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¿RECESION?

Los empresarios temen que, después de varios años de engorde, al marrano de la economia colombiana le haya llegado la mala hora.

19 de junio de 1995

BARRANQUILLA ESTUVO CALUROSA EN LA mañana del martes pasado. Y no sólo porque por estos días de mayo en la capital del Atlántico se acaba la brisa refrescante que llega desde Bocas de Ceniza. En esta oportunidad, las altas temperaturas corrieron por cuenta de los representantes del sector manufacturero colombiano que se habían concentrado en la ciudad para asistir a la reunión de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Industriales.
Lo que normalmente es una ocasión para intercambiar impresiones y ventilar ideas, se convirtió con el correr de los minutos en una queja uniforme. Cada uno de los asistentes le contó a los demás que en su empresa las cosas iban en picada y que en especial los resultados de abril habían sido francamente desalentadores. "Yo llegué preocupado y salí deprimído", le dijo a SEMANA uno de los asistentes a la reunión.
Pocas horas después, el mismo grupo hizo su entrada a la Casa de Nariño. La cita había sido concertada desde hacía varias semanas con el fin de establecer un dialogo franco y a puerta cerrada con el presidente Ernesto Samper. A lo largo de los 90 minutos que duró el encuentro sólo se habló de dos temas: de los problemas con Estados Unidos y de las dificultades de la industria. Mientras los empresarios adoptaron un tono de acontecimiento, Samper dejó en claro que, por lo menos en materia de economía, no se encontraba afanado.
Y no era para menos. Las cifras en manos del gobierno indican que en materia de inflación, producción y empleo las cosas marchan por buen camino. Que hay confianza en el país le quedó claro al Ministro de Hacienda la semana pasada en Nueva York después de que decenas de banqueros e inversionistas de Wall Street se congregaron a escucharle en Manhattan. Para completar el panorama, el viernes pasado se concretó la colocación de los bonos de Bancoldex por 110 millones de dólares en los mercados internacionales, la primera operación exitosa de una economía latinoamericana después de la reciente crisis de México.
Pero esa tranquilidad no fue suficiente para apagar los bombillos de alerta. Al final de la semana las alarmas estaban sonando con una intensidad que no se escuchaba desde cuando la administración pasada decidió acelerar el proceso de apertura." Ya no hay sectores que están bien y sectores que están mal. Los que iban mal van peor y los que iban en coche se quedaron sin combustible", sostuvo el presidente de la Andi, Carlos Arturo Angel.

FRENADA EN SECO
Semejante apreciación no deja de ser sorprendente si se le compara no sólo con las cuentas del gobierno, sino con las ferias y fiestas de comienzos del año. Hace apenas cinco meses Planeación Nacional se comprometió con una tasa del 6 por ciento de crecimiento de la economía para 1995, la cifra más alta en los últimos 17 años. Además, firmó con sindicatos y empresarios el Pacto Social con el objetivo de llevar la inflación al 18 por ciento.
Hoy, la realidad tiene otra cara. Aunque se cree que la economía todavía conserva algo de impulso, la impresión en el sector privado es que al crecimiento se le acabó la gasolina. "Perdimos el motor del avión y ahora sólo estamos planeando", afirmó el presidente de Unibán, Juan Felipe Gaviria.
La demostración más evidente de ese estado de cosas es lo que le ha ocurrido al sector de la construcción . Este llevaba cerca de tres años de expansión y tanto propios como extraños sabían que en 1995 la cosa sería a otro precio. Pero lo que nadie pensó fue que la desaceleración se convirtiera en una frenada en seco. Tal como dijo el constructor Pedro Gómez, "en vez de un aterrizaje suave, sufrimos un barrigazo".
Y aunque en ese campo de batalla había mucho soldado avisado, los problemas de demanda se han transmitido a otros sectores. Los grandes almacenes de cadena han detectado una desaceleración notoria en sus ventas, "y eso demuestra que la gente no tiene suficiente plata en el bolsillo", agregó Germán Jaramillo, presidente de Cadenalco.
