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TANTEANDO EL TERRENO

El gobierno consulta al Consejo del Trabajo una reforma al régimen de cesantías

15 de junio de 1987

Durante varias décadas, la cuestión del régimen de cesantías ha sido, en la mesa de discusiones entre trabajadores y empresarios, algo así como el sexo en las conversaciones de salón de epocas no muy lejanas: un tema tabú. Cualquiera que lo proponga despierta de inmediato el recelo del otro bando, y las posibilidades de llevar a cabo un debate abierto al respecto, desaparecen. Y no es solamente, como se cree porque los trabajadores le tengan miedo al tema. También porque los empresarios, quienes suelen desconfiar de las reformas propuestas por el simple temor a lo desconocido, se han asustado.
En esta medida, no deja de ser un reto arriesgado el que acaba de asumir el gobierno al plantear ante el Consejo Nacional del Trabajo, allí donde empresarios y trabajadores se la han pasado hablando de todo menos de esto, la posibilidad, no de reformar el régimen de cesantías, sino más bien de ofrecer una alternativa que resulte atractiva para unos y otros. La idea, en pocas palabras, es que un trabajador pueda, si así lo desea, renunciar al actual sistema a cambio de uno con muchas ventajas, pero en el cual no operarían los fantasmas que más aterran a los empresarios: retroactividad y doble retroactividad de las cesantías.
Ese sistema alternativo (al que ningún empleado tendría que acceder por obligación) consiste básicamente en que el patrón consigne en una cuenta de ahorros, en forma mensual una suma equivalente al 10% del salario del trabajador, quien sería el titular de la cuenta, pero solo podría utilizar el dinero a la hora de invertir en vivienda o en el momento de queda cesante.

Pájaro en mano
Para entender más claramente la propuesta gubernamental, basta imaginar a un trabajador con 100 mil pesos de salario mensual, quien después de cinco años de trabajar en una empresa, con el régimen tradicional de cesantías, le pide a su patrón que le aplique el sistema alternativo. En primer lugar, tienen que resolver la forma de pago de los cinco años de censantía ya acumulada y que asciende a 500 mil pesos (100 mil por cada año trabajado, debido a la retroactividad). Según la propuesta gubernamental, el patrón podrá pagar esa suma o seguir debiéndola al trabajador, según lo desee. Si se decide por lo primero, esa suma irá a engrosar la cuenta de ahorros que se utilizará para el nuevo sistema. Si decide seguir debiendo ese dinero a su empleado, lo podrá pagar cuando este se retire, pero eso sí, tendrá que hacerlo con base en el sueldo que para entonces le esté pagando. Así, si lo hace cuando el trabajador se esté ganando 120 mil pesos, tendrá que multiplicar esa suma cinco veces, equivalentes a los cinco años de cesantía acumulada en el sistema tradicional.
Una vez resuelto lo anterior, la aplicación del nuevo sistema se inicia. El patrón comienza entonces a consignar mensualmente en la cuenta de ahorros del trabajador una suma equivalente al 10% de su sueldo, en este caso 10 mil pesos, que de inmediato comienzan a rentar intereses que se capitalizan mes a mes. Con un interés del 3% mensual, al pasar el primer mes el trabajador tendría 10.300 pesos. Un mes después, tendría en esa cuenta los 10.300 pesos acumulados, más los 10 mil correspondientes al segundo mes, y luego el 3% adicional de intereses, o sea, 20.600 pesos. Y así sucesivamente.
Hasta aquí pueden verse claramente dos ventajas. La primera, que la cesantía acumula el 10% del sueldo cada mes, mientras que en el sistema tradicional acumulaba solo el 8.33% cada mes, debido a que equivalía a una doceava parte del salario, para completar un sueldo al año. La segunda tiene que ver con los intereses: mientras en el sistema viejo estos ascendían al 12% anual y eran pagaderos una vez al año, ahora --con un interés del 3% mensual pagado cada mes-- pueden alcanzar hasta el 40% anual.
Pero, sin duda, la ventaja más grande consiste en que el trabajador puede llevar un control sobre los depósitos que su patrón le hace, de tal manera que no resulte perjudicado a la hora de una quiebra de la empresa. En la actualidad, cuando un trabajador completa un buen número de años y queda cesante, a la hora de liquidar la cesantía suele suceder que el empleador lo llame a "negociar", con el argumento de que si el trabajador le exige el pago de la totalidad, lo tendrá que hacer por medio de un proceso jurídico-laboral, que bien puede tomarse uno, dos y hasta tres años. Con el nuevo sistema, el trabajador sabe que apenas quede cesante, puede disponer de su dinero, sin papeleos ni nada por el estilo.
Finalmente, los defensores del nuevo sistema aseguran que este puede cobijar un universo de trabajadores mucho más grande. El actual régimen solo se aplica a los trabajadores que reciben mensualmente un salario fijo, y en muchos casos no cobija a quienes ganan en forma continua honorarios con una determinada empresa. Con la nueva fórmula, todos esos trabajadores estarán cobijados. Así, por ejemplo, los obreros de la construcción podrán exigir que se les aplique el sistema alternativo, sin importar cuanto tiempo dure su contrato. Algo similar sucederá con los maestros del sector privado, quienes suelen ser contratados por periodos de un año, perdiendo en muchos casos el derecho a acumular una cesantía. Este punto será sin duda uno de los que más ponga a pensar a los empresarios, tan afectos últimamente a contratar trabajadores por periodos fijos o por el sistema de empleo temporal.

