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¿SOCIALISMO LINEA REAGAN?

En medio de nubes de humo, Mitterrand viene introduciendo medidas económicas de emergencia.

23 de mayo de 1983

Socialismo línea Reagan. ¿Por qué no? Cada gobierno que entra, inventa una nueva forma de democracia; un laborismo diferente; un capitalismo renovado. El gobierno francés llevó la imaginación al extremo y se inventó la versión económica socialista del gobierno de Ronald Reagan.
En medio de un plan de emergencia económica que tiene como estandarte disminuir la inflación a niveles inferiores al 5%, el gobierno socialista tomó una serie de medidas que han sido ampliamente celebradas por sectores ultraconservadores. Un ejemplo: la revista inglesa "The Economist" que se ha caracterizado por su firme apoyo al actual gobierno británico, sacó en carátula al presidente francés con un titular que decía: "Mitterrand, le bon choix" (la buena escogencia). Para Mitterrand, verse situado del mismo lado de la Thatcher y de Reagan constituye la pesadilla más horrible que jamás llegó a imaginar.
El nuevo plan está constituido por diez puntos básicos y busca reducir en aproximadamente sesenta y cuatro mil millones de francos el dinero circulante en la economía.
Entre las medidas de mayor importancia, están: un préstamo obligatorio que deben hacer los franceses al gobierno por un valor equivalente al 10% de los impuestos pagados en 1982 (si este impuesto superó los 5000 francos); un nuevo impuesto sobre los derivados del petróleo que compensará (en contra del ciudadano) cualquier disminución internacional en el precio de los hidrocarburos; aumento en los intereses de las cajas de ahorro; disminución de la posibilidad de endeudamiento de las entidades públicas.
Dice el primer ministro Pierre Mauroy: "Hay que reducir el gasto. Los franceses, salvo que quieran vivir con inflaciones del 12% anual, deben acostumbrarse a consumir de acuerdo con lo que producen". Pero, el término "franceses" es demasiado general, ya que habrá algunos bastante más afectados que otros. Es en este punto, precisamente, donde al gobierno socialista comienza a dolerle el socialismo.
El esfuerzo de disminuir el gasto será realizado en un 62% por los particulares y en un 38% por el gobierno. Lo grave es que este 62% de responsabilidad de los particulares recae casi totalmente sobre la clase media francesa, que es precisamente la dueña de las cuentas de ahorro y la única a quien el gobierno puede gravar fiscalmente y exigirle préstamos, ya que la clase alta se caracteriza por su sorprendente habilidad para nunca pagar impuestos y jamás respetar regulaciones del gobierno.
Las clases bajas tampoco se verán exentas de perjuicios, ya que la disminución en el gasto en una situación de recesión va acompañada por un incremento inmediato en el desempleo.
Proyecciones iniciales estiman que en lo que resta del año el número de desocupados aumentará en 300 mil. Siendo más específicos: en 300 mil obreros industriales. Estos son golpes difíciles de encajar para un gobierno que basó su campaña presidencial en la rápida reactivación del empleo.
Desde el punto de vista formal y político es muy interesante ver la sutileza de los mecanismos con que fueron introducidas las nuevas medidas. De los diez puntos ejes de la política, nueve estaban redactados en una forma tan confusa y en un argot económico tan árido, que pese a ser relevantes para casi todos los ciudadanos fueron pocos, en el primer momento, quienes los entendieron y atacaron. El décimo punto consiste en que el gobierno francés tan solo autoriza la venta de divisas anuales por valor de 2.000 francos (21.000 pesos ) a cada ciudadano, para viajar al exterior. Esto tiene como objetivo reducir la disminución de las reservas que provocan las continuas compras de divisas por parte de los turistas franceses.
Pero, tuvo como efecto, para alegría del gobierno, poner una nube de humo sobre el resto de las medidas que en realidad son las más relevantes y las que más duro van a golpear a los ciudadanos. Es decir, clarificando lo banal y oscureciendo lo importante, el gobierno parece tratar de cubrir una violenta crisis que no permite que Francia visualice una salida de la recesión en menos de dos años, mientras que los demás países desarrollados ya comienzan a salir a flote.
El crecimiento de la economía que el gobierno hace poco tiempo calculaba en un 3% para el presente año con dificultad llegará, después de las medidas contraccionistas anunciadas, al 0%.
Sin inversión no hay crecimiento, y con contracción no hay inversión. Para el gobierno francés esto es claro, pero por ahora solo una cosa importa: reducir la inflación.
El índice de inflación durante el anterior gobierno llegó a sobrepasar el 10%, lo cual es inconcebible para una economía desarrollada como la francesa. El gobierno socialista logró reducir el índice por debajo del 10%, pero esto está lejos de ser suficiente ya que su poderoso vecino, Alemania, tiene actualmente una inflación menor al 5% .
Irónicamente se dice que las nuevas políticas correctivas constituyen un socialismo al estilo Reagan. Pero, la única similitud existente es el obsesivo afán por vencer la inflación; los medios utilizados son absolutamente diferentes; por esto, economistas conocedores del proceso francés, consideran que el gobierno socialista puede derrotar la inflación sin arrasar con las clases de menores ingresos del país. Esto, agregan, es precisamente lo que Reagan fue incapaz de hacer.