Home

Economía

Artículo

Hace 20 años en Wall Street reinaban los excesos como hoy. Muchos pronosticaron que tarde o temprano vendría el colapso. Analistas creen que el futuro será diferente. El mundo financiero como se conoce hoy llegó a su fin

WALL STREET

Profeta del desastre

Los escándalos que propiciaron la caída de Wall Street eran un secreto a voces. Hace 20 años, Michael Lewis no sólo los describió, sino que pronosticó la debacle de hoy. Ahora, el mismo autor revela cómo la pirámide de Madoff se pudo mantener por años.

31 de enero de 2009

El mundo sigue atónito la película del colapso de Wall Street. Los testimonios de quienes pasaron por allí y pronosticaron la debacle del mayor centro financiero del planeta se han vuelto el plato predilecto de esta historia que está lejos de terminar.

En las últimas semanas, un libro publicado hace 20 años ha vuelto a cobrar singular vigencia. Se trata de Liar's Poker (literalmente El póquer del mentiroso), una crónica escrita por el estadounidense Michael Lewis en la cual describe con detalles los excesos que se vivieron en Wall Street a finales de los años 80.

El autor no se imaginó que estaba pronosticando la actual tormenta. "Ni por un momento imaginé que las consecuencias financieras de 1980 tendrían una duración de dos décadas o más", dijo recientemente Lewis, el autor más citado por la prensa internacional en los últimos días.

Este hombre, convertido en profeta del desastre, cuenta en el texto su experiencia de trabajo en el banco de inversión Salomon Brothers, a donde llegó a los 24 años en 1985, sin haber tomado siquiera un curso de contabilidad ni dirigido una empresa, y mucho menos haber administrado sus propios ahorros. Lewis reconoce que tres años después salió mucho más rico, asombrado de la manera tan fácil de hacer dinero. "Nunca comprendí bien por qué un banco de inversiones me pagaba a mí cientos de miles de dólares para calcular qué bonos y acciones iban a subir o a bajar".

Lewis pronostica en el libro que tarde o temprano se vendría un gran juicio cuando Wall Street se despertara. Pensaba que un día alguien se daría cuenta y echaría del mundo de las finanzas a jóvenes como él, que estaban apostando con el dinero de los demás. Pero lo peor era que sus jefes (y describe bien el caso del CEO de Salomon Brothers, John Gutfreund) hacían lo mismo a lo grande y que cobraban por ello no cientos de miles de dólares, sino millones.

Lewis dice que desde hace dos décadas, estuvo esperando el final de Wall Street. Las primas indignantes que se repartían los altos ejecutivos, los escándalos de nunca acabar, el estallido de la burbuja de Internet y el descrédito de los bancos de inversión terminarían con el mundo financiero de hoy.

Pues bien, Lewis volvió ahora a la palestra con un texto aun más profético, The End, en el que habla nuevamente del fenómeno de Wall Street y pronostica el fin del mundo financiero tal cual se le conoce. En una reseña del texto, El País de Madrid destaca cómo Lewis recuerda que una analista de firmas financieras predijo el 31 de octubre de 2007 que Citigroup tendría que pulverizar su dividendo o estallar. "Meredith Whitney, que así se llamaba esa licenciada en historia de la Universidad de Brown reconvertida en analista financiera, lo tenía claro y lo dijo públicamente: 'Citigroup estaba pésimamente gestionado'". También relata el caso del abogado Steve Eisman, propietario de una firma de análisis, quien se reunió con importantes representantes de los grandes bancos de inversiones para decirles en su propia cara por qué eran mentirosos o idiotas. "Su socio, Vicent Daniel, lo explica así: 'Éramos tipos analizando compañías que sabíamos que tendrían que explotar"'. El 18 de septiembre pasado, Eisman, Daniel y sus compañeros contemplaron el colapso total.

Además, en un artículo publicado el pasado 4 de enero en The New York Times, Michael Lewis (actualmente es colaborador en Vanity Fair) y David Einhorn (presidente del Fondo de Capital Greenliht) cuentan sorpresivos detalles de los recientes sucesos de Wall Street.

