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SALDO EN VERDE

Hoy por hoy, las esmeraldas son el tercer producto de exportación de Colombia por encima de las flores, el banano y el carbón.

26 de junio de 1995

"USTED COMPRENDERA QUE ESTOY CANsado. Acabo de llegar de un largo viaje con Carranza Estuvimos en Europa, hablamos con la gente que maneja el negocio de las piedras en Italia, Suiza y Alemania, indagando cuál es la situación. Hay un interés inusitado. En Asia nos decían que la piedra del momento es la esmeralda, porque hay una sobreproducción de diamante, y es que pocas cosas tienen tanta leyenda como una esmeralda". Esas palabras de Germán Bernal, gerente de Tecminas -la empresa esmeraldera más grande del país-, muestran cómo ha cambiado el mundo de la joya más preciada en Colombia desde la Conquista. La historia sangrienta de la violencia, de un negocio clandestino que debió enfrentar al gobierno, a los carteles de la droga, a la guerrilla, parece haber quedado atrás y ahora el blanco de la lucha es uno solo según sus empresarios: llegar a nuevos mercados internacionales y convertir la perla verde en el producto de exportación número uno de Colombia.
Y en ese plan están todos los grandes del negocio. Esa es la preocupación que los ocupa. No sólo para conseguir nuevos clientes sino para atraer inversionistas que los ayuden a crecer como espuma. "Hemos hecho presentaciones en el exterior para buscar capitales. Queremos colocar acciones en las bolsas de Vancouver y Toronto, que son especializadas en mineria, para conseguir nuevos recursos, porque es un negocio muy costoso y a nosotros nos toca financiarnos con recursos propios. Hemos hecho sondeos en Europa y Estados Unidos y todo el mundo está interesado", le dijo a SEMANA el gerente de otra gran exportadora de la gema, Chivoreña de Minas, Mario Ruiz.
Sin duda, se trata de un sector que de tanto darse la pela contra enemigos que de golpe aparecían por todos los frentes, aprendió a ganarse un espacio. Las esmeraldas, sin saber a qué horas, se convirtieron en el tercer rubro de exportación del país a comienzos del año, por encima de las flores, el banano, el carbón y otros productos que siempre han sacado la cara por Colombia. Sus exportaciones pasaron de 161 millones de dólares en 1991 a más de 400 millones de dólares el año pasado, y entre enero y abril de este año llegaron a 229 millones de dólares, con un crecimiento del 119,2 por ciento frente a igual período del año anterior.
Pero las cifras no sólo son importantes a nivel nacional sino internacional. Colombia participa con cerca del 45 por ciento de la oferta mundial -aunque antes tenía el 60 por ciento-, seguido por Zambia, Brasil, Zimbabue y Pakistán, entre otros. Sus más grandes compradores son Japón -aunque ha perdido dinamismo en los últimos años-, Estados Unidos, Suiza y la Unión Europea.
Y es tanto el potencial que ya hay compañías extranjeras interesadas en invertir en el sector, como la gigante inglesa Río Tinto Zinc, RTZ, o la multinacional norteamericana Kennecott. También hay compañías africanas que han puesto sus ojos en el negocio. El interés de conquistar extranjeros tiene una explicación: en Colombia hay 800.000 hectáreas potencialmente ricas en esmeraldas, de las cuales sólo el 0,01 por ciento están explotadas (813,ó hectáreas), y para aprovecharlas se necesita capital foráneo.

SOMBRA DE DUDA
Las cifras de exportaciones no dejan de ser sorprendentes. Sin embargo, tienen mucha tela de dónde cortar y hay quienes no se convencen del todo con ellas. Sin duda, la legalización de flujos que antes no se registraban y la simplificación de trámites para la exportación han influido sobre el aumento de las ventas de gemas que se registran. Pero también es cierto que puede haber algunos problemas con las cifras. Tal es el caso del exportador que sólo consigue vender una parte del lote que sacó, y decide volver a entrar lo que le sobra, para reexportarlo. Con esa situación se da una doble contabilización en las estadísticas oficiales.
Al respecto, el gerente de Minerales de Colombia -Mineralco-, Orlando Alvarez, dijo en diálogo con SEMANA que "hay mucha especulación sobre si se exporta más o menos, pero lo único que podemos decir es que cualquier cosa es muy difícil de comprobar". Los productores consideran que esa situación ya no se da, y en eso coinciden los gerentes de Tecminas y Chivoreña. Uno de sus argumentos es que en los mercados internacionales hay un crecimiento continuo de las importaciones, lo que refleja que efectivamente están comprando la gema. El viceministro de Comercio Exterior, Mauricio Reina, dice que "somos conscientes de que se pueden presentar algunos casos de sobrefacturación y trataremos de buscar un mecanismo idóneo para controlarla". El problema es que aún no se ha encontrado. Y lo más grave es que "no se ha descartado la hipótesis de que se introduzcan capitales a través de sobrefacturación o que haya blanqueo de dólares por el mismo mecanismo, por las dificultad es para establecer el precio", según una fuente consultada por SEMANA.
Tantas dudas sobre el verdadero volumen de exportación de la gema han hecho que sus cifras, aunque impresionantes, carezcan de cierta legitimidad. A pesar de los esfuerzos de normalización de la actividad y de la disminución de la violencia en las zonas productoras, la actividad sigue siendo víctima de los estigmas del pasado.
Otro problema es que en el negocio de las esmeraldas se involucran tantos intermediarios que resulta difícil controlarlo. Unas 300.000 personas dependen directa o indirectamente de la piedra, entre productores, exportadores, comerciantes, comisionistas, joyeros y talladores, por mencionar algunos. Y es que no todos los que producen pueden exportar la joya. De hecho, hay 70 firmas registradas en Mineralco, de las cuales sólo seis venden directamente la piedra verde en el exterior. El resto la sacan a través de terceros, en la mayoría de los casos japoneses, de los cuales hay 19 en los registros de la entidad oficial. El negocio para quien no vende la piedra por su cuenta es distinto. "El productor saca la esmeralda de la mina y la remata ahí mismo. Las que no vende las lleva a Bogotá para que sean comercializadas. Después, las puede exportar en bruto o llevarlas al tallador, que se las entrega a un comerciante", relató el presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Esmeralda -Acodes-, Gonzalo Perilla. Se estima que sólo en Bogotá hay unos 25.000 comerciantes de esmeraldas, que en la mayoría de los casos buscan quien la lleve a los mercados internacionales, pues en Colombia no está dentro de los bienes más comunes. Al fin y al cabo, una piedra de un quilate puede costar entre 1.000 y 10.000 dólares. Sin embargo, si tiene cuatro quilates, y es de buena calidad, puede llegar a costar hasta 30.000 dólares.
Pero además de la economía formal que se mueve alrededor de la esmeralda, hay una gran cantidad de guaqueros que dependen de ella, aunque ahora atraviesan una dura situacion. "En la región hay un problema social muy grande, y es el de los mineros pobres que vivian del rebusque, pero ahora, como la producción a cielo abierto se agotó porque las minas se explotan en socavones ya no sale la misma cantidad y no tienen de dónde obtener su sustento", dijo el viceministro de Minas, Silvio Mejía.

UN DILEMA DE PRECIOS
Tantas caras que se mueven alrededor del oro verde conducen a un mismo problema: la fijación de precios tiene innumerables parámetros, que dependen de la calidad, la pureza, el color y la forma. Además, los compradores, que en su mayoría son japoneses, tienen la capacidad de controlar el mercado. El único mecanismo en que se ha pensado para cambiar esa tendencia es la Bolsa de las Esmeraldas, un tema del que se ha hablado formalmente desde comienzos de los 90, cuando se logró la paz en la zona, pero que aún está por concretarse. La idea es que la bolsa sirva para controlar la oferta, y además, manejar la cadena desde la extracción hasta la producción.
"Estamos cerca y en el camino de su creación, pero hay que concertar con los intermediarios en Colombia y con los productores extranjeros, como Zambia y Brasil. Sin embargo, esperamos que el gobierno sea más activo con la propuesta y no se limite a decir que es fabulosa", dijo Germán Beltrán. El gerente de Mineralco piensa que lo que ocurre es que hay intereses encontrados. El presidente de Acodes coineide con esa opinión y dice que la propuesta "está embolatada porque falta consenso entre todos los sectores que están involucrados en el negocio".
La bolsa sería uno de los mecanismos para solucionar los problemas que ahora afronta el sector, pero no el único. "El gobierno tiene que incentivar la exploración, pues en la actualidad no se le presta apoyo a las empresas Falta claridad y decisión. Es necesario solucionar principalmente el problema de la financiación, porque no hay quien nos preste plata", dice Bernal. Y es que acaba con un estigma es difícil, y eso lo saben más que nadie los esmeralderos. "Siempre se ha mirado el negocio como una pelota caliente que nadie la quiere coger", en opinión de Mario Ruiz.
No es para menos. Es tanta la tierra que se ha movido alrededor de las esmeraldas, desde hace más de 450 años cuando un cristal verde se incrustó en la herradura del caballo del conquistador Don Juan de Penagos -suceso que le permitió a los españoles llegar a Muzo-, que es difícil removerla y pensar que de pronto en el mundo es tan conocido el color verde de la gema de la cordillera oriental como el sabor del café colombiano.