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A PRUEBA DE BALAS

Una microempresa de chaquetas blindadas se ha convertido en uno de los negocios colombianos más promocionados en el exterior.

26 de junio de 1995

HACE DOS AÑOS, CUANDO iniciaron su negocio, Miguel Angel Caballero y John Murphy no sabían muchas cosas. Por ejemplo, con exactitud dónde queda Kazajstán. Pero los tiempos han cambiado y hoy en sus oficinas hay un mapa actualizado que compraron en Estados Unidos (en Colombia no se consigue) para estar al tanto de la nueva conformación de la antigua Unión Soviética. Son precisamente estos países, por los problemas derivados del narcotráfico y la inestabilidad política, los más interesados en sus productos: las chaquetas de cuero blindadas. Además su negocio reportó ventas por 190.000 dólares en 1994.
Esta fábrica, que debería haber surgido al amparo de la industria militar durante los oscuros años del narcoterrorismo, es el producto de un azar que sólo puede ocurrir en Colombia. Hace tres años Murphy y Caballero eran estudiantes de administración de empresas en la Universidad de los Andes. Repartían su tiempo entre los estudios y dos actividades de origen familiar, que hasta la fecha parecían incompatibles: el blindaje de vehículos y la confección de prendas de vestir en cuero y lana. Un día, como tarea para una asignatura, realizaron una encuesta sobre los hábitos de uso de las prendas blindadas. Los resultados de ese trabajo les señalaron el nuevo negocio: fusionar sus actividades y confeccionar una chaqueta común y corriente, cómoda y discreta, que fuera blindada. Lo más importante, que la prenda debía ser práctica para que el usuario la llevara siempre puesta.
La idea, considerada en un principio como totalmente descabellada por sus familias, fue mucho más cuerda que todo lo que hicieron después. Con el prototipo se presentaron en 1993 al Colombian Leather Market y para lanzar a la fama su producto llamaron al noticiero QAP. En ese medio de comunicación la idea les pareció interesante, pero exigían una certificación de que la prenda funcionaba. La mejor forma de hacerlo era disparándole a alguien. John Murphy fue el conejillo de Indias: recibió un impacto de bala frente a millones de televidentes de manos de su socio. Al día siguiente fueron la atracción de la feria. Los visitantes desfilaban para cerciorarse de que Murphy estaba vivo y, de paso, echarle un vistazo a su estómago, que había quedado negro por el impacto.
De ahí en adelante su consagración corrió por cuenta de los medios. Una aparición en el noticiero hispano de CNN, Telemundo, los dio a conocer a nivel mundial como los únicos fabricantes de prendas de vestir blindadas. El informe de cinco minutos fue presentado en tres oportunidades por esa cadena de televisión. Al debut internacional lo sucedió un jalón de orejas de Proexpo, entidad que no tenía ningún conocimiento de esta actividad y debió responder las preguntas de decenas de interesados del mundo entero.
Pero las primiparadas de las exportacibnes no pararon allí. Su primera venta al exterior fue para un ex presidente de Guatemala. Como ninguno de los dos jóvenes empresarios tenía idea de cómo se realizaba una exportación, cuando les preguntaron por el código de posición arancelaria pensaron que les estaban hablando en griego. "Como se trataba de un producto que no existía, tuvimos que acomodarnos a lo que habia, 'artículos y prendas de vestir en cuero para uso técnico'. En la práctica, guantes de carnaza y overoles de cuero", recuerda Miguel Caballero.
Mientras sus exportaciones apenas se iniciaban, su show ante los medios seguía en firme. Después de Telemundo aparecieron en publicaciones como The Economist, Los Angeles Times, The Dallas Morning News, Financial Times y Latin Trade. La clave para la fama ha sido, además de ser los únicos fabricantes en el planeta de este tipo de productos, provenir del país más peligroso del mundo.
El éxito para Murphy y Caballero se debe al ingenio de hacer lo que a nadie se le había ocurrido. Combinar los dos materiales que existen en el mundo para blindaje (Spectra y Kevlar), de la forma adecuada y camuflarlos bajo una preAda de vestir. "Como nuestra empresa es pequeña tenemos una mayor flexibilidad que las otras blindadoras. Siempre podemos darle gusto al cliente", comenta Caballero para explicar porqué son los únicos en el mercado. Esa flexibilidad los ha llevado a innovar en su colección. Por ejemplo, tras el atentado del que fue víctima el ex ministro Rudolf Hommes este se mandó a hacer una chaqueta especial con el bajo vientre blindado.
La sobriedad con que deben vestirse los hombres de negocios y del gobierno les ha impuesto retos. Además de las chaquetas de cuero, hoy le ofrecen a sus clientes gabardinas y están trabajando en un blazer de paño. En sus precios también hay variedad, pues éstos oscilan entre 390 y 590 dólares.
La diversificación les ha permitido crecer y contar con algo que hace unos meses parecía imposible: un stock de media docena de chaquetas. Si bien se trata de una empresa pequeña, hasta la fecha ha vendido cerca de 220 unidades. Y sus contactos con el exterior provocan la envidia de muchos. Han vendido en Aletnania, Suiza, Suecia, la desaparecida Unión Soviética y Corea, entre otros. Qué mejor producto para romper la resistencia de la antigua Cortina de Hierro.