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¡Qué bonito!

Vuelven los excesos a Wall Street. Los bancos alistan millonarias bonificaciones y hacen 'lobby' para frenar la reforma a la regulación financiera. Película de Michael Moore pone de nuevo el dedo en la llaga: el capitalismo salvaje sigue vivito y coleando.

24 de octubre de 2009

A rrecian las críticas contra los banqueros de Wall Street. La economía estadounidense todavía está en la unidad de cuidados intensivos y en el mayor centro financiero del planeta ya muchos están de fiesta. Retornaron los excesos y la avaricia a los grandes bancos y firmas de valores y corretaje, los mismos que hace 12 meses estaban contra las cuerdas a punto de caer a la lona.

Según el periódico The Wall Street Journal, las bonificaciones de los ejecutivos en el principal centro financiero van camino a batir récord en 2009. Se estima que las remuneraciones a pagar este año por un conjunto de 23 firmas que cotizan en Bolsa podrían ascender a 140.000 millones de dólares. Esto significa el 20 por ciento más que el año pasado.

Entre los bancos que ya han reservado importantes sumas para pagar salarios, sobresueldos y bonificaciones a sus empleados sobresalen J. P. Morgan, que apropió 6.000 millones de dólares; Morgan Stanley, 5.900 millones, y Goldman Sachs, 11.400 millones. Esta última firma de valores les pagará a sus casi 32.000 empleados un salario promedio de 700.000 dólares en 2009. El Citigroup anunció que para retener a sus ejecutivos, aumentará el salario en 50 por ciento, y el banco suizo UBS no se quedó atrás y aplicó la misma política.

Pero si a Wall Street regresaron los excesos, en Europa no se quedan atrás. Según el diario británico The Times, el Royal Bank of Scotland (RBS), que recibió una ayuda millonaria del gobierno para resistir la crisis (ahora es controlado en el 70 por ciento por el Estado) planea pagar primas récord a sus principales ejecutivos. El banco reservó una suma de 6.000 millones de dólares para el pago de bonos. El periódico londinense destacó que se trata de una suma muy similar a la que se canceló antes de la crisis en 2007 y el 66 por ciento más alta que el año pasado.

Nadie entiende cómo puede ser esto posible después de la crisis financiera mundial que provocó el capitalismo salvaje. Los bonos y las excesivas compensaciones, además de la codicia y la especulación, fueron señalados entre los principales culpables de la crisis que se convirtió luego en una recesión mundial.

La reaparición de estas prácticas está escandalizando al mundo entero. La administración Obama se mostró indignada con los bancos de Wall Street por estos altos paquetes de compensación y por la presión que están ejerciendo contra los planes para reformar la nueva regulación financiera.

Sólo en noviembre la Cámara de Representantes debatirá un proyecto de ley que se considera clave para prevenir que se repita este colapso. Pero hay un fuerte lobby de los bancos y muchos temen que este esfuerzo por reformar el sistema regulador fracase.
En todos los países están a la espera de que desde el corazón financiero salgan los cambios. “No volverán los días de comportamientos temerarios y de excesos sin obstáculos que estuvieron en el corazón de esta crisis”, les prometió el presidente Barack Obama a los líderes de los 20 países más industrializados del mundo hace apenas un mes.

El premio Nobel de Economía y columnista de The New York Times, Paul Krugman, criticó duramente a la firma Goldman Sachs por los extraordinarios bonos que pagará. Dijo que este banco ha hecho grandes ganancias en sus operaciones, pero que esto sólo ha sido posible gracias a la cantidad de dinero que el gobierno estadounidense les inyectó a muchas entidades financieras para salvarlas, como a la aseguradora AIG. Según Krugman, si se le preguntara a Goldman por estos pagos excesivos, seguramente dirían que no es asunto de nadie más que de ellos mismos cuánto ganan. Pero, dice el Nobel, citando a un crítico reciente: “Hoy día no hay institución financiera que no se haya beneficiado directa o indirectamente de los miles de millones de dólares de apoyo de los contribuyentes para el sistema financiero”.

