Home

Economía

Artículo

ESTADÍSTICAS

¿Qué pasa con las cifras?

El Dane volvió a pifiarse con la divulgación de las estadísticas. Su credibilidad está en entredicho.¿Problemas de fondo, de metodología o de comunicación?

14 de octubre de 2006

Los más cercanos asesores del presidente Álvaro Uribe dicen que es casi obsesivo con las cifras. Lleva siempre en su memoria los más recientes resultados de cobertura en servicios públicos o subsidios y los logros en reducción de secuestros; para él, eso muestra los logros de su gestión. Esto, que para los colaboradores del primer mandatario es una gran cualidad, paradójicamente, se está convirtiendo en el gran dolor de cabeza para el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).

La semana pasada se volvió a levantar una polémica acerca del tema; los datos sobre empleo a agosto dejaron a más de uno despistados. Según el Dane, se habían perdido 700.000 puestos de trabajo en agosto, justo cuando la economía crecía casi al 6 por ciento. Las reacciones no se hicieron esperar y varios se enfrascaron en un debate que sigue debilitando la credibilidad de esta institución, que recibe palo porque boga (cuando las cifras son favorables) y palo porque no boga (cuando muestran algún retroceso).

En todo este embrollo, los temas son dos: primero, la estrategia de "las cifras lo dicen todo", del presidente Uribe, que ha puesto justamente a las estadísticas en el primer plano de la discusión política y ha generado en todo el país una sensibilidad particular frente al tema. Segundo, las transformaciones reales que están ocurriendo en el Dane, que han puesto a la entidad en el primer plano de la discusión técnica y que tienen en ascuas a más de un especialista.

Durante los últimos tres años, el Dane ha estado en el centro de la polémica. El primer gran debate se dio en 2004, cuando el entonces director de la entidad, César Caballero, renunció por supuestas presiones para no revelar un estudio sobre la seguridad. El gobierno aseguró que en ningún momento se pidió que lo ocultaran, sino que fuera revelado después de ser analizado por Uribe.

A comienzos de 2005, la algarabía fue por los datos de industria que revelaba la Andi, que no coincidían con los del Dane; por eso se anunció un cambio en la manera de hacer la medición. Luego vino el lío por el censo, que le significó duras puyas al hoy director, Ernesto Rojas, quien decidió cambiar de metodología. Las preocupaciones aumentaron al conocerse los primeros datos, que revelaban que el país tenía tres millones de habitantes menos, por cuenta de la migración. Además, llovieron críticas por la manera de divulgar esta información, pues se consideró que era a cuentagotas.

La semana pasada la discusión se centró en las cifras de empleo. Este rosario de perlas muestra que algo está pasando y el asunto se puede volver más crítico.

Cosa política

En lo que tiene que ver con las estadísticas, el presidente Uribe está tomando de su propia medicina. Su obsesión por los datos ha hecho que sus contradictores también los utilicen como un arma de ataque.

La senadora liberal Cecilia López aseguró a SEMANA que "se perdió total credibilidad en las cifras", y en general se escucharon muchas voces de protesta. En un foro sobre la política de seguridad, la discusión terminó desviándose y muchos hasta se burlaron del papel del Dane. Las alusiones de los contradictores del gobierno son continuas.

López es contundente al plantear el problema: "El país no se puede manejar lleno de mentiras. Hay un gran desorden en el Dane o hay manipulación de los datos".

Por eso, de aquí en adelante, cada ministro o funcionario de la administración va a tener que utilizar argumentos adicionales muy distintos a las presentaciones de Power Point, porque en el escenario político siempre serán puestas en tela de juicio las cifras oficiales.

Pero que el debate haya tomado visos políticos no quiere decir que no haya discusión técnica de fondo. La pregunta de si algo está pasando en el interior del Dane tiene una respuesta clara: sí, hay cosas cambiando por cuenta de los nuevos resultados del censo y de otras mediciones que va a emprender la entidad.

La semana pasada, el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe; el director de Fedesarrollo, Mauricio Cárdenas, y el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, entre otros, defendieron el papel de la entidad y se mostraron tranquilos con las cifras que divulga.

El problema está por el lado de la comunicación y es igualmente grave. Esta es una coyuntura especial. El censo y las nuevas mediciones tienen revolando en cuadro a todos los funcionarios del centro de estadísticas oficiales, porque realmente las cosas ya empezaron a cambiar.

El sábado pasado se entregó la primera gran oleada de información del censo, que era la que tanto venían pidiendo los expertos. Pero estas cifras significan que información como el PIB per cápita y la población total de desempleados varía. Sin duda, la polémica se va a atizar nuevamente.

Además, la entidad también está preparando el segundo Plan Nacional de Información Oficial Básica (Planib) que va a entregar nuevas cifras sobre muchos temas, incluidos los ingresos y las condiciones laborales de los colombianos. Y viene tratando de mejorar las demás mediciones.

Pero el Dane no le ha contado a nadie esto. Y esto es gravísimo. La semana pasada, hasta los más expertos no entendían lo que había pasado con el empleo, pedían una explicación oficial y creían que la metodología había cambiado y esto explicaba los resultados. Si eso pasa con los que saben, ¿qué decir de quienes no tienen dominio en estos temas técnicos? Al fin de cuentas, las estadísticas sirven para que todo un país tenga una idea de lo que está pasando y hacia dónde va.

Carlos Lemoine, presidente del Centro Nacional de Consultoría, dice que "hay cierta arrogancia por parte del Dane. Por ejemplo, en la manera como se hizo el censo, tomándonos por sorpresa a todos con lo de la metodología, imponiéndola sin ningún consenso. Creo que ese es el problema. Las metodologías no pueden ser caprichosas. No se pueden estar cambiando, tienen que ser cosas muy graduales y de consenso con la comunidad de usuarios de las cifras".

El subdirector del Dane, Pedro José Fernández, le dijo a SEMANA que no hay ningún cambio metodológico en las cifras de empleo, sino que se está mejorando el proceso de recolección de información. Para él, las cifras reveladas son las que son.

Pero esto no es así de claro para muchos. Cuando el país empiece a asimilar las cifras definitivas del censo, habrá quienes se vayan lanza en ristre contra la institución. Y así, el tema será de nunca acabar. Es más, hay quienes insisten en que la solución a la problemática es la salida del director de la entidad, quien tiene toda la responsabilidad en los errores que se han cometido al divulgar la información estadística.

De ahí que la propuesta de darle mayor autonomía a la entidad debe cobrar más fuerza y concretarse prontamente. El Dane se debe convertir definitivamente en un centro ajeno a los intereses del gobierno, con presupuesto propio e independencia total y lejos de las tensiones políticas. Si no se toman medidas, la situación se podría volver inmanejable; cada vez más gente va a renegar de las cifras y en el Dane tendrán que contar con los dedos a quienes los defienden. Y esa cifra, para muchos, tampoco será confiable.