Home

Economía

Artículo

PUERTAS ABIERTAS

A un año de iniciado el proceso, Colombia está más abierta de lo que todo el mundo esperaba.

1 de abril de 1991

Al contrario de lo que mucha gente piensa, la apertura de la economía colombiana marcha, y marcha bien. Tanto, que buena parte de los problemas monetarios que tiene el Gobierno en este momento se deben al hecho de que la economía colombiana se está comportando como una economía típicamente abierta.

A pesar de que todavía queda mucho por hacer, especialmente en materia de inversiones, los resultados en el campo comercial empiezan a ser halagadores. En los últimos cinco meses, los registros de importación han crecido a tasas superiores al 30 por ciento. Y el ritmo de crecimiento de las exportaciones del sector manufacturero estuvo el año pasado por encima del 20 por ciento.

Uno de los efectos más positivos del proceso de apertura ha sido acabar de concientizar a los empresarios colombianos sobre la necesidad de volcarse al mercado externo.
Hoy, todo el mundo está pensando en exportar. Y no está ahorrando esfuerzos para hacerlo. Ni siquiera en ramas industriales consideradas altamente ineficientes, como la metalmecánica. Entre enero y noviembre de 1990, según información preliminar del Dane, las exportaciones de la industria metálica básica (excluido el níquel) presentaron un crecimientodel 85 por ciento, y las de fabricación de productos metálicos, maquinaria y equipo se incrementaron en 17 por ciento.

Algo similar está ocurriendo con sectores industriales que durante muchos años se desarrollaron al amparo de la protección al mercado interno. Tal es el caso de la industria de alimentos, bebidas y tabaco, y de la industria de textiles y prendas de vestir, cuyas exportaciones crecieron el año pasado a una tasa del 30 por ciento.

De conservar ese ritmo, el valor de las exportaciones del país se podría duplicar en un período ligeramente inferior a cuatro años. Eso quiere decir que a la vuelta del siglo las ventas externas del país podrían estar por encima de los 15.000 millones de dólares.

Pero lo más interesante todavía es el hecho de que ya comienza a notarse una preocupación de los empresarios por no dejar perder ese mercado. Si bien no se ha dado en el país un proceso masivo de reconversión industrial, ya se nota un crecimiento significativo en las importaciones de bienes de capital para el sector. Según los datos del Dane, dichas importaciones se incrementaron en un 18 por ciento entre enero y noviembre del año pasado.

Lo que quiere decir que no es cierto que las medidas relacionadas con el proceso de apertura hayan causado un efecto negativo sobre las importaciones, como se pensaba a finales del año pasado, cuando sólo se conocía el comportamiento de los registros ante el Incomex y el volumen de giros autorizados por el Banco de la República.

En el primer caso, la baja solicitud de permisos de importación observada en los nueve primeros meses de 1990 obedeció al hecho de que a finales de 1989 hubo una sobre oferta de tales certificados. En ese año los registros otorgados por el Incomex llegaron a 6.716 millones de dólares, pero las importaciones efectivas sólo llegaron a 4.549 millones. Los empresarios, por lo tanto, se quedaron con permisos de importación sin utilizar por más de 2.000 millones de dólares. Y, en tales condiciones, las solicitudes del año siguiente tenían que bajar. Por lo menos las de los primeros meses, como se demostró a partir de septiembre, cuando se incrementaron nuevamente las demandas.

Por el lado de los giros el problema es de otra naturaleza y demuestra que la economía colombiana está más abierta de lo que muchos creen.
Normalmente, y a través de cartas de, crédito bancarias, los importadores logran financiar por un tiempo el valor de sus compras en el exterior. Sólo después de unos meses adquieren dólares en el Banco de la República y cubren sus obligaciones. Entre mayor sea el plazo que consigan, menores serán los giros al exterior.

Todo parece indicar que durante 1990 los importadores lograron incrementar sus niveles de endeudamiento en el exterior, dados los altísimos costos del crédito interno. De allí que mientras las importaciones totales crecieron en un 13 por ciento (de acuerdo con los manifiestos de aduana), los giros del Banco de la República por ese concepto cayeron en un 3.5 por ciento.

Para tratar de corregir esa situaciónl que le estaba causando serios problemas monetarios al Gobierno, las autoridades decidieron expedir una resolución según la cual los importadores debían cubrir sus obligaciones con el exterior en un plazo máximo de tres meses posteriores a la fecha de pago consignada en el respectivo registro. Pera como la resolución no fijaba un límite para esta última fecha en el caso de los nuevos registros, los empresarios se las ingeniaron para seguir ampliando los plazos, como lo demuestra el hecho de que en los primeros días del año la situación continúa empeorando. El 8 de febrero (último dato disponible) los giros mostraban una caída del 10 por ciento con respecto al mismo período del año pasado.

En este caso ya no parecen estar pesando únicamente consideraciones en torno del costo relativo de un crédito en Colombia con uno en el exterior. Ahora hay un problema adicional, que es la disponibilidad de recursos. Como en el país los créditos están cerrados (por el encaje del 100 por ciento sobre los nuevos depósitos bancarios), hay que tratar de endeudarse en el exterior.

Es más, ante la falta de recursos internos, los empresarios no sólo están endeudándose afuera, sino que están trayendo dinero del exterior para poder ajustar sus presupuestos. Eso, al menos, es lo que indican las cifras de la balanza cambiaria. Entre el primero de enero y el 8 de febrero del presente año los ingresos de la cuenta de servicios y transferencias (que ha sido utilizada desde hace muchos años para reintegrar al país dineros que no han sido producto de operaciones comerciales ni de la prestación efectiva de un servicio) crecieron en un 102 por ciento, al pasar de 141 a 286 millones de dólares.

En otras palabras, la economía colombiana está comportándose como una economía abierta, en la cual los desequilibrios externos se corrigen casi automáticamente con movimientos de capital, hacia adentro o hacia afuera.
Con un costo, por supuesto, que es lo difícil que se vuelve manejar la cantidad de dinero. Las teorías sostienen que