Si bien es muy temprano para que el declive que se acentuó en abril se note en los balances de las empresas, una mirada a los indicadores de comienzos del año demuestra que algunos problemas ya se estaban anunciando. Las encuestas empresariales hechas por la Andi y Fedesarrollo hasta febrero mostraron un aumento en los inventarios y expectativas más bajas hacia el futuro.
Por otra parte, un trabajo hecho por Corredores Asociados con base en las cifras de 109 compañías del sector real, inscritas en el Registro Nacional de Valores, mostró que mientras las ventas al cierre del primer trimestre aumentaron 24 por ciento con respecto al mismo período del año anterior, las utilidades subieron en menos de 18 por ciento. En otras palabras, ya en ese punto había una disminución todavía pequeña pero perceptible en los márgenes de rentabilidad.
Incluso las cifras de concordatos que lleva la Superintendencia de Sociedades revelan un deterioro. Este año ya se han aceptado 17 procesos que involucran activos por 398 mil millones de pesos, mientras que en todo 1994 se contabilizaron 27 concordatos con activos globales por 169 mil millones de pesos.

LOS FACTORES
Las causas de la desventura son variadas e incluyen tanto factores económicos como de expectativas derivadas de la compleja situación política que vive el país. En el primer grupo el villano más notorio son las tasas de interés cuyos niveles reales -por encima de la inflación- han llegado a cerca del 25 por ciento para los préstamos del sector financiero (entre 45 y 50 por ciento anual en términos nominales) . Ese nivel, superior en más de 10 puntos que los niveles tradicionales, ha acabado con el mercado de acciones y le ha encarecido los costos del crédito a todo el mundo: desde las empresas, hasta los deudores del sistema Upac, pasando por los usuarios de las tarjetas de crédito.
El aumento en los intereses ha sido inspirado por la Junta Directiva del Banco de la República que desde hace rato está preocupada por moderar el aumento en la cartera de préstamos, con la tesis de que es necesario enfriar un poco la economía para que la inflación disminuya. Sin embargo, a pesar del mayor costo del dinero, sólo hasta hace unas semanas la demanda de préstamos empezó a bajar. Por lo pronto, la Junta no piensa aflojar el torniquete porque quiere ver que las cifras de inflación respondan y además está preocupada por el aumento en el gasto público. Tal como le dijo a SEMANA uno de los directivos del Banco, "si el gobierno no disminuye su gasto, la única manera de bajar la inflación es apretar al sector privado".
Y el apretón no viene solo de ese lado. El contrabando que desde hace tiempos forma parte de la vida colombiana ha alcanzado dimensiones enormes "y va a la velocidad del rayo", según el presidente de la Andi. A pesar de que la semana pasada en Medellín hubo por fin una acción decidida de las autoridades contra una amplia zona de comercios ilegales, ese gesto es apenas una gota en el barril de la competencia desleal que tiene postrados a textileros y confeccionistas, para sólo mencionar un par de casos.
Como si lo anterior no fuera suficiente, el proyecto de racionalización tributaria que el gobierno le presentó al Congreso en la segunda mitad de abril ha sido recibido con cajas destempladas. La reforma aumenta las tasas de renta, acaba con un buen número de deducciones y sube tarifas muy discutidas como la llamada renta presuntiva. El efecto combinado, es un golpe al sector privado cercano a los 800.000 millones de pesos anuales." Y la paciencia se le acaba a uno cuando ve que esa plata no va para más obras, ni más médicos, ni mejores escuelas. Toda la reforma se va a ir pagándole el aumento de los sueldos a los maestros que con la huelga asustaron al gobierno", concluyó enojado un empresario paisa.
El pesado clima económico se combina con un ambiente político nada alentador. En el frente internacional, los problemas con Estados Unidos han calado hondo en una clase empresarial que cree a ojo cerrado que la Casa Blanca está dispuesta a atropellar a los exportadores colo mbianos por cuenta de la política antidrogas.