Y es que hay que recordar que en febrero el Congreso de Estados Unidos aprobó un plan de rescate para el sector financiero por 787.000 millones de dólares que salió de las arcas del Estado. A nadie le queda la menor duda de que si bien muchas firmas están volviendo a la prosperidad y han retornado algo de los recursos prestados, el sistema financiero tiene una deuda inmensa con la sociedad estadounidense y con los contribuyentes quienes, al fin de cuentas, han puesto la mayor cuota de sacrificio en esta crisis, empezando por la pérdida del empleo o de sus casas.

La verdad es que las remuneraciones siempre serán un tema espinoso en Wall Street. Ahora lo que se espera es que no se olvide que desempeñaron un papel tan grande en la historia de esta debacle.

Pero, por si acaso alguien llega a olvidar los orígenes y los efectos de esta crisis, el cineasta y periodista Michael Moore las recuerda en su nuevo documental, titulado ‘Capitalism: a love story’ (El capitalismo, una historia de amor).

Moore, de 55 años y un agudo crítico de la política estadounidense, puso el dedo en la llaga sobre el modelo de libre mercado y sin controles que ha hecho ricos a unos pocos y empobrecido a muchos más.

En su película, que se estrenó a finales de septiembre, el cineasta hace gala de su característica sátira y usa imágenes de archivo y trucos para lanzar un ataque contra el capitalismo, que él mismo califica como una especie de demonio y como una pirámide. En una entrevista con la cadena de televisión CNN, Moore señala que este sistema legaliza la avaricia. “Creo que el capitalismo significaba algo diferente hace un tiempo, pero ahora es sólo una pirámide que garantiza que a unos pocos en la punta, en este caso al 1 por ciento de los estadounidenses, le vaya muy bien, y al 99 por ciento más bajo le va mal”.
Michael Moore al que muchos recuerdan por la película Fahrenheit 11/9, en la que la emprendió contra el presidente George W. Bush, dice que el 1 por ciento de esta pirámide quiere hacerle creer al 99 por ciento restante, que puede llegar a la punta. “Pero claro, sólo hay espacio para el 1 por ciento”.

Esta película de dos horas denuncia la estrecha relación, inconveniente por lo demás, que existe entre Wall Street y los políticos y funcionarios del Tesoro en Estados Unidos. Revela, por ejemplo, la enorme influencia que ejerce el poder económico de Nueva York sobre el Congreso y el gobierno de Estados Unidos. Muestra cómo en los últimos 10 años más de 10 altos ejecutivos de Goldman Sachs han terminado varias veces como secretarios del Tesoro y trazado la política económica y financiera de ese país.
En una entrevista en CNN, el periodista Wolf Blitzer le preguntó a Moore si se siente desilusionado del equipo económico y de los asesores que eligió Obama para arreglar este caos, entre otros Timothy Geithner, actual secretario del Tesoro, y Larry Summers al frente del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca. “Debo decir que es como si pusieran los zorros a cargo del gallinero. Pero creo en Obama y tal vez lo correcto es que los llevó para que corrijan lo que ellos mismos armaron”, respondió Moore.

Aunque el filme no tiene respuesta acerca de cuál debería ser el sistema económico que reemplace el actual, sí hace una reflexión en el sentido de que para que haya una democracia completa, tiene que haber un sistema económico también democrático. No hay que escoger entre capitalismo y socialismo, la idea es crear un nuevo modelo en el que los privilegios no sean para unos pocos y donde haya equidad y más regulación.
Lo preocupante es que, por lo que actualmente se ve, pareciera que los banqueros no están muy dispuestos a dejar sus viejas prácticas y someterse a un nuevo modelo. Y en ese caso, lamentablemente habría que decir que en Wall Street pasó lo que dijo el príncipe de Lampedusa en Gatopardo: que todo cambie para que todo siga igual.