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Teléfono roto

La propuesta de venta de la ETB está enredada en el Concejo de Bogotá. ¿Qué futuro le espera a esta compañía, que lleva más de una decena de intentos fallidos de privatización?

2 de julio de 2011

Ninguna compañía del sector público en Colombia ha buscado tantas veces una transformación que le permita vincular accionistas privados como lo ha hecho la Empresa de Teléfonos de Bogotá. Desde 1996 hasta la fecha, se han hecho más de diez intentos por darle un giro a esta compañía, considerada la joya de la Corona de la capital.

Antanas Mockus, en sus dos administraciones, insistió siete veces con el Concejo de Bogotá para que le autorizara la venta de la ETB. Enrique Peñalosa tampoco consiguió que le aprobaran su propuesta de enajenación de este activo distrital y Samuel Moreno, quien intentó buscar un socio estratégico, no pudo despertar el interés de los inversionistas con la propuesta que les planteó.

Ahora, otro proyecto de acuerdo que busca vender el 86,6 por ciento que tiene el Distrito en la ETB espera su trámite en el cabildo distrital. ¿Está vez será la vencida? No parece. El ambiente en el Concejo capitalino para tomar una decisión de esta naturaleza no es el mejor, empezando porque el origen de la propuesta tiene circunstancias muy particulares.

Después del fracaso de la búsqueda del socio estratégico y de la renuncia en pleno de la junta directiva de la ETB, preocupada por el futuro de la empresa, el alcalde Samuel Moreno le dio luz verde a su secretaria de Hacienda, Beatriz Arbeláez, para que procediera a preparar un proyecto para su venta.

Sin embargo, no fue Moreno quien presentó la propuesta al cabildo distrital, debido a que fue apartado del cargo por orden de la Procuraduría. Fue la alcaldesa ad hoc que nombró el presidente Juan Manuel Santos, Cristina Plazas, quien terminó llevando el proyecto al Concejo, justamente el mismo día en que se posesionó Clara López como alcaldesa (e) de la ciudad. Y de inmediato, López dejó bien en claro que no respaldaba la iniciativa.

Por ahora, los concejales que tienen a su cargo el estudio y la radicación de la ponencia, Edward Arias (Partido Verde), Laureano Alexi García (Polo) y Andrés Felipe Arbelaéz (MIRA), pidieron unos días más antes de entregar a la Comisión de Gobierno la ponencia a favor o en contra de la propuesta. La posición que tomarán se sabrá en los próximos días.

Hay muchos argumentos para pensar que será negativa. No solo porque el Polo no respaldará la venta, sino porque algunos otros piensan que este no es un buen momento para hacerla, cuando se aproxima el cambio de alcalde.

Mientras tanto, expertos en telecomunicaciones piensan que la ETB pierde valor y tiempo crucial para buscar un mejor futuro que le permita enfrentar a sus competidores. Hace diez años, según cálculos, el Distrito habría podido recibir 1,1 billones de pesos por el 51 por ciento de la empresa, pero hoy las cuentas no son tan alegres. Se estima que el 86 por ciento de la compañía podría valer 1,3 billones.

La utilidad de la empresa ha venido cayendo en los últimos años. Entre 2006 y 2010 ha caído 34 por ciento, pero su disminución ha sido casi del 50 por ciento cuando se analiza frente a 2007. El retorno de capital también ha venido descendiendo. En los últimos diez años ha sido de 4,08 por ciento, lo cual no recoge el riesgo de la inversión que tiene el Distrito en la entidad. Expertos afirman que la ETB, en su estructura actual, no cuenta con el atractivo de hace unos años, cuando era monopolio. Por el contrario, hoy pertenece a un sector de grandes inversiones y de permanente innovación y desarrollo, y su enajenación permitiría una recomposición del patrimonio público con diferentes alternativas sociales que representarían una rentabilidad social real.

La recomendación de la venta parcial o total de la participación del Distrito en la empresa se sustenta también en el argumento de que lo que la capital requiere es promover los motores de la economía con capital social.

Como están las cosas, otro intento por cambiar el rumbo de la ETB naufragará nuevamente. El ambiente alrededor de la empresa está caldeado. Hay demasiados ruidos, no solo por la eventual privatización, sino por otra serie de denuncias como el contrato de los televisores del Congreso, la caída en el precio de la acción y el oneroso plan de retiro que implementó la compañía para sus empleados meses atrás. Lo lamentable es que la suerte de la empresa más importante de los capitalinos sigue en juego y, mientras tanto, sus competidores le cogen más distancia.