A su vez en el campo interno, la propuesta de reforma política que ahora va para reforma constitucional, no hizo sino enrarecer más un ambiente ya enturbiado como consecuencia de los rumores derivados de los narcocasetes y de la ofensiva contra el cartel de Cali. La estrategia de paz tampoco ayuda y es interpretada como un símbolo de debilidad del gobierno, particularmente en una clase empresarial que ha sido duramente golpeada por los fenómenos de inseguridad.
Ante todos esos elementos, no es de extrañar que haya confusion y preocupación en el sector privado. No obstante, no se pueden perder las proporciones. A pesar de que en el panel de control de la economía muchas señales han pasado de verde a amarillo, el país está todavía lejos de una recesión (ver entrevista). En el peor de los casos, el crecimiento en 1995 debe superar con facilidad la marca del 4 por ciento y podría llegar todavía al 5. Sectores como el exportador muestran signos alentadores gracias a la mayor devaluación y en industrias como la automotriz la demanda sigue fuerte.
Sin embargo, el gobierno tiene que entender que las angustias actuales tienen fundamento. El hecho de que las cifras del trimestre pasado sean todavía satisfactorias, no es argumento suficiente para decir que dos meses después el país sigue igual de bien. "El Presidente de la República tiene una visión de números globales que es buena y los empresarios tienen una visión del día a día, que es mala", explica un dirigente del eje cafetero. Y si se siguen viendo las cosas de manera diferente, tarde o temprano la realidad traerá más de una sorpresa.
Ciertos tropiezos en los planes oficiales no han ayudado nada. Los constructores esperaban que las carreteras por concesión les ayudaran, pero a pesar dé más de 15 contratos firmados ninguno está avanzando como toca por demoras en la negociación de predios por parte del Invías o por el tiempo que toma sacar las licencias ambientales. Para Sergio Uribe, presidente de Cementos Samper "los planes de infraestructura han sido unfracaso. No ha habido ni obras públicas, ni vivienda de interés social" .

CONCEPCION FILOSOFICA
Para algunos analistas, todo tiene que ver con la concepción filosófica de la administración Samper, más inclinada a la mayor presencia del Estado en la economía. Ese sesgo en favor del sector público explicaría porqué se piensa que el sector privado es el que debe incurrir en los sacrificios ahora. Sin entrar en la discusión, lo que hay es un cambio de estilo notable frente a la época de Gaviria en la cual los empresarios ganaron mucho espacio. "El gobierno tiene que definir si quiere un país capitalista o no", subrayó Carlos Caballero, presidente de la Bolsa de Bogotá.
Por otra parte, se tiene la impresión de que es imposible alcanzar al tiempo buena parte de los objetivos fijados por Samper. Para el ex ministro Rudolf Hommes, "hay muchas medidas, muchos anuncios pero muy poca coheréncia". Y aunque el gobierno defiende la consistencia de sus acciones, todo indica que los hechos no le darán la razón. Se va a gastar más dinero del Estado, pero es posible que el desempleo aumente debido a la crisis en la construcción. Va a reducirse la inflación pero seguramente a costa de la salud del sector privado y del ritmo de inversión.
Precisamente, es este último elemento el que más preocupa a los analistas Para Eduardo Lora, director de Fedesarrollo, "es más preocupante lo que puede pasar con el clima de inversión que con el crecimiento". Ese a temor obedece a que durante los últimos años los empresarios colombianos renovaron maquinaria y trajeron nueva tecnología a ritmos pocas veces vistos. Tal actitud es una especie de seguro de confianza en las posibilidades de crecimiento de la economía y le da mayor vigor al aparato productivo. Pero si la inversión cae por la combinación de mayores impuestos, intereses más altos y dólares más caros, como lo sugiere un trabajo escrito por el ex ministro Mauricio Cárdenas, se podrían estar empollando los pichones de una verdadera recesion en el sector real de la economía.