Llaman la atención sobre la extraña historia de Harry Markopolos, un ex administrador de inversiones en Rampart Investment Management, en Boston. Durante nueve años Markopolos trató de explicar a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) que Bernard L. Madoff no podía ser otra cosa que un fraude. Que los rendimientos que ofrecía por las inversiones eran no sólo improbables, sino matemáticamente imposibles. Según Markopolos, Madoff debía estar haciendo algo distinto de lo que él decía.

Cuentan que envió una carta de 17 páginas a la SEC en la que explicaba los posibles escenarios en que podría actuar Madoff y llegaba a la conclusión que se trataba del más grande 'esquema Ponzi' (pirámide) del mundo.

Harry Markopolos envió su informe a la SEC el 7 de noviembre de 2005, más de tres años antes de que Madoff fuera finalmente descubierto. Pero Markopolos estaba tratando de explicar el fraude desde 1999. Este hombre no tenía dinero expuesto en Madoff, tampoco era un inversionista infeliz o empleado disgustado, envidioso de las ganancias de otro. Hizo las denuncias sin poner su nombre por temor a cualquier represalia que se pudiera cometer en su contra. Lo curioso de todo es que la SEC hizo una somera investigación del Madoff y no encontró fraude alguno.

Cuentan Lewis y Einhorn que no sólo Harry Markopolos olía algo raro en el negocio de Madoff. Goldman Sachs se negó a hacer negocios con su firma y muchos otros dudaban de los supuestos beneficios que ofrecía. Incluso se cree que algunos de los inversionistas podían tener sospechas de que los rendimientos eran una estafa. Eran demasiado buenos para ser verdad.

En abril de 2008, Markopolos envió un e-mail a Jonathan S. Sokobin, entonces el nuevo jefe de la Oficina de la Comisión de Evaluación del Riesgo, de la SEC, un trabajo que había estado vacante durante más de un año. Esperaba que una nueva cara pudiera tener oídos más dispuestos a investigar. Lo llamó por teléfono y luego le envió su estudio. Obviamente, no hubo resultados. Suena increíble, pero, según Lewis, muchos de los funcionarios que trabajan en la SEC no entienden de las complejas operaciones que manejan los banqueros en Wall Street.

Precisamente, para el autor de Liar's Poker este escándalo de Madoff puso en evidencia los enormes problemas del sistema financiero en Estados Unidos y la falta de controles.

Las agencias calificadoras Moody's y Standard & Poor's no se escapan de la crítica de Lewis por la gran responsabilidad que tenían en el análisis de los bonos respaldados por hipotecas. "Durante los últimos 20 años las instituciones financieras han asumido más riesgos, con la bendición de los reguladores y de las agencias de calificación, que, por cierto, son pagadas por los emisores de los bonos que califican".

American International Group (AIG), Fannie Mae, Freddie Mac, General Electric tenían una calificación de triple A (GE todavía). Los grandes bancos de inversión como Lehman y Merrill Lynch tenían sólidas calificaciones de grado de inversión.

Ahora la SEC promete nuevas medidas para controlar las agencias calificadoras, pero Lewis señala que eso no aborda el problema central: "A los evaluadores les pagan los emisores".

Pero esto no debería ser una sorpresa, dice, porque la SEC, creada para proteger a los inversionistas financieros de los 'depredadores', se ha convertido, justamente, en un mecanismo financiero para proteger a los 'depredadores' con la influencia política de los inversionistas. Preservar la confianza, incluso cuando es falsa, se ha convertido en lo más importante de la agenda de la SEC. No es difícil ver por qué, explica Lewis, si usted trabaja para la SEC, probablemente sabe, en el fondo, que si mantiene buenas relaciones con Wall Street, podrá ser contratado por alguna firma que le pague enormes sumas. Casos hay por montones de comisionados de la SEC que terminaron en altas posiciones en JP Morgan Chase, Deutsche Bank, Credit Suisse o Morgan Stanley.

Lo único positivo de esta historia es que quedaron grandes lecciones. Hoy, todo el mundo espera que el modelo de Wall Street que reinó por años, gracias a la danza de los millones y a las influencias políticas, haya llegado a su fin y se haya cumplido el presagio que un joven, sin querer queriendo, describió hace 20 años.