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¿Qué será lo que tiene el negro?

El dólar callejero vale hoy casi lo mismo que el dólar oficial. El negocio de las casas de cambio, que mueve 2.500 millones de dólares al año, se empieza a dañar.

11 de marzo de 2006

Afinales del año pasado, cuando se suponía que la economía seguía inundada de divisas, muchas casas de cambio empezaron a preocuparse por la escasez de dólares en el mercado libre. La razón: la mayor parte de los profesionales cambistas -que son quienes les venden a las casas de cambio- estaban tan ocupados cumpliendo con los nuevos requisitos que las autoridades les exigen para operar, que ya no estaban negociando ningún billete.

Esto se debe a que el gobierno ha venido poniendo contra la pared a los operadores del mercado libre (el mismo callejero o negro), en el afán de regularlos. Ahora todos los cambistas deben tener registro de Cámara de Comercio, cuenta corriente y oficina propia, lo cual les encarece los costos de operación.

Precisamente, esta legalización de la actividad ha hecho que el negocio para los cambistas esté pasando de 'verde' a oscuro. La explicación es sencilla: el precio del dólar oficial y del callejero se están acercando cada vez más. Es decir, la brecha entre ambos se está cerrando. En enero pasado se registró el nivel más bajo de los últimos cuatro años: apenas 69,29 pesos de diferencia entre una tasa y otra, cuando el promedio mensual desde 2002 había sido de 137 pesos.

Con una diferencia de 69 pesos entre las dos tasas, la utilidad para los cambistas es hoy de 15 pesos por dólar. Otra historia muy diferente era la que se vivía hace un par de años, cuando cualquiera que operara con divisas en el centro de Bogotá podía vender dólares con utilidades que llegaban a los 50 pesos por dólar.

También se han reducido los montos transados. Hace unos años, lo normal era que un cambista negociara unos 20.000 dólares diarios. Hoy, si se negocian 12.000 dólares, es mucha gracia. La reducción en el número de operaciones se explica porque el tamaño del mercado es el mismo, pero el número de negociantes crece. Según las cuentas del Banco de la República, durante los últimos tres años la torta de dólares en efectivo se ha mantenido en un valor cercano a los 2.500 millones de dólares anuales. En cambio, el número de cambistas ha crecido como arroz y está cercano a los 500.

El negocio también se ha dañado para las casas de cambio. El presidente de Casas de Cambio Unidas, Norberto Traslaviña, reconoce que el margen es cada vez más pequeño porque su empresa tiene unos gastos importantes por fletes y seguros del transporte de las divisas al exterior. Además, las casas de cambio están contra las cuerdas porque la posibilidad de negociar a la TRM (el precio oficial del dólar en Colombia) es reducida, ya que no tienen acceso al mercado interbancario, y sólo pueden venderle a una entidad financiera que les cobra hasta 14 pesos por dólar transado.

Una de las opciones para ellos es hacer arbitraje: mandar al exterior los dólares y hacerlos líquidos por el sistema financiero nacional. Para el presidente de Asocambiaria, Alfonso Garzón Méndez, las actuales reglas del juego favorecen el mercado especulativo de los bancos y castigan su actividad, que es realmente la de vender y comprar dólares.

Ante este panorama, no es apocalíptico prever un ajuste en este mercado si el dólar oficial no sube de precio. Por el momento, los cambistas y las casas de cambio se echan la bendición y ruegan porque la distancia entre los dos mercados sea nuevamente cada vez más grande, para recoger mejores frutos de la venta de dólares. La salida no es fácil porque dependen de una devaluación del peso (es decir, que el dólar se encarezca), lo que en el mediano plazo no se vislumbra. Muchos están preocupados porque, como en los viejos tiempos, podrían quedar literalmente en la calle.