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PRESENTE SIN FUTURO

La Comunidad Económica Europea y el Pacto Andino firman acuerdo de cooperación mutua

23 de enero de 1984

El acuerdo firmado entre la C.E.E. y el Grupo Andino, el pasado 17 de septiembre en Cartagena, se enmarca dentro del contexto Norte-Sur, esto es entre las relaciones que existen entre los países desarrollados y los países en vía de desarrollo.
¿Constituirá este acuerdo un paso significativo en el llamado diálogo Norte-Sur? ¿Cuáles son las posibilidades reales de implementación?
Las relaciones entre la comunidad europea y los países latinoamericanos no han sido siempre las mejores. Ellas han atravesado momentos de ruptura casi total, si bien ha habido intentos serios de establecer mecanismos fructíferos en su relación.
Ya en 1958, año en que se constituía la Comunidad Económica Europea, es enviado a los países de America Latina lo que podría llamarse una carta de presentación de la C.E.E., donde además de dar a conocer sus objetivos como Mercado Común, manifestaban su interés de impulsar programas de cooperación, como la promoción comercial de productos latinoamericanos, así como asistencia tecnica y financiera, de cara a establecer mejores relaciones entre ambas regiones.
Durante la década del 60 se darían los primeros esfuerzos para resolver algunos de los problemas en las relaciones comerciales entre América Latina y la Comunidad.
Los países latinoamericanos elevaban entonces una protesta por la aplicación de la Política Agricola Común (PAC), que levantaba medidas proteccionistas sobre el sector para la comunidad, en tanto que en su interior permitía un libre comercio en el 90% de los productos provenientes del mismo.
Esto conduce a mediados de la década, a la realización de unos primeros contactos entre ambos bloques, donde después de analizar los problemas que se le planteaban a los países de América Latina, se proponen algunas soluciones para ciertos productos de esta región.
A finales de la década el Grupo Latinoamericano de Bruselas propone a la C.E.E. la conformación de una comisión permanente con representantes de las dos partes. Pero nunca hubo una respuesta por parte de la Comunidad, quedando interrumpido el diálogo.
Indudablemente el período fuerte de negociaciones es la década del 70. Durante el mes de julio de 1970 se reúne en Buenos Aires la Comisión de Coordinación Latinoamericana (CECLA), versión preliminar del SELA, para estudiar las posibles relaciones con la C.E.E. a partir de entonces son muchas las idas y venidas por las que atraviesa este diálogo.
Pero las condiciones de la economía internacional, v.gr. aumento del precio del petróleo, aunadas a la ampliación de la C.E.E. con la incorporación de Gran Bretaña, Dinamarca e Irlanda, interrumpen nuevamente el diálogo.
En 1975 se crea el Sistema Económico Latinoamericano, SELA, en reemplazo del CECLA, que venía realizando sucesivos intentos de diálogo con la Comunidad.
Finalmente los hechos de las Malvinas precipitarían la última ruptura del diálogo.
Las relaciones de la C.E.E. con el Grupo Andino se remontan solamente a 1980, desde cuando se inicia la búsqueda de un Convenio Marco entre los dos sistemas, que fue el que se concretó con la firma del tratado del 17 de diciembre en Cartagena.
Este convenio permitiría tanto a los países miembros de la C.E.E. como del Grupo Andino salir de la crisis que viene afectando a la economía mundial desde comienzos de la presente década.

