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TELEFONO ROTO

La devaluación y la crisis económica han golpeado a la telefonía celular, pero los operadores <BR>siguen optimistas.

16 de agosto de 1999

En 1993 los grupos empresariales y los medios de comunicación más importantes del país
estaban enfrascados en una batalla sin tregua para hacerse a un puesto en la adjudicación de las licencias de
telefonía celular. En ese entonces los inversionistas _agrupados en ocho empresas de carácter privado y
mixto, aliadas con ope-radores internacionales_, cruzaban los dedos para que les fueran adjudicadas las tres
regiones en las que fue dividido el país para la prestación del servicio. No era la mayor licitación abierta en el
país hasta ese momento. Pero sí la que involucraba el mayor número de intereses nacionales y extranjeros
de manera simultánea. Y al final los beneficiados terminaron pagando la suma de 1.300 millones de
dólares por las licencias _algo así como 1,2 billones de pesos de 1994_, con el compromiso de
amortizarlos en un plazo de 20 años después de iniciada la operación.El negocio prometíaLos atractivos de
la telefonía celular como negocio eran _y siguen siendo_ innegables. Por una parte, la comunicación móvil
inalámbrica ofrecía la comodidad de llevarse a cualquier lugar, sin requerir de cables o de otro tipo de
conexión, lo que sin duda estaba alineado con las tendencias globales en el sector. En otras palabras, no
se trataba de una moda pasajera. De hecho, la cifra pagada por los seis operadores _una de las más altas en
el mercado latinoamericano_ se creyó más que justificada con las tasas de crecimiento del negocio durante
sus primeros años (ver gráficas).Es más, la velocidad de crecimiento del negocio fue tal que en un período de
cuatro años la telefonía celular alcanzó una penetración cercana al 5 por ciento de la población, lo que
equivale a la penetración de la telefonía tradicional en 50 años de operación. El número de abonados _término
con el que se designa a los usuarios en la legislación_ es hoy en día de 1.800.000 personas, lo que supera
los cálculos más optimistas tanto de los operadores como del Ministerio de Comunicaciones. Según María
Cristina Mejía de Mejía, presidenta de Celumóvil, las estimaciones contenidas en los planes iniciales
apuntaban a que en cinco años _1999_ la empresa tuviera 250.000 abonados. Hoy la cifra es de 529.000.
Y algo similar sucedió con Comcel. Peter Burrowes, presidente de esta última, coincide con Mejía en el
sentido que las tasas de crecimiento fueron muy superiores a las presupuestadas. Comcel tiene hoy
513.000 abonados.Según Burrowes, las condiciones económicas eran tales en 1996 que Comcel mostró
utilidades netas en su balance, lo que no estaba contemplado en el plan original; la revaluación hacía que el
estar endeudados en dólares fuera un buen negocio, y la posibilidad de conseguir los recursos que requerían
las empresas para atender sus necesidades de expansión era prácticamente imposible.Se volteó la tortaPero
las devaluaciones de 1997 y 1998 hicieron que las cosas se pusieran feas. Al estar endeudadas en dólares y
tener ingresos en moneda local, las empresas empezaron a deber cada día más. Y a esto se suma el
hecho de que Comcel y Celumóvil se expandieron a través de adquisiciones, aumentando significativamente
su carga financiera. Comcel compró a Occel y Celumóvil incorporó a Celumóvil de la Costa.Adicionalmente, la
crisis de la economía hizo que el patrón de crecimiento en el número de usuarios cambiara de tendencia.
Mientras que en el tercer trimestre de 1997 se adicionaron 253.000 abonados, en el primer trimestre de 1999
el número de usuarios sólo creció en 16.970. Y de seguir la tendencia no está lejano el día en que se dé un
decrecimiento en el número de usuarios netos. Lo anterior, sumado a la reducción en la duración promedio de
las llamadas y en el número de ellas _en Celumóvil el promedio de facturación de los usuarios pasó de 200 a
100 dólares por mes_ explica que a partir del tercer trimestre de 1998 los ingresos de los seis operadores
hayan empezado a declinar.No todo está perdidoLo que viene hacia adelante no es mucho más fácil. La
cláusula de exclusividad que protegía a los operadores celulares de otras tecnologías inalámbricas tenía una
duración de cinco años, por lo cual es predecible que a partir del primer semestre del próximo año entren a
competir en el mercado operadores de PCS y que se fortalezcan servicios que ofrecen ventajas de costos
para el segmento empresarial como el Avantel, cuyo crecimiento ha sido notable. El resultado será una
reducción mayor en los precios, lo que exigirá de los competidores mayor creatividad y una gama más
amplia de servicios. A pesar de todo, la situación de los operadores celulares no es desesperada. Por una
parte, los socios tienen la capacidad financiera para sobreaguar la crisis, que en algún momento tiene que dar
su brazo a torcer. Por la otra, la telefonía celular no ha pasado de moda y no lo hará en el futuro cercano.Salir
de la actual crisis es el segundo reto que debe enfrentar la telefonía celular, luego de superar con creces
el primer obstáculo: convencer a los colombianos de usar el servicio y acostumbrarse a él. Los operadores
celulares están muy activos buscando socios internacionales que los capitalicen y les ayuden a superar la
coyuntura de endeudamiento. De lograrlo, los celulares seguirán siendo una alternativa de comunicaciones
cada vez más aceptada en el país. Y estarán aquí para rato.