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M E R C A D O S    <NOBR>F I N A N C I E R O S</NOBR>

Tango amargo

La crisis argentina ha tocado fondo. Latinoamérica sufre las consecuencias.

13 de agosto de 2001

Alas 8 de la noche del miércoles, mientras medio continente veía el partido inaugural de la Copa América, los argentinos escuchaban atentamente el discurso de su ministro de Hacienda, Domingo Cavallo. Era el momento cumbre de un día sacudido por rumores que iban desde la quiebra de varios bancos hasta el despido masivo de miles de empleados.

En locución televisiva Cavallo anunció un paquete de drásticas medidas con las que el gobierno de Fernando de la Rúa pretende llevar a cero el déficit fiscal. Estas implican una reducción de salarios, jubilaciones, pensiones, pagos a proveedores y contratistas del orden del 10 por ciento. También incluye un impuesto a las transacciones bancarias, la eliminación de las exenciones tributarias y la creación de tribunales especiales para juzgar los casos de evasión superiores a un millón de dólares.

La idea detrás de estas medidas es que la Argentina deje de vivir con plata prestada. Mejor dicho, que sólo gaste lo que recaude y no se endeude más. Ello se debe a que hoy en día le resulta imposible conseguir financiación en los mercados internacionales a tasas razonables, pues los inversionistas perciben una alta probabilidad de que entre en una moratoria de pagos, es decir, que caiga en default.

Esto ha hecho que las agencias calificadoras de riesgo revisen a la baja sus perspectivas: Standard & Poor’s bajó su nota en un nivel y Fitch Ibca hizo lo propio en dos. Lo anterior se ha traducido en un aumento del riesgo país —la sobretasa que debe pagar un país por encima de la renta de la deuda de Estados Unidos— en casi 1.400 puntos.

La crisis argentina ha comenzado a afectar el comportamiento de otros mercados de la región, como Brasil y Chile. Ambas naciones han venido padeciendo una fuerte devaluación de sus monedas, acompañada de un incremento del riesgo país. Sus gobiernos temen por una eventual caída en las reservas internacionales, lo cual agravaría las finanzas de ambos.

También en bolsas como Wall Street las acciones latinoamericanas han bajado sin excepción. Incluso en la de Madrid llegó el efecto por las fuertes inversiones que tienen las empresas españolas en Argentina. Los bancos Bbva y Santander perdieron 3.000 millones de dólares en un solo día. Ni hablar de Repsol, Endesa y Telefónica, que han perdido el 8 por ciento de su valor de mercado.

Y es que todo parece indicar que la crisis argentina está tomando dimensiones mundiales al mejor estilo del ‘tequilazo’ en México o de las crisis rusa o coreana. Es por eso que los rumores sobre una posible intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) comienzan a tomar fuerza. De ser así, el Fondo otorgaría un préstamo a la Argentina con tal de evitar que caiga en default e impedir de esta manera un efecto dominó sobre el resto de economías emergentes. “Una eventual moratoria argentina podría elevar el precio de los bonos latinoamericanos y complicar las rondas de financiamiento que tienen previstas para el próximo año países como Colombia”, asegura Alberto Bernal, director para Latinoamérica de Idea Global en Nueva York. No obstante el FMI suspendió recientemente un desembolso a Turquía por valor de 1.500 millones de dólares, lo que parece indicar un endurecimiento del organismo.

Lamentablemente no existen salidas mágicas para que la Argentina salga de la crisis sin siquiera contemplar la posibilidad de devaluar. “Afuera los inversionistas saben que, a la larga, el único camino que tiene Cavallo es salirse de su esquema dolarizado”, afirma Erika Montañez, de Corredores Asociados. No en vano se compara la crisis gaucha con la vivida por Brasil en 1997, cuando trataba de defender el tipo de cambio en contra de un mar de especuladores.

La pregunta que se hacen por ahora los inversionistas es si el ministro Cavallo conseguirá revertir la desconfianza de los mercados. Si podrá hacerles creer que su gobierno es financieramente viable. Para ello necesitará reducir el déficit fiscal a través de un recorte del gasto público nunca antes visto. ¿Lo logrará?