PROBLEMAS ESTRUCTURALES
Pero no es solamente la crisis económica la que se busca resolver, sino también las crisis internas por las que atraviesan estos organismos, lo cual constituye además el talón de Aquiles para la real puesta en marcha del convenio.
Es más o menos conocida por todos la crisis que ha venido sufriendo el Pacto Andino, caracterizado por el constante incumplimiento de los acuerdos y programas sectoriales (v.gr. Siderurgia, Automotores); el programa de liberación enfrenta constantes violaciones en el régimen de licencias, y el acuerdo del Arancel Externo Común (AEC) tampoco ha podido ponerse en práctica. Factores estructurales de las economías internas de los países miembros, como los efectos de la crisis internacional han sido factores que han contribuido a esta situación.
Sólo queda la buena voluntad de los signatarios del Acuerdo de Cartagena, que han hecho esfuerzos grandes para mantener vivo el Pacto Andino.
Es así, como se elabora el plan de emergencia, en la reunión efectuada en Caracas el 24 de julio del presente año, que busca el restablecimiento del intercambio comercial implementando mecanismos de pagos y financiación de importación que resuelvan los cuellos de botella actualmente existentes.
Se buscan además medios de financiación comercial a través del Fondo Andino de Reservas y la Corporación Andina de Fomento, y la definición de nuevas lineas comerciales.
Un nuevo proceso de reorientación ha sido necesario para sacar de la crisis al Grupo Andino (GRAN).
La situación de la Comunidad Económica Europea, no es menos envidiable. El sector más crítico y que refleja mejor el problema de la C.E.E. es el agropecuario. Los precios agrarios han sido motivo de fuertes contradicciones y enfrentamientos entre los países miembros, donde cada cual busca su mejor posición.
Por otro lado la sobreproducción en el sector en los países de la C.E.E. supera con creces las necesidades del Mercado Común. Tal es el caso de los productos lácteos y de la carne, viéndose obligados muchas veces los países productores a destruir el sobrante o bien a reducir los precios a niveles tan bajos que ayuden a dar salida a los excedentes.
Pero tal vez el mayor problema radica en el aspecto presupuestal. Cada día los países miembros buscan limitar más sus aportes, mientras se exigen más gastos para la Comunidad, lo cual podría conducir a una descapitalización de este organismo.
Fueron éstos, los problemas abordados en la reciente reunión en Atenas, donde lo único que se acordó fue otro encuentro para 1984, quedando vigentes estos problemas.

SURGEN LOS INTERROGANTES
Es dentro de este marco que se realiza el convenio C.E.E. GRAN, y que obviamente plantea muchos interrogantes.
Si bien este convenio es loable desde el punto de vista de coordinar es fuerzos para superar la crisis económica, en cuanto permite ampliar el mercado a los productos de ambas regiones, y crear los mecanismos que permitirán organizar dicho mercado, la situación que viven en la actualidad ambos organismos dificulta la realización de muchos de los acuerdos obtenidos.
Un primer interrogante surge de la situación propuestal de la Comunidad. ¿Cómo mantendrá los compromisos que pueda adquirir, mediando una situación de inestabilidad frente a la cual no se vislumbran todavía posibles salidas?
Por el lado de los países del Grupo Andino, si los programas de la subregión no se han cumplido, ¿cómo se pretende dar cumplimiento a programas que de seguro serán de mayores proporciones?
Además, es bien sabido que los principales productos que comercializan los países andinos con los desarrollados son productos básicos; que dentro del convenio se busca establecer una cooperación para la comercialización de este tipo de bienes, así como de los semimanufacturados y manufacturados; pero si se tiene en cuenta la situación agropecuaria de la Comunidad, que goza de superabundancia, lo cual le ha traído graves problemas en sus acuerdos, ¿cómo se garantizará la comercialización de nuestros productos agropecuarios en el Mercado Común? Sin ir muy lejos, Colombia ha enfrentado ya muchos obstáculos tratando de lograr abrir un mercado para la carne entre los países de la Comunidad...
Sin embargo, hay aspectos favorables que podrían darse en el corto plazo, como es la asistencia técnica, y los programas de cooperación para el desarrollo de los diferentes sectores de la economía. Lo cual obviamente interesa a los países europeos, pues son nuevos espacios de inversión que se abren.
Esto, siempre y cuando se tenga presente y se reconozca el principio esbozado en el convenio, de que "el Grupo Andino es una región en desarrollo y el Acuerdo de Cartagena considera la existencia de países de menor grado de desarrollo y sin litoral". Lo cual supone para los países de la Comunidad impulsar verdaderas políticas de cooperación, condición indispensable para establecer un nuevo tipo de relaciones Norte-Sur.
Si ello es así, y si además efectivamente la Comisión Mixta creada por el convenio comienza sus funciones en el primer semestre del próximo año como lo propusiera el Presidente Betancur, este convenio constituirá un paso adelante en el diálogo Norte-Sur. Pero si los obstáculos a los que se hizo referencia, que tocan sólo una parte del problema, no se superan, el tratado será un programa de bellos propósitos, que como sucede actualmente en la C.E.E. y en el GRAN, jamás se llegan a cumplir debidamente.