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Y las subieron

El incremento en las tasas del Emisor es un costo en que no vale la pena incurrir en las actuales circunstancias.

5 de mayo de 2003

Contra la voluntad de medio mundo la Junta Directiva del Banco de la República subió sus tasas de interés 1 por ciento el lunes pasado. Aunque se veía venir desde antes, esta decisión generó un debate de grandes dimensiones. Analistas, empresarios y deudores en general ahora comparten un interrogante y un temor: ¿se frenará el crecimiento económico por cuenta de la decisión del Emisor? El primero en abrigar esa duda es Alvaro Uribe, quien se había mostrado abiertamente en desacuerdo con la subida de las tasas antes de que la Junta la decidiera. Para muchos, de hecho, una de las cosas que explican la postura del Banco es precisamente la oposición del gobierno. El Emisor no sólo tiene la vocación de ser independiente sino de parecerlo. De haber mantenido quietas las tasas habría quedado la sensación de que el Banco está a órdenes del Presidente. Para muchos economistas, incluidos los de su Junta, esta 'contaminación' política no es bien vista por los inversionistas. Pero el Emisor tuvo otras razones de orden más económico para tomar la decisión. En el comunicado de prensa que la anunció el Banco reiteró algo que es obvio pero mucha gente olvida: la inflación, incluso cuando es moderada, es costosa para mucha gente (quienes tienen deudas en UVR, por ejemplo). Explicó también que las medidas buscan "quebrar las expectativas de una mayor inflación" y prevenir la fuga de capitales. Añadió que el incremento en las tasas de intervención "las mantiene en niveles reales cercanos a cero y, por ello, no afecta la carga real de la deuda en los balances de las empresas ni de las familias(...)". Esta última aseveración no concuerda con la idea que tienen muchos colombianos, quienes tienen todavía muy presente la experiencia de 1998, cuando el Emisor subió las tasas a niveles exagerados y agravó una de las peores crisis económicas de la historia. Las cosas, sin embargo, han cambiado mucho en los últimos cuatro años. En ese entonces había banda cambiaria y la moneda colombiana estaba sumamente revaluada. Nada de esto ocurre hoy en día. Por esta y otras razones se puede descartar una situación económica como la que vivió el país en 1998. La subida de las tasas, entonces, no debe verse como una tragedia. Pero el hecho de que no sea trágica no quiere decir que no tenga costos. Ahí está buena parte del debate. Quienes defienden la posición del Banco señalan que sigue habiendo una liquidez muy amplia, y por eso es poco probable que la medida del Banco se transmita a las tasas de interés de los depósitos (como la DTF) o a las de los créditos. De hecho, en enero el Banco había subido sus tasas de intervención 1 por ciento, y la DTF no se movió. Del otro lado están quienes anticipan que la última movida del Emisor sí afectará los intereses de los créditos y frenará la demanda. ¿Qué tanto? En principio, no mucho. Sin embargo la crítica de fondo es que, así sea leve, este es un costo en que no vale la pena incurrir en las actuales circunstancias. En lo que todos están de acuerdo es en que la inflación actual no obedece a una demanda desbordada, sino a la reducción en la oferta de algunos alimentos y al encarecimiento de las materias primas por la devaluación. Pero la tasa de cambio ya estaba bajo control desde hace dos meses y los precios de alimentos están determinados, en el fondo, por el clima. ¿Para qué subió el Banco las tasas entonces? Lo dijo muy claro: para quebrar las expectativas de una mayor inflación y aumentar la probabilidad de cumplimiento de la meta de crecimiento de precios de 2003, que es 5,5 por ciento. Esto es importante y, en efecto, la inflación parte de un problema de expectativas. Sin embargo, como lo señaló un informe de Anif "vale la pena preguntarse qué sentido tiene mantener una meta de inflación matemáticamente inalcanzable. (...). Al propósito de reducir las expectativas sirve más una nueva meta que los mercados acepten como viable que mantener una cifra desbordada por la realidad".