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SE CALMO LA FIESTA

La devaluación del peso y la posibilidad de un aumento en los impuestos cambian el panorama del negocio automotor en Colombia.

16 de octubre de 1995

"NOS TOCO PENSAR EN exportar, porque ahora sí, el 'boom' no dio para más". Esa frase dicha por el presidente de una ensambladora de autos, confirma el temor de todos los que están metidos en el negocio de los carros: la fiesta se calmó después de estar encendida durante tres años. Y aunque pensar en terceros países no resulta nada despreciable, se trata de una opción que tienen sólo las tres ensambladoras, y no los importadores que fueron los que prendieron la rumba en 1992, cuando en Colombia se abrieron las fronteras para que trajeran sus autos.
Las cifras de ventas en agosto fueron el campanazo de alerta de algo que todos temían, pues tarde o temprano, el negocio tenía que disminuir su acelerada marcha. En los primeros ocho meses del año se vendieron 90.943 vehículos, lo que muestra una disminución del 5,4 por ciento con respecto a igual período del año anterior. Los que más perdieron fueron los importados -incluyendo las marcas traídas por las ensambladoras-, que disminuyeron sus facturaciones en 11,2 por ciento y bajaron en tres puntos su participación en el mercado total -están en 45 por ciento-, en tanto que los vehículos nacionales redujeron sus ventas en 3,8 por ciento y pasaron de tener el 52 por ciento de la torta al 55 por ciento. Las altas tasas de interés y las restricciones al crédito ayudan a explicar parte de lo sucedido. "Después de tres años de 'boom' es normal que hayamos entrado en una etapa de reajuste. No se puede comprar un vehìculo cada año, de manera que ahora tenemos que esperar al período de reposición. Pero aún así, no creo que el mercado haya entrado en crisis", aseguró en diálogo con SEMANA el presidente de GM Colmotores, Robert Tanzola.
El hecho de que sean los importadores quienes más mercado hayan perdido tiene una explicación: la devaluación del peso. "Una devaluación del 7,0 por ciento en sólo tres semanas, como la que se dio en agosto -por la crisis política del país-, tenía que afectarnos, pues nos vimos obligados a elevar los precios sino queríamos sacrificar utilidades", dijo Leonardo Bracho, presidente de Ford Colombia. Casi todas las marcas de importados aumentaron un 5 por ciento en sólo un mes, lo cual les restó competitividad frente a las marcas nacionales, que también se manejan en dólares -pues apenas el 35 por ciento de sus piezas son nacionales- pero en menor medida. Y además, lo que ellas han hecho es aprovechar el 'papayazo' para buscar otros mercados. Es el caso de la Compañía Colombiana Automotriz -CCA- que aumentó sus ventas externas en 200 por ciento, luego de su entrada al mercado venezolano, o el de Colmotores, que tiene planeado colocar 1.000 camiones Kodiak el año entrante en ese país. Para empresas como la CCA la situación fue más crítica, por la revaluación del yen frente al dólar, pues gran parte de sus piezas vienen del Japón. Igual situación vivieron importadoras como Nissan y Honda. "Lo del yen nos afectó mucho, pero afortunadamente teníamos reservas y una gran solidez financiera. Y además, las cosas empezaron a cambiar desde hace un mes, porque el dólar se recuperó", dijo el presidente de la CCA, José Fernando Isaza.
Pero, por más grave que les parezcan cosas como la devaluación o la saturación del mercado, nada les preocupa tanto a los que están metidos en el negocio como la reforma tributaria. De acuerdo con el proyecto que fue presentado al Congreso de la República, los vehículos de producción nacional de más de 1.300 centímetros cúbicos pagarán un Impuesto al Valor Agregado del 20 por ciento, pero los importados pagarán un impuesto del 45 por ciento. Y si los vehículos son de gama alta, el tributo será del 60 por ciento.
Según la Federación Nacional de Comerciantes -Fenalco-, la cláusula que grava más a los carros extranjeros "establece una clara discriminación, que viola abiertamente acuerdos internacionales suscritos por Colombia, como son el Gatt, el Grupo Andino y la Aladi". Pero además de eso, el gremio calcula que el efecto de los impuestos traerá consigo una caída radical en la demanda, de manera que los mayores tributos perderán su efecto por las menores ventas y el gobierno dejará de percibir cerca de 164.000 millones de pesos.
Frente a la posibilidad de que la reforma pase como está prevista, la única salida que ven los importadores es comenzar a traer más vehículos de gama baja, que no ha sido su fuerte. "La gente va a preferir los carros más baratos", sostiene Leonardo Bracho. Si a eso se une el interés de crecer en exportaciones por parte de las ensambladoras, lo que va a pasar es que el mercado se va a reacomodar. Y así tiene que ser, pues las proyecciones de ventas para el año entrante no superan los 125.000 vehículos, lo que significaría una caída del 10 por ciento frente al ya resentido mercado de este año, que según se aspira, llegará a los 138.000 autos. De manera que si no se buscan 'atajos' será muy difícil para el sector automotor salir del trancón en que se vio metido.