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A pesar de una que otra señal en amarillo, la economía colombiana avanza sin mayores sobresaltos.

8 de mayo de 1989


La noticia fue lo suficientemente buena para alegrar al gobierno, pero lo suficientemente mala para preocupar a los consumidores.
Por esa razón, cuando el DANE anunció la semana pasada que la inflación había cedido con respecto a la registrada en la misma época de 1988, pero que ésta todavía es alta, las reacciones fueron mezcladas. "Vamos más o menos bien" fue el comentario del ministro de Hacienda, Luis Fernando Alarcón.

Esa frase, terminó siendo la adecuada para calificar el comportamiento de la economía colombiana al cierre del primer trimestre del año. Después de tres meses de relativa calacumulado fue de un 10.3%, en esta oportunidad el aumento en el índice de precios llegó a un 8.9%. Tal como anotó el propio director del DANE, Alfonso González Caro, "no sé para dónde va la inflación, pero lo cierto es que este año los precios han tenido un comportamiento altamente satisfactorio".

Lo sucedido hasta ahora le permite más -en comparación con lo sucedido en 1988- el balance en lo que va corrido del año es satisfactorio.
Esa opinión se desprende al mirar el comportamiento de las principales cifras. En primer lugar, la inflación ha venido cediendo de manera notoria. Mientras que a marzo de 1988 el al gobierno abrigar esperanzas de que el alza de precios para 1989 no sea superior a la meta fijada del 24%. De hecho, la inflación anual registrada en marzo -26.5%- es inferior a la del pasado diciembre cuando ésta llegó al 28.1% anual. Ese comportamiento es corroborado por lo ocurrido con el ítem más importante de la canasta familiar: los alimentos. Durante el año pasado éstos tuvieron aumentos sustanciales debido, entre otras razones, a la sequía que afectó al país en el primer semestre y al invierno del segundo semestre.

No obstante, en los últimos meses los problemas de abastecimiento de alimentos parecen haber sido solucionados. Según el ministro de Agricultura, Gabriel Rosas Vega, "tenemos de todo". La política de choque para estimular la oferta agrícola ha desembocado en que se hayan producido cosechas récords -como es el caso del arroz- y que, como consecuencia, los aumentos en precios no hayan sido sustancialmente altos.

El comportamiento relativamente favorable de la -inflación ha sido complementado por el desempeño del sector productivo. Este, que tuvo un transcurso irregular en 1988, ha venido repuntando desde finales del año pasado. Según Leonardo Villar, editor de la revista Coyuntura Económica, la encuesta empresarial adelantada por Fedesarrollo "muestra una clara recuperación a partir de diciembre, aunque todavía los indicadores son inferiores a los observados en 1987". Esa tendencia hace pensar que el crecimiento de la economía al final de este año será superior al del pasado. Además, los datos sobre el sector externo muestran que hasta mediados de marzo, la situación de la balanza comercial es mejor que las expectativas del gobierno, lo cual abre un compás de espera favorable. Tal como dijo el Ministro de Hacienda la semana pasada "existen excelentes razones para ser optimistas".

Todo eso, claro está, no quiere decir que las cosas estén en su punto óptimo. Los expertos indican que a pesar de que la economía va "más o menos bien," hay todavía señales en amarillo. Dentro de éstas el sector que más problemas ha tenido es el de la construcción, cuyo desempeño ha sido francamente malo. Debido a la saturación de la oferta de vivienda en ciertos estratos y a las dudas creadas por la ley de reforma urbana, la demanda se ha resentido. Las licencias de construcción aprobadas durante el primer trimestre del año, indican una caída del 11% en la actividad, a pesar de que las Corporaciones de Ahorro y Vivienda están presentando excesos de liquidez. "Este es un mercado en plena confusión" le dijo un constructor a SEMANA.

Otra situación que ha venido preocupando al gobierno -aunque en menor grado-- es lo ocurrido con las tasas de interés. Después de que éstas fueron liberadas a comienzos del año, se ha presentado un ligero repunte que a algunas personas les ha parecido preocupante. Ese fenómeno aparentemente no se compadece con la situación de liquidez que están viviendo las instituciones financieras. Tradicionalmente en la primera mitad del año, las entidades más importantes manejan grandes excedentes y 1989 no ha sido la excepción. Sin embargo, ello no se ha traducido hasta ahora en una disminución del costo del dinero lo cual, según algunos puede afectar seriamente el proceso de recuperación del sector productivo. La situación ha llegado hasta el extremo en el cual se ha venido mencionando la necesidad de reintroducir los controles a las tasas de interés.

Un último factor que requiere atención especial es el de la política fiscal. En 1988 los gastos de funcionamiento del gobierno central aumentaron a un ritmo superior al 40% anual, una cifra calificada de exagerada por algunos críticos de la administración. No obstante, a pesar de ese campanazo, el Ministro de Hacienda le aseguró a SEMANA que "la situación está bajo control".

Un poco más preocupante es lo que le pueda suceder a la inversión pública cuyo comportamiento es clave para la buena marcha de la economía. En particular, los observadores están preocupados por la entrada oportuna de los recursos del crédito "Challenger", destinados a financiar la inversión pública en 1989 y 1990. Hasta ahora la demora se ha sorteado con partidas que no se giraron en la vigencia fiscal de 1988, pero algunos aseguran que si el crédito se demora más de tres meses en llegar, el gobierno podría comenzar a atrasarse en sus pagos.

Esos interrogantes no alcanzan, sin embargo, a dañar la impresión sobre la estabilidad relativa de la economía. Aunque todavía es muy temprano para calificar a 1989, pocos dudan que si se adoptan los correctivos adecuados y se tiene la necesaria dosis de suerte, el país cuenta con todas las condiciones para que en lo económico este año se destaque, ante todo, por ser un período tranquilo.--