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Se aguó la fiesta

La descolgada de la economía puso a todos a recalcular sus proyecciones de crecimiento para este año. La meta de 4 por ciento que se tenía prevista para 2004 no se cumplirá.

5 de diciembre de 2004

Las noticias de las ultimas semanas en el campo económico difícilmente podrían ser peores. La primera, que el proyecto de reforma tributaria está a punto de hundirse. Faltan 15 días para terminar el período de sesiones ordinarias en el Congreso y su debate aún no comienza por falta de quórum en las comisiones económicas. El actual proyecto, con el que el gobierno busca conseguir 753.000 millones de pesos, de los 1,8 billones de pesos para el año entrante a los que aspiraba inicialmente, cuenta con tan mal ambiente en el Congreso que ya hay tres ponencias de reforma tributaria sobre la mesa. Esto enreda aún más el proyecto y hace que la discusión se alargue más de lo previsto.

La segunda mala noticia: en el mercado laboral desaparecieron 70.000 puestos de trabajo en el último año. Pese a que las estadísticas registran un supuesto descenso del desempleo nacional de 13,6 por ciento a 12,4 por ciento de octubre de 2003 a octubre pasado, en el mismo período el número de personas ocupadas cayó en 1,4 por ciento, lo que equivale a la destrucción de 70.000 empleos. Estos resultados aparentemente contradictorios sencillamente muestran que la economía no está generando empleo y que se está produciendo lo que se conoce como desaliento del desempleado, es decir, aquellos que cansados de buscar empleo, sin encontrarlo, desisten de la búsqueda.

Como si esto fuera poco, la semana pasada se conoció la cifra de crecimiento de la economía para el tercer trimestre del año. Según el Dane, el PIB creció a un ritmo de tan sólo 2,43 por ciento con respecto al mismo período del año pasado, en el que el crecimiento fue de 4,17 por ciento. Pero lo más preocupante fue que, comparado con el segundo trimestre del año, la economía se contrajo en 0,14 por ciento. Este bajonazo cayó como balde de agua fría entre el gobierno y los analistas privados. Y fue suficiente para que los más pesimistas empezaran a hablar nuevamente de recesión en el país. La temida palabra quedó sobre el tapete dada la definición oficial de recesión: dos o más trimestres consecutivos de crecimiento negativo frente al trimestre inmediatamente anterior. Colombia ya lleva uno este año. De manera que si el cuarto trimestre resulta ser igual de malo, el país estaría oficialmente en recesión otra vez.

La brusca caída del ritmo de desempeño económico en el tercer trimestre prendió las alarmas y se esparció como bola de nieve por todo el planeta. En el exterior, los analistas financieros empezaron a revisar hacia la baja sus proyecciones de crecimiento económico para Colombia en 2004. Credit Suisse First Boston bajó su pronóstico de 4 a 3,5; JP Morgan, de 4 a 3,2 e Idea Global, de 4,4 a 3,7. En el país, Corfivalle bajó su meta de crecimiento de 4 a 3,8; el Bbva, de 4 a 3,6; Corredores Asociados, de 4 a 3,7; Suvalor, de 4 a 3,68 y Anif, que tenía 3,8, ve que lo más probable es que sea 3,6, aunque no descarta que en el último trimestre se dé una sorpresa positiva en algún sector de la economía, como ocurrió el año pasado con minas y canteras, y se cumpla su meta inicial.

No es que estas firmas sean 'profetas del desastre'. Lo que pasa es que para que la economía colombiana crezca este año 4 por ciento, como es la meta oficial del gobierno y el consenso de los analistas privados, en el último trimestre el aumento deberá ser de 5,3 por ciento, dato casi imposible de obtener. Incluso ya se habla de que los técnicos de Planeación Nacional, que desde la semana pasada comenzaron a hacer el trabajo que será estudiado en la próxima reunión del Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, dirán que el PIB crecerá este año 3,7 por ciento en el mejor de los casos. ¿Cómo puede explicarse un desfase tan grande?

