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SE DESPLOMA EL SALVADOR

Como si fuera poco, los salvadoreños tienen que soportar los embates de la naturaleza

10 de noviembre de 1986

Y la historia centroamericana se vistió nuevamente de tragedia.

Sólo que esta vez hay que sumar al desplome de los edificios ocurrido a causa del terremoto del pasado viernes 10 de octubre en El Salvador, el estado dramático de una guerra civil que desde hace siete años viene desmoronando al pueblo salvadoreño. Como ocurrió en México hace más de 13 meses, sin más ni más, la tierra comenzó a sacudirse y las edificaciones empezaron a caer dejando centenares de personas enterradas bajo los escombros.

El primer movimiento telúrico, el más violento con una intensidad de 7.5 grados en la escala de Mercali, se sintió a las 11:50 hora local y duró entre cinco y diez segundos. Quince minutos después se produjo el segundo temblor y a este lo siguieron numerosos movimientos que ayudaron al desmoronamiento definitivo de las edificaciones, que se desplomaban con tanta facilidad como si estuvieran hechas de carton. La angustia y el dolor de la gente se veía en sus caras, afirma un radioaficionado, "cada uno trata de salvar su propio pellejo, pero cuando está de por medio la vida de cientos de niños, la de los adultos parece valer menos". Así se vivió el caso del Colegio Santa Catalina, localizado en el centro de San Salvador, en donde se encontraban tirados en el suelo y bajo planchas de concreto, cadáveres de pequeños que no alcanzaron a salir de las instalaciones de la vieja casa donde funcionaba el colegio. La gente que trataba de ayudar pedía desesperadamente el auxilio de grúas con la esperanza de salvar la vida de más pequeños.

BLOQUEO TOTAL ...
Inmediatamente después del terremoto, San Salvador se quedó sin energía eléctrica. Las comunicaciones quedaron totalmente bloqueadas y el aeropuerto internacional empezó a funcionar con plantas eléctricas de emergencia. Los grupos de socorra empezaron a atender a cientos de personas e inmediatamente el cupo en los hospitales llegó al tope. Colchones con heridos se localizaron estratégicamente en las calles, tratando de buscar la sombra para que el sofocante sol del mediodía no causara mayores estragos sobre las pieles de los enfermos.

Aunque los casos más dramáticos no empiezan a escucharse todavía, al comienzo de la tragedia ya se oían casos escalofriantes. El edificio Rubén Darío, localizado en San Salvador (la capital), que a la hora del mediodía normalmente se encuentra atestado de gente haciendo compras o almorzando, y el cual fue uno de los primeros en derrumbarse, dejó atrapados a centenares de clientes y empleados que aún se encontraban en el lugar.
Los testimonios son desgarradores y dan cuenta de cómo la gente en medio de la polvareda que se levantó, tosía y lloraba preguntando al cielo qué estaba pasando.

Nadie pareció entender lo que pasó. En el sector popular de San Jacinto, el terremoto produjo un deslizamiento de tierra que termino sepultando decenas de personas que inclusive "no sintieron el temblor sino que vieron que la tierra se les vino encima", según comentó un radioaficionado.

Ahora, mientras los helicópteros del Ejército vuelan permanentemente para tratar de encontrar sobrevivientes, la gente se dedica a remover las estructuras de hierro retorcido y bloques de paredes tratando de encontrar a sus familiares.

VOZ DE ALIENTO
Ante la calamidad, el presidente de El Salvador, José Napoleón Duarte, no cesa de alertar a la gente y rogarle para que no se deje llevar por el desespero. "Vamos a seguir adelante", fue una de las frases que se oyó por una de las cadenas radiales que está funcionando. Así mismo los radioaficionados y los periodistas que están allí, tratan por todos los medios de ayudar al gobierno salvadoreño en la coordinación de ayudas internacionales que empezaron a llegar a las pocas horas de haber ocurrido el terremoto.

Lo que hay que ver ahora es si el terremoto agrava la situación política, o si va a servir como punto clave para tan esperado diálogo entre la guerrilla y el gobierno. --