Home

Economía

Artículo

PURA COINCIDENCIA

Aunque el informe del FMI no es obligatorio, sus recomendaciones se asemejan a las propuestas del ministro de Hacienda

19 de noviembre de 1984

Reunidos enfrente del edificio del Banco de la República en la Jiménez con Séptima, en pleno centro de Bogotá, un buen número de periodistas se congregó el pasado lunes 15 a esperar a los miembros del equipo económico del gobierno que, desde las 8 de la mañana de ese día, se reunieron a discutir los conceptos de la misión asesora del Fondo Monetario Internacional, contenidos en un informe, que el propio ministro de Hacienda se habia encargado de repartir a los medios de comunicación al comienzo del "puente". El documento en cuestión reseña el estado de la economía nacional, tanto desde el punto de vista del gobierno, como del organismo, emitiendo finalmente las opiniones de los asesores del FMI sobre las políticas que se deben tomar para solucionar la crisis actual.
Debido a las circunstancias en que fue divulgado, el estudio empezó a aparecer publicado durante el fin de semana en medio de análisis y traducciones no pocas veces contradictorias. El tono "no comprometedor", del informe, típico de las entidades internacionales, causó más de una confusión en la manera en que fue interpretado. Para el comienzo de la semana, las supuestas "recetas" del FMI ya habían generado un fenómeno de bola de nieve, que sólo después de algunos análisis fríos empezó a detenerse.
Sin embargo, la gran incógnita de los analistas pasó a ser la posición del gobierno ante el estudio. Si bien el equipo económico ha repetido hasta la saciedad que éste no es obligatorio y que el gobierno mantiene una independencia plena a la hora de tomar decisiones, no faltó quien anotara que existe una coincidencia muy llamativa entre lo que sugiere la institución y lo que desea hacer el ministro de Hacienda para afrontar las crisis fiscal y del sector externo. Esta similitud --en opinión de varios especialistas-- es más de formación que de influencia, pues Junguito propuso su estrategia desde mediados del año cuando los miembros de la misión del Fondo no habían arribado al país.
Según los sondeos realizados con algunos miembros de la administración, ésta comparte la idea del FMI, en el sentido de que, en términos globales, se necesita adoptar una política de contracción de la demanda en 1985 para evitar que la caída de reservas se vuelva incontenible, así como con el objeto de impedir un crecimiento desmesurado en la inflación. Dentro de tal estrategia general, se ubican las propuestas concretas de reducción en el gasto del gobierno, límites al medio circulante, aumento de impuestos, control al incremento en los salarios y endeudamiento externo. Aplicando tales políticas, las fuentes gubernamentales consultadas por SEMANA consideran que se detendrá el deterioro de la balanza de pagos y a cambio no habrá aumentos en los precios. La consecuencia directa se reflejaría en el comportamiento de la producción global, cuyo incremento bien puede ser cercano a cero en 1985, e inclusive llegar a ser negativo. "El grado de austeridad estará regido por el nivel de las reservas internacionales y la contratación de nuevos préstamos", anotó un especialista en el tema. Y agregó: "Si el país se queda sin divisas y no se consiguen fondos adicionales, la contracción recetada será muy dura. En el caso contrario, habrá un manejo más holgado". A pesar de lo dura que pueda parecer la política de manejo de la crisis, en círculos oficiales se comenta reitera damente que es la indicada para hace el ajuste necesario. "El país no se ha dado cuenta todavía de la gravedad de la situación" fue la respuesta dada por un economista del gobierno.
Por su parte, entidades como Fedesarrollo opinan que lo que propugna el FMI es "una receta super recesivo que no tiene porque adoptarse", tal como dijera su director, José Antonio Ocampo. La política de restricción del gasto público ha ocasionado, según el organismo de investigación que la recuperación que se viviera durante el primer semestre del año se esté convirtiendo en preludio de una nueva depresión económica que podría llegar a ser tan severa como la del primer semestre de 1983. Por lo tanto, Ocampo propone que se tomen medidas para que la situación cambiaría en el 85 no sea tan dura. Entre otras, se destaca la idea de una renegociación parcial de la deuda con bancos comerciales del exterior, con el objetivo de reprogramarla para que su pago se haga a partir de 1987, cuando las proyecciones de exportaciones se tornan mucho más favorables. Como anota el investigador: "comparativamente la situación de Colombia es totalmente envidiable" y ello no justifica que un año difícil obligue a una contracción cuyos efectos se pueden extender durante mucho tiempo. Esta última opinión es compartida por Jorge Guzmán Moreno presidente de Anif, quien añade que las propuestas son "medidas para países en peores condiciones". Además, el directivo gremial opina que así el remedio esté bien concebido técnicamente "es de difícil implementación política". La estrategia de contraer la economía que al parecer comparten el FMI y el gobierno, fue también atacado por la mayoría de los expositores que se reunieron en Cartagena la semana anterior, en el marco del Congreso Nacional de Economistas. Los expertos citaron el caso de otros países latinoamericanos que han sido objeto de las medidas que apoya el FMI.
En resumen, el espectro que el costo social de una política contraccionista como la planteada puede ocasionar, debe ser tenido en cuenta pues en las difíciles circunstancias en que se mueve el gobierno, un deterioro marcado en el nivel de bienestar de la población --así sea con la promesa de mejoras en el futuro-- puede ocasionar desequilibrios graves a la vuelta de unos pocos meses. Pese a que las noticias sobre los componentes de la estrategia de austeridad abundan, hasta el presente ha sido imposible concretar el debate en el cual el gobierno especifique su política económica global en 1985.--