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Petróleo perdido

Las voladuras al oleoducto Caño Limón-Coveñas ocasionan la fuga de miles de barriles de crudo hacia Venezuela.

23 de abril de 2001

La cifra es alarmante: durante el ultimo mes y medio el oleoducto Caño Limón-Coveñas ha sido objeto de 46 atentados. En menos de tres meses se alcanzó la mitad de los ataques que se hicieron en todo el año 2000. Esta situación ha obligado a parar la producción de crudo en la zona en forma ininterrumpida desde el pasado 15 de febrero, ocasionando pérdidas para la Nación de 2,5 millones de dólares al día.

Este año se han dejado de vender 130 millones de dólares y el año pasado no se exportaron 276 millones de dólares. Este costo de oportunidad es especialmente significativo si se tiene en cuenta que el precio del crudo durante 2000 superó los 36 dólares por barril, la mayor cotización desde la Guerra del Golfo en 1991.

Pero más grave que no poder vender petróleo a tiempo es perderlo para siempre. Resulta que el yacimiento de Caño Limón se extiende desde Arauca hasta territorio venezolano. Cuando hay ataques contra el oleoducto Ecopetrol y su asociado —la Occidental Petroleum Corp.— empiezan a guardar el crudo en unos tanques de almacenamiento que tienen dispuestos para este fin. Pero una vez los tanques llegan a su tope —1,3 millones de barriles— los operadores tienen que cerrar las ‘llaves’ de extracción. Este cierre produce una presión adicional sobre el yacimiento petrolífero, la cual termina por empujar el petróleo hacia el lado venezolano según lo han determinado expertos consultados por SEMANA. Así, Venezuela acaba extrayendo el petróleo que en un principio estaba bajo territorio colombiano. En el sector califican este fenómeno como el ‘efecto malteada’. El vaso en este caso es el yacimiento. El líquido es el petróleo. Los que chupan Colombia y Venezuela. Si uno de los dos deja de succionar crudo por su pitillo el vecino toma no sólo lo suyo sino también la parte del otro.

Técnicos petroleros calculan que diariamente emigran de Caño Limón hacia el país vecino entre 15.000 y 30.000 barriles de crudo. Durante los 53 días que lleva parado Caño Limón se estima que han pasado a tierras venezolanas 1.300.000 barriles de crudo, equivalentes a 33 millones de dólares en el mercado de hoy.



Los otros costos

Pero los 786 atentados de los que ha sido víctima Caño Limón-Coveñas durante los últimos 15 años han ocasionado todo tipo de costos, además de los relacionados con los ingresos dejados de percibir y los movimientos de petróleo que se van al otro lado de la frontera.

En efecto, el país ha tenido que invertir más de 45 millones de dólares en la reparación del oleoducto. Ha gastado 47 millones de dólares en descontaminar ciénagas, ríos y tierras afectadas por los derrames. Además, cuando el derrame de petróleo cae sobre afluentes del río Catatumbo y éste se adentra en territorio venezolano, la vecina Nación adelanta los trabajos de descontaminación y pasa la factura a Ecopetrol. Solamente el año pasado se pagaron 18 millones de dólares por los trabajos de limpieza realizados por Venezuela en 1999 y 2000.

Los 2.400.000 barriles de crudo derramados desde 1986 hasta la fecha equivalen a 10 veces el petróleo derramado en el desastre del buque Exxon Valdés el 24 de marzo de 1989 entre Alaska y Canadá, el que se conoce universalmente como la peor tragedia ambiental de todos los tiempos.

Pero eso no es todo. Los mercados internacionales castigan el precio del barril colombiano dada la incertidumbre en la entrega que provocan las voladuras. Esta situación ha ocasionado que el petróleo de Caño Limón se venda dos dólares por debajo del precio del mercado, con lo que se benefician los compradores extranjeros —principalmente Estados Unidos— pues terminan cancelando por el petróleo colombiano mucho menos de lo que pagan por otro de igual calidad. En efecto, el año pasado los estadounidenses se ahorraron por este concepto 88 millones de dólares.



Golpe a las finanzas publicas

Cabe preguntarse cuál es la misión nacionalista del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que sabotea la producción de petróleo colombiano para beneficiar a los venezolanos y ofrecerle un crudo más barato al país más poderoso del mundo. Por si esto fuera poco, contribuyen a aumentar el grave déficit fiscal nacional.

Dejar de producir significa menores ingresos para Ecopetrol y menos impuestos y transferencias para la Nación. De los 120.000 barriles diarios que se extraen de Caño Limón el 85 por ciento es para Colombia, vía impuestos y regalías, y el restante 15 por ciento de ese valor se lo reparten la Occidental y el grupo de empresas que conforman el consorcio operador. Sólo de lo que le corresponde al Estado, el año pasado se dejaron de percibir por este concepto 234 millones de dólares. Al no disponer de estos recursos se vio obligado a aplazar proyectos de inversión y a retrasar el aumento de la cobertura de los sectores de salud y educación, alcantarillado y agua potable.

Dejar de bombear crudo implica además una reducción en las ventas internacionales de Ecopetrol. Esto resulta un absurdo si se tiene en cuenta que estas exportaciones son la principal fuente de divisas que tiene Colombia. Durante 2000 las exportaciones de petróleo y sus derivados representaron cerca de 35 por ciento del total de las ventas externas del país, con ingresos superiores a 4.500 millones de dólares.

Más allá de representar la tercera parte del comercio exterior nacional el crudo le ha permitido al país tener una balanza comercial positiva, acrecentar las reservas internacionales, fortalecer la balanza de pagos, evitar los riesgos de una crisis cambiaria y tapar parte del enorme hueco fiscal del Estado colombiano. Cada dólar que Colombia deja de exportar por cuenta de las voladuras merma cada uno de estos beneficios económicos del petróleo.



Arde Arauca

Lamentablemente los atentados también tienen repercusiones que afectan a la región araucana. Durante las épocas de suspensión el departamento deja de percibir aproximadamente 500 millones de pesos diarios por concepto de las regalías que no se generan. En el transcurso de este año lleva perdidos más de 25.000 millones de pesos. Esta parálisis provocará que 1.200 maestros no tengan sueldo en abril, que la salud no reciba los 500 millones que necesita y que el pago de la deuda pública quede en veremos con su consecuente moratoria de intereses. Es otra manera como el ELN ‘defiende’ los intereses del pueblo.

De ahí que no sea extraño que, por primera vez desde que existe Caño Limón, los habitantes de la región hayan empezado a protestar masiva y públicamente contra los atentados cometidos por la guerrilla. Y es que saben que los derrames de crudo afectan también las tierras y fuentes de agua, dejando a su paso infertilidad, contaminación y desvalorizando los predios por donde cruce el oleoducto. Más aún cuando por la frecuencia con que vuelan el tubo —hasta seis veces en un día— no se alcanzan a limpiar las zonas afectadas, y menos aún cuando las voladuras son rodeadas de minas quiebrapatas que impiden la descontaminación.

Las autoridades deberían tomar más en serio la ruina económica que dejan las voladuras —en la región y en el país—. Según muchos observadores locales no sería tan difícil impedirlas, menos cuando la mayoría sucede en apenas 60 kilómetros de tubo. Un poco de coordinación, inteligencia y voluntad política podría ponerle fin al chantaje macabro del ELN, devolverle millones de dólares perdidos a la quebrada Nación y la prosperidad a una región estratégica para Colombia.