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Los permanentes despidos han generado protestas entre las personas afectadas, como ocurrió con estos trabajadores de una compañía en Barcelona

CRECIMIENTO

Tiembla la madre patria

Mientras los españoles enfrentan una dramática coyuntura económica, las inversiones de España en Latinoamérica han sido golpeadas por decisiones de varios gobiernos. ¿Pasará el chaparrón?

4 de enero de 2009

España tenía hasta hace poco muchas cosas de las cuales enorgullecerse: la selección de fútbol campeona de Europa, el mejor tenista del mundo; un dos veces campeón de la Fórmula 1. autores de varios clásicos de la literatura mundial, una baraja de pintores considerados dentro de los mejores de la historia y una de las economías más sólidas de Europa. Todo, menos este último aspecto, sigue igual, pues España atraviesa hoy una de las más difíciles situaciones económicas de los últimos años.

Los acontecimientos más recientes para nadie son buenas noticias en la península ibérica. El alza inusitada del desempleo –uno de los asuntos más sensibles– ha llevado a España a tener el récord de desocupación en Europa; el creciente déficit externo y la dificultad para financiarlo; la caída en la productividad y los líos presupuestarios son apenas algunos de los factores en el nuevo panorama económico de ese país.

Como si fuera poco, las decisiones de varios gobiernos en Latinoamérica han puesto a temblar inversiones clave de varias multinacionales ibéricas en la región.

El más reciente caso: el pasado 24 de diciembre quedó en firme la nacionalización, por parte del gobierno argentino, de Aerolíneas Argentinas, que pertenecía al Grupo español Marsans. En el prólogo del libro La Gran Apuesta, globalización y multinacionales españolas en América Latina, recientemente editado, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, señala que actualmente más del 33 por ciento de la inversión española en el exterior se encuentra en Latinoamérica

La situación económica general de España tiene una especial trascendencia para Colombia, por los 800.000 colombianos que viven en ese país y, además, por la presencia de importantes inversiones españolas, especialmente en los sectores financiero, de servicios públicos y medios de comunicación. Todo lo que está ocurriendo va a cambiar ese panorama.

A pesar de que el diagnóstico más obvio es que la crisis internacional inevitablemente impactó la economía española, es claro que este golpe fue apenas un ingrediente más en una crisis que se venía cocinando desde hacía varios años y que hoy desnuda deficiencias estructurales de su aparato productivo.

La España de hoy no es una economía diversificada ni productiva. Por el contrario, como lo señaló el equipo de economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) que a comienzos de diciembre finalizó una misión en ese país, España mantuvo durante 15 años un boom sustentado exclusivamente en su sector inmobiliario y de construcción; gracias a ello, tuvo que acudir a altísimas dosis de financiamiento en el exterior. Prueba de ello es que en 2007, según el FMI, el país cerró con un déficit externo de 138.000 millones de dólares y se espera que este año supere 150.000 millones, uno de los más altos de la historia.

Ese era el contexto propicio para que la crisis externa golpeara más fuertemente y tomó con las defensas bajas a la economía ibérica. Pero allí no ha habido grandes quiebras, ni cierres de bancos o fusiones forzadas. El ajuste ha venido por el lado de los trabajadores.

Justamente por tratarse de una economía basada en la construcción, el empleo es el primer indicador que se deteriora. En los últimos meses, el país pasó a ser el de mayor índice de paro en la Unión Europea, del 13 por ciento. Según el Instituto de Empleo (Inem), órgano encargado de las estadísticas sobre el mercado laboral, entre noviembre de 2007 y noviembre de 2008, el número de desempleados ha crecido en 42 por ciento y pasó a casi tres millones de personas.

Por esta razón el gobierno ha tomado medidas y diseñó un paquete de alivios destinado especialmente al sector inmobiliario. Se trata de una línea de financiación oficial de 3.000 millