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| Foto: Guillermo Torres

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Ecopetrol llevaría a tribunal de arbitramento internacional a contratista de Reficar

El gobierno Santos dijo que llegó a ‘apagar el incendio’ que dejó la mala escogencia del socio y del contratista en la Refinería de Cartagena.

10 de febrero de 2016

Como una bola de nieve crece el escándalo de los mayores costos, estimados en unos 4.000 millones de dólares, en la ampliación y puesta en marcha de la Refinería de Cartagena (Reficar) y que fueron denunciados hace 15 días por la Contraloría General de la República. 

Este miércoles, en rueda de prensa, Ecopetrol señaló que contempla la posibilidad de llevar a un tribunal de arbitramiento internacional a la contratista estadounidense Chicago Bridge & Iron Company (CB&I), encargada de la gerencia de un proyecto que terminó costando más del doble de lo presupuestado, en caso de que no den frutos las conversaciones directas. La idea es lograr la devolución de una parte de los millonarios costos de más.

Los ministros de Hacienda, Mauricio Cárdenas y de Minas y Energía, Tomás González; el presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry; y el presidente de Reficar, Reyes Reinoso, aseguraron que los problemas en este proyecto comenzaron con la mala escogencia del socio, la multinacional Glencore, y de CB&I. Ambas compañías nunca habían hecho una refinería.

Según Cárdenas, el proyecto desde su origen quedó mal planeado porque se inició sin la ingeniería de detalle y con las compañías que no eran las más adecuadas. “Esa herencia resultó nefasta”, dijo el funcionario, quien sostuvo que a pesar de que CB&I no tenía la experiencia necesaria se decidió seguir adelante con el contrato para evitar millonarias demandas.

“Nosotros somos los bomberos y no los que causamos el incendio”, dijo Juan Carlos Echeverry, al señalar que desde junio de 2012 cuando el gobierno Santos se enteró de los costos millonarios tomaron las acciones necesarias para enderezar lo que no estaba funcionando bien. Se cambió al presidente de Reficar, Orlando Cabrales, quien despachaba desde Bogotá, a mil kilómetros de la refinería, por el ingeniero venezolano, Reyes Reinoso. Además se buscó el acompañamiento de una firma extranjera, Jacobs, para hacerle seguimiento y monitoreo al proyecto. Se apretó el ritmo de ejecución de las obras, que avanzaban muy lento, al 0,4 % por ciento por semana, y se pasó a más del 1 % en ejecución.

Con estos anuncios, gran parte de la responsabilidad de los problemas en Reficar se descargaron sobre el gobierno de Álvaro Uribe. Bajo su mandato, en el año 2006, Glencore ganó la licitación para quedarse como socio controlante de la refinería con el 51 % del proyecto mientras que Ecopetrol se quedaba con el 49 %. Dos años después Glencore se fue del país y Ecopetrol adquirió su parte y asumió toda su ejecución para lo cual siguió adelante con el contrato que Glencore dejó amarrado con CB&I.

Inicialmente se hablaba de que la obra podría costar alrededor de 3.400 millones de dólares pero terminó valiendo 8.016 millones de dólares.

Lo que muchos se preguntan es qué hizo el gobierno Santos durante cinco años que manejó la refinería para frenar este desangre. Sobre este tema los funcionarios responden que tomaron las acciones antes mencionadas cuando se dieron cuenta que las cosas no iban bien.

La principal decisión fue terminar la refinería a como diera lugar para no quedarse con un elefante blanco después de haberle invertido millones de dólares.

Mientras tanto la Contraloría, la Fiscalía y la Procuraduría realizan gestiones para determinar si hubo dolo y quiénes son los responsables de las irregularidades detectadas a lo largo del desarrollo de las obras.

Hasta el momento tres nombres son los que más han sonado en este caso porque estuvieron desde el principio hasta casi el final de la construcción que duró casi siete años. Ellos son el expresidente de Reficar, Orlando Cabrales, el expresidente de Ecopetrol, Javier Gutiérrez, y el vicepresidente de Refinación, Pedro Rosales, que han guardado total silencio sobre el tema.

Lo cierto es que Reficar se convirtió en una cruz para el gobierno por su mala ejecución y planeación. Ahora lo único que espera el Ejecutivo es que la refinería, que tiene una alta tecnología y que demandó inversiones por 8.016 millones de dólares, comience a producir y generar utilidades, en un entorno de bajos precios del petróleo.