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Sin señal

La salida del aire de canales como 'CNN', 'TNT' o 'Cartoon Network' tomó por sorpresa a más de un televidente. ¿Qué está pasando con el negocio de la televisión por suscripción?

8 de noviembre de 2004

Desde el pasado primero de noviembre cerca 850.000 hogares colombianos suscritos al servicio de televisión por cable dejaron de recibir tres de los canales con mayor audiencia en el país. No pudieron sintonizar en sus pantallas los dibujos animados de Cartoon Network, ni los noticieros de CNN, ni las películas de TNT. Algunos encontraron, en su lugar, un mensaje que anunciaba la suspensión temporal de estos canales debido a diferencias entre Turner, la empresa programadora que los distribuye en América Latina, y Tvpc, el gremio que agrupa 31 compañías de televisión por suscripción, dentro de ellas algunas de las más grandes como EPM, TV Cable o Superview.

Tras cuatro meses de negociaciones, estas empresas no lograron llegar a un acuerdo con los directivos de Turner sobre el precio que deben pagar para transmitir las señales. De un lado, el gremio de operadores de cable afirma que "las excesivas pretensiones económicas del programador" se habrían traducido en aumentos "desproporcionados" en las tarifas a los usuarios. Del otro, Luis Bolio, vicepresidente de ventas de

Turner, asegura que nunca han querido subir los precios y que el problema está en que algunos operadores de cable les reportan un número menor de suscriptores del que realmente tienen, por lo que terminan pagando menos de lo que deberían. Según Bolio, a ellos sólo les reportan 500.000 suscriptores, mientras que el gremio Tvpc dice agrupar 850.000. El gremio de operadores sostiene que esto no es cierto y que tampoco fue este un tema de la negociación. Haría mucho bien que la Cntv, en su tarea de velar por los derechos de autor, dilucidara estas cifras.

Este caso, sumado a uno similar que se presentó a comienzos de este año con el canal de deportes Espn y a las frecuentes quejas de las empresas de cable sobre la crisis que enfrenta el sector ponen en evidencia los problemas que tiene la televisión por suscripción en Colombia. A pesar de ser un negocio que mueve más de 100 millones de dólares anuales y que ha triplicado el número de usuarios legales en los últimos cuatro años, todavía carga con los lastres de la informalidad en que nació hace menos de dos décadas.

Cable por el piso

No llegar a un acuerdo con los programadores de los canales es sólo la punta del iceberg de los problemas que enfrenta el negocio de televisión por cable.

En primer lugar, los operadores se quejan de la competencia de la llamada televisión comunitaria. Estas compañías, que en teoría no tienen ánimo de lucro, ofrecen a los habitantes de un barrio o un municipio un servicio de televisión que puede incluir hasta siete canales codificados, es decir, aquellos por los que hay que pagar derechos de transmisión. A cambio cobran tarifas que van entre los 5.000 y 8.000 pesos mensuales, una quinta parte de lo que cobran los cableoperadores. La competencia es desigual pues, a diferencia de las empresas de televisión por suscripción, las comunitarias no tuvieron que pagar ninguna licencia ni deben trasladarle un porcentaje de sus ingresos a la Comisión Nacional de Televisión. Actualmente operan en el país 76 sociedades de televisión comunitaria.

En segundo lugar está el flagelo de la piratería. A comienzos de los años 80, los colombianos comenzaron a ver canales de televisión extranjeros, especialmente latinoamericanos, a través de antenas parabólicas. Estas se propagaron rápidamente, sin control y, en muchos casos, sin pagar los derechos a las empresas que emitían los canales. Sólo en 1999 empezó a legalizarse el mercado. Ese año, la Cntv otorgó concesiones a 114 empresas que compraron su licencia y empezaron a prestar el servicio de televisión por suscripción de manera legal.

Y aunque estos cambios sirvieron para formalizar el negocio de televisión cerrada, los casos de empresas ilegales todavía abundan. Se calcula que hoy existen en Colombia más de 500 operadores clandestinos que prestan el servicio sin licencia o se roban las señales.

A todo esto se suma la guerra de tarifas que se ha desatado entre los mismos cableoperadores que existen en el mercado (hay alrededor de 80 en todo el país), lo que ha disminuido sustancialmente los márgenes de rentabilidad del negocio. Colombia es hoy el país de América Latina con las tarifas más bajas de la industria del cable. Mientras el promedio de la región es de 25 dólares mensuales por este servicio, en el país oscila entre los ocho y 12 dólares. Así, quien hoy quiera comprar un paquete básico de canales encontrará precios que van desde 10.000 hasta 70.000 pesos mensuales en promedio.

Ante estas dificultades, las compañías de cable aseguran que su negocio no es viable. Por eso decidieron agremiarse y crearon la Tvpc, con el fin de buscarles salida a los problemas que los aquejan. Una de las primeras decisiones que tomaron fue negociar en bloque la compra de los canales. La idea de hacerlo así era lograr un descuento en las tarifas que pagan a los programadores, ofreciéndoles a cambio mayores volúmenes. Una estrategia que fue efectiva con las cadenas Fox y Espn, pero no con Turner, como quedó visto la semana pasada.

Mientras se resuelven estas diferencias, quienes resultan más perjudicados son los usuarios. La letra menuda de los contratos de afiliación al servicio de televisión por cable establece que las empresas pueden sacar del aire un canal en cualquier momento. Es decir, no hay lugar a reclamos. Sin embargo, la Comisión Nacional de Televisión (Cntv) ha advertido que la conducta del gremio, al suspender los canales de Turner, podría estar desconociendo normas de protección al consumidor y que las empresas "deberán cumplir lo ofertado al suscriptor en el momento de la afiliación, lo que incluye la parrilla de programación ofrecida". Por ahora, los niños no podrán ver su Cartoon Network ni los adultos, los noticieros de CNN.