Los lunares

Si se trata de encontrarle una explicación a este revés que nadie esperaba, lo primero que hay que mirar es el comportamiento del PIB por sector económico. Y al hacerlo saltan a la vista los sectores agropecuario y minero. Es precisamente en estos campos donde se presentaron las mayores caídas en el tercer trimestre del año, con variaciones negativas de 0,12 por ciento y 1,67 por ciento respectivamente, respecto al tercer trimestre de 2003.

En relación con el sector minero, el desplome se explica por la declinación de los campos petroleros y la caída en la producción de minerales metálicos. Desde el año pasado los analistas tenían previsto una caída en la producción de hidrocarburos, como efectivamente ocurrió. Esto, debido a que los principales campos colombianos ya entraron en una fase de declive y se están sacando cada vez menos barriles. Lo que nadie anticipaba es la impresionante caída en la producción de minerales metálicos como el oro y el ferroníquel, cuya disminución no alcanzó a ser compensada con el aumento de la producción de carbón.

El otro sector en el cual se presentó una caída de la actividad productiva es el agropecuario, que se vio golpeado por la merma en la siembra y recolección del café. Aunque el gobierno responsabilizó también al paro camionero que durante 23 días afectó al país, esta explicación no tiene sentido para los analistas. La mayoría desestima la responsabilidad del paro camionero en el retroceso de la actividad agrícola al considerar que un paro afecta la distribución de alimentos, mas no su producción. Y esto último es lo que mide el PIB.

Para Anif, las explicaciones del revés deben buscarse más por el lado de la inversión. En los últimos meses, por ejemplo, se ha visto que la construcción está creciendo más despacio, aunque crece al fin y al cabo. Los datos del tercer trimestre muestran que el sector constructor creció a una tasa anual del 7,73 por ciento, cuando en el mismo período de 2003 lo hacía a un ritmo del 11 por ciento, lo que indica una pérdida de dinamismo. Lo mismo ocurre con el sector financiero, el comercio, el transporte y la electricidad respecto al tercer trimestre de 2003 (ver gráfica).

¿Y lo que resta del año? Aunque todavía no se sabe qué va a pasar en el último trimestre, hay dudas sobre una tasa alta para los meses de octubre a diciembre. De un lado, un crecimiento malo en el tercer trimestre arrastra por lógica al último período. De otro, la cifra de comparación del cuarto trimestre de este año será con la del mismo período del año, en el que el crecimiento fue de 5,03 por ciento, base que pone un punto muy alto que será muy difícil de lograr.

Con estos antecedentes no es sorprendente que todos los expertos en materia económica a nivel nacional e internacional estén vaticinando que al menos para lo que resta de este año las cosas pintan color de hormiga. Habrá que esperar, no obstante, la información del Dane sobre el PIB por el lado de la demanda en el tercer trimestre. Esto es, la evolución del consumo público y privado, de la inversión y de las exportaciones y las importaciones. El principal, desde luego, es el consumo de los hogares. Allí se concentra 62 por ciento del PIB, y por lo tanto lo que ocurra con esta variable repercute profundamente en la economía en su conjunto. Acá las noticias son encontradas. En el segundo trimestre, el consumo de los hogares creció 3,6 por ciento, pero venía de crecer 4,5 por ciento en el primer trimestre. No obstante, las ventas de carros y otros bienes duraderos han estado bastante buenas últimamente, con crecimientos anuales de 20 por ciento.

Más allá de esto, lo cierto es que la situación hoy es totalmente distinta a la de hace seis años, la última vez que se habló de recesión. En ese entonces el sector financiero iba en picada, las tasas de interés estaban disparadas y la devaluación del peso era incontenible. Ahora lo que hay es una desaceleración de la economía, que no significa otra cosa que crecer más despacio, pero crecer al fin y al cabo. Lo que ha ocurrido en el último trimestre no es una tragedia, sino más bien un campanazo de alerta.