Dentro de todo este panorama oscuro, lo más positivo radica en que el apretón actual puede limitarse a ser apenas un susto si el gobierno reacciona a tiempo. Un recorte en el gasto público o una moderación a la reforma tributaria podrían convencer al Banco de la República de que es posible levantar el pie del freno y así permitir una baja en los intereses. Adicionalmente, medidas decididas frente al contrabando aliviarían la salud de los sectores afectados por la competencia desleal. Esa actitud le enviaría una señal al sector privado en el sentido de que hay espacio para invertir y para crecer.
La pregunta entonces es si Samper y su equipo pueden hacer de tripas corazón y aceptar que se le corte un poco la garrocha al Salto Social. De la respuesta de la actual administración dependerá que los temores de recesión actuales se disipen y las alarmas que se dispararon la semana pasada en la Casa de Nariño pasen a dormir el sueño de los justos. En último término, se trata de evitar que los empresarios privados rompan la alcancía y puedan decir en unos meses que también a ellos les llegó el tiempo. El tiempo de la gente.

El campo se abre campo
SI HUBO UN SECTOR DE LA economía que se alegró con la elección de Ernesto Samper como presidente de la República fue el de los agricultores. Todos confiaron en que su crítica situación se aliviaría y que las promesas de ayudar al campo colombiano y de tomar medidas para volverlo más competitivo, se iban a volver realidad. Sin embargo, la luna de miel no duró mucho. En los últimos 15 días las voces de alerta cambiaron de matiz y los arroceros anunciaron que inan a paro si no se hacía algo; los caficultores dejaron en claro su crítica situación como consecuencia de la broca y los cerealistas le enviaron una carta abierta a Samper para pedirle que les diera una mano para salir de sus problemas.
Luego de tantas quejas el gobierno actuó: tomó las más drásticas medidas de protección que se han dado en tiempos de apertura. Lo que hizo la administración fue prohibir hasta diciembre las importaciones de arroz provenientes de Venezuela; aplicar un arancel del 20 por ciento a la importación de azúcar a través de Venezuela; y colocar derechos correctivos para las compras de maíz.
Los agricultores recibieron bien las medidas, aunque no quedaron del todo satisfechos. Rafael Hernández, gerente de la Federación de Arroceros -Fedearroz- dijo a SEMANA que "el interés de atender nuestra inquietud fue manifiesto, pero son medidas temporales. Aún hacen falta medidas estructurales, que podrían contemplar incluso la revisión de los acuerdos comerciales y aranceles más altos frente a terceros países".
La situación del arroz es particularrnente crítica, pues de ser un país exportador, Colombia pasó a ser importador, con el agravante de que los productares argumentan que hay casos de competencia desleal. Sólo el año pasado ingresaron al país unas 230.000 toneladas, frente a 35.000 de 1993. En cuanto al área sembrada, en 1994 se mantuvo estancada en 320.000 hectáreas, mientras que la proyección inicial era de 350.000.
La situación de los cereales no es menos preocupante, pues las importaciones de maíz sobrepasaron el millón de toneladas en 1994, lo que ha reducido los precios de las cosechas Y además, como el convenio de absorción del sorgo no se cumplió en varias regiones, los cultivadores tuvieron que vender a menores precios de los pactados. Según la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales -Fenalce- el sector ha perdido más de 120.000 hectáreas de siembras, 250.000 toneladas de producción anual y unos 20.000 empleos. Su presidente, Adriano Quintana, dijo sobre las medidas que "el gobierno escuchó nuestras demandas, pero aún falta refinar las decisiones. Además, es necesario complementarlas con políticas de largo plazo ". El gobierno afirma que las decisiones están contempladas en los acuerdos de integración andina y en ningún momento contradicen la filosofía de la apertura económica. Sin embargo, sí muestran un cambio de tendencia en cuanto a la política comercial del país. Tal vez por eso hay críticos que consideran que puede ser peor el remedio que la enfermedad. El director de economía de la Universidad Javeriana, Luis Alfonso Torres, piensa que "se regresó al manejo de incentivos parciales -para cada sector- en lugar de una política económica general, lo cual estimula el 'lobby ' por parte de quienes creen que el que 'no llora no mama'. Eso sin contar los efectos que puede tener en cuanto a retaliaciones comerciales por parte de Venezuela, más aún cuando no pasamos por el mejor momento en las relaciones políticas". Y además hay quienes creen que sólo se sorucionó la problemática de algunos sectores productivos, en tanto que siguen las quejas de los productores de algodón, café, banano y floricultura, entre otros.
