender parte de Ecopetrol para ese objetivo es una buena idea si la plata se invierte bien.

4 de diciembre de 2010

La decisión del gobierno de Juan Manuel Santos de darle un impulso a su plan de infraestructura con la venta de parte de la joya de la corona no tiene marcha atrás. La solicitud para privatizar otro 10 por ciento de Ecopetrol, la empresa más grande del país, ya está en manos del Congreso, donde al menos hasta ahora han pasado sin problema todas las iniciativas que llegan con la bendición del palacio presidencial.

Así que la decisión ya está tomada. Y la gran pregunta, en consecuencia, es en qué gastar esos recursos y cómo impedir que se dilapiden. El negocio podría producir ingresos por unos 16 billones de pesos. Con eso se podría construir tres veces la Ruta del Sol, el más grande proyecto vial que actualmente se construye en Colombia, que conecta al centro del país con la costa atlántica. Eso significaría multiplicar por cuatro la cantidad de kilómetros de doble calzada con que cuenta hoy Colombia.

¿Cómo emplear los recursos para impedir que se gasten mal? La respuesta no es obvia. Primero, se debe evitar que el nuevo plan de obras sea un pliego de peticiones de los políticos locales. Estos billonarios recursos no pueden terminar en elefantes blancos que no respondan a las necesidades del país. El ministro de Transporte, Germán Cardona, se comprometió a que en la definición de los proyectos no habrá politiquería, sino puro criterio técnico. Y para ello se asesorará de Planeación Nacional, Fedesarrollo y gremios como la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI).

Otro escollo que puede surgir proviene del hecho de que el país está en obra gris: hay trabajos en marcha en demasiados frentes. Proyectos como la Transversal de las Américas, Autopistas de la Montaña, la doble calzada entre Bogotá y Buenaventura, la doble calzada Bogotá -Villavicencio y el primer túnel de La Línea quedaron contratados durante el anterior gobierno. Así que el nuevo paquete de obras se debe articular con lo que está avanzando. Un documento Conpes aprobado por el gobierno Uribe ya definió que de la venta de Ecopetrol deben salir recursos para la Transversal de las Américas, la autopista Bogotá-Villavicencio y las Autopistas de la Montaña. El nuevo programa no puede ser una rueda suelta que no tenga en cuenta las obras ya adjudicadas.

Solo entonces se podría pensar en las grandes vías que realmente faltan. El presidente de la CCI, Juan Martín Caicedo Ferrer, planteó su propio listado: la autopista marginal de la selva entre la frontera con Ecuador y la frontera con Venezuela; la doble calzada a Puerto Carreño para conectar los llanos orientales; el tren central y la navegabilidad del río Magdalena. El listado podría ser mucho más extenso, pues necesidades de infraestructura hay a lo largo de todas las regiones.

La buena noticia es que todo esto va a ser posible sin que se le dé un golpe a Ecopetrol. La venta de un 10 por ciento no afectará la estructura, ni la salud financiera, ni la rentabilidad de la empresa. Esto quedó claro esta semana cuando los inversionistas se raparon la emisión de bonos más grande en la historia del mercado de valores nacional: un billón de pesos para financiar el plan de inversiones de la petrolera; además, la firma anunció un nuevo descubrimiento petrolero en el Meta, más exactamente en el pozo Acacías 1. Esos anuncios demuestran que las directivas de la firma están haciendo bien la tarea.

Vender parte de Ecopetrol es la oportunidad única para desatrasar a Colombia de cinco décadas de malas políticas en infraestructura. El ambiente, que hace seis años era impensable, hoy sí parece existir, y es muy probable que el proyecto avance sin mayores tropiezos en el Legislativo.