Clima de prevención
Para el gobierno, uno de los argumentos centrales para defender la propuesta es que esta cumpliría con el objetivo de generar empleo. En efecto, se supone que el dinero depositado en las cuentas de ahorros por los empleadores para sus trabajadores, tendrá una destinación específica: vivienda para los empleados o préstamos a los empresarios para proyectos claramente generadores de empleo. Aunque este último concepto tendrá todavía que definirse, se calcula que al sistema financiero le entrarán unos 50 mil millones de pesos al año con el nuevo mecanismo de cesantías, y esa suma se podrá utilizar en inversión creadora de puestos de trabajo.
Otra contribución para solucionar la cuestión del desempleo --o al menos para mitigarlo-- es que, aparte del 10% mensual que el patrón debe aportar a la cuenta de ahorros del trabajador, estará obligado a entregar otro 3% para un seguro nacional de desempleo. Esta idea recoge una iniciativa del anterior ministro de Trabajo, José Name, que en su momento levanto polvareda entre los gremios.
Pero el gobierno confía en que, metido dentro de un paquete que de alguna manera presenta una salida a la cuestión de las cesantías, goce de mejor acogida del lado patronal.
Claro que el gobierno, y en particular quienes han venido trabajando en el tema, como el consejero presidencial en Desarrollo Social, Ernesto Rojas Morales, saben que lo primero que habrá que romper es el hielo que ha congelado las discusiones a lo largo de todos estos años. "Somos conscientes --anota Rojas-- de que existe un clima de prevención. Once proyectos sobre este tema han sido presentados al Congreso en las últimas legislaturas, para desmontar la retroactividad de las cesantías, y todos se han hundido. Esta vez, los trabajadores pueden creer que se trata de un proyecto con idéntico objetivo y no es verdad".
Este clima de prevención pudo evidenciarse pocas horas después de conocido el memorando presentado al Consejo del Trabajo por el ministro Diego Younes. Titulares que reflejaban el escepticismo general, aparecieron en las primeras páginas de los periódicos. Pero hacia el final de la semana, tanto los sindicatos como los gremios empresariales parecían haber optado por posiciones más prudentes. Todo indicaba que se habían decidido a estudiar detenidamente el memorando antes de criticarlo. La hora de las discusiones será en dos semanas, cuando el Consejo vuelva a reunirse, y los dos bandos traigan debajo del brazo sus planteamientos frente a la propuesta gubernamental. Tal vez para entonces el tema deje de ser tabú y se dediquen por fin a discutirlo. Lo que no quiere decir que se vayan a poner de acuerdo.--