Pero al gobierno no sólo le tocará enfrentar las críticas y las probables retaliaciones, sino definir un debate que se avecina: qué hacer con los acuerdos comerciales pues los gremios solicitan que se revise el Pacto Andino. Incluso el ministro de Agricultura, Antonio Hernández Gamarra, piensa que "hay que reflexionar sobre la integración andina en la materia porque existe desigualdad, pues para Venezuela la agricultura no es un sector tan importante como para Colombia". Sin embargo, el viceministro de Comercio Exterior. Mauricio Reina, considera que "es cierto que el arancel externo común y las franjas de precios son imperfectas, pero nos aseguramos de que mientras arreglamos las deficiencias existan elementos correctivos eficientes, y lo que toca buscar es que se usen esos elementos, porque no hacerlo puede revertir la integración andina ".
Sin embargo, más allá de esa discusión, el gobierno tiene que preocuparse porque no tome carrera la idea de que cede ante la presión de quienes le hablan duro. Suficientes equívocos generaron las medidas de la semana pasada y aunque se logró disminuir la presión, al final de la historia se estaba llegando al peor desenlace: ese en el que nadie -ni los agricultores ni los defensores de la apertura- queda contento.

MINHACIENDA: 'La economía está alentada'
SEMANA: POR PRIMERA VEZ en lo que va de este gobierno, el nivel de quejas por parte de los empresarios ha llegado a un nível audible. ¿Cree usted que eso es reflejo de un momento difícil de la economía?
GUILLERMO PERRY: Nosotros preveíamos una pequeña desaceleración de la economía este año, como consecuencia de la aplicación de una política fiscal y una política monetaria más restrictivas, que garantizaran el cumplimiento de la meta de inflación del 18 por ciento. Sin embargo, es cierto que en sectores como la construcción la caída ha sido más abrupta de lo que esperábamos, porque las tasas de interés se elevaron más de lo que hubiéramos deseado. Eso, como consecuencia de dos hechos: ante la evidencia de que la inflación no ha cedido como se esperaba, la Junta Directiva del Banco de la República decidió continuar con una política monetaria restrictiva. Y lo otro es que la cartera del sistema financiero ha crecido por encima de lo que es compatible con las metas monetarias.
SEMANA:Para algunos -incluida la Junta Directiva del Banco de la República- la solución es que el gobierno gaste menos...
G.P.: No se puede negar que el crecimiento del gasto público es alto, si bien es menor que el del año pasado. Sin embargo, el gobierno no tiene control sobre el crecimiento de las transferencias o de algunos rubros de la inversión. Hemos revisado con la Junta del Banco las metas semestrales y los documentos técnicos muestran que vamos en la dirección prevista. Pero si hay síntomas de que el frenón de la economía va a ser fuerte, insistiremos en tratar de evitarlo, incluso reduciendo el gasto.
SEMANA:La otra gran queja de los empresarios es el tema del contrabando...
G.P.: Desde junio va a comenzar a operar el nuevo régimen aduanero. Con las compañías certificadoras se podrán controlar la subfacturación y el contrabando técnico, y en cuanto al comercio exterior habitual, se va hacer de manera eficiente y va a requerir de menos atención por parte de la Dian. Además, los planes de choque con las Fuerzas Armadas y la Fiscalía están comenzando a dar resultados.
Desafortunadamente, la administración anterior hizo una reforma de aduanas muy ingenua -como para ángeles-, pues se basaba en que la gente entrara lo que quisiera, pero después uno miraba los libros y las bodegas y no encontraba a quién entraba la mercancía. Eso fue una enorme equivocación, junto con la fusión prematura de impuestos y aduanas, que casi desaparece la aduana en un momento en que el narcotráfico vió cerrado el canal del lavado de dólares a través del sector financiero. Eso llevó al contrabando a unos niveles aterradores. Pero confiamos en que las cosas cambien.
SEMANA:¿Cómo ve los ataques de los gremios a la reforma tributaria?
G.P.: Nosotros optamos por una reforma más compleja desde el punto de vista político que las habituales, porque lo fácil hubiera sido subir las tasas. Lo difícil es cerrar canales de elusión y evasión, porque eso, si bien es más conveniente a largo plazo, le apriela el zapato en algún lado a todo el mundo. Lo que vimos en el desfile de los gremios por la comisión tercera de la Cámara fueron unos planteamientos que, en lugar de evaluar en conjunto la reforma, se limitaron a señalar dónde les estaba apretando el zapato a cada uno, y eso ha dado una impresión de que a nadie le gusta. Y es que realmente a nadie le gusta pagar más impuestos, y el que tiene unas ventajas que le permiten reducir su carga tributaria, protesta cuando se las cambian. Además, instrumentos muy eficaces para el control de la evasión como la renta presuntiva, nunca son populares.
SEMANA:¿Cree que la reforma alcanza a pasar en esta legislatura?
G.P.: Desafortunadamente el tiempo está muy estrecho, entre otras cosas porque nos tomó mucho tiempo la aprobación del Plan de Desarrollo, que era necesaria para debatir la reforma tributaria. Y además, los hechos políticos de las últimas semanas han demorado un poco el proceso, pero por lo menos aspiramos a que haga tránsito.
SEMANA: Volviendo al tema global, se dice que las medidas sobre el sector agrícola son otro golpe a la apertura..
G.P.: Este gobierno dijo desde el principio que consideraba fundamental defender la producción doméstica de la competencia desleal, y lo que nos diferencia de administraciones anteriores es que no nos tiembla la mano para utilizar los instrumentos que tanto el Grupo Andino como el Gatt prevén para proteger la producción nacional frente a hechos como la triangulación. Y cuando haya evidencia de subfacturación no dudaremos en aplicar el mecanismo de precios mínimos. Eso lo hace cualquier país industrializado y no veo porqué nosotros no lo podemos hacer.
SEMANA:¿Pero la apertura no tiene nada que temer?
G.P.: De ninguna manera. Yo creo, por el contrario, que se está consolidando el proceso. El mayor peligro que tenía la apertura era la revaluación y eso lo hemos logrado frenar, de manera que a pesar de los síntomas de desaceleración en ventas, han desaparecido casi por completo las quejas de algunos sectores exportadores.
SEMANA:¿Cómo ve al Pacto Social?
G.P.: Los trabajos técnicos del Banco de la República nos muestran que, si bien nos hubiera podido ir mejor, no nos ha ido mal, y que podremos llegar a la meta del 18 por ciento, siempre y cuando continuemos haciendo esfuerzos, pues hay una clara tendencia descendente.
SEMANA:¿Cómo calificaría la salud de la economía?
G.P.: La economía nacional está muy bien, y así la están viendo desde afuera. Algo que lo satisface a uno es que cada vez que sale del país nota que todos están viendo a Colombia y a Chile como economías dinámicas, fuertes y sólidas, que no tienen riesgos a corto plazo. Utilizando los términos médicos, yo veo a la economía alentada, pero como toda persona alentada debe someterse continuamente a chequeos para detectar a tiempo cualquier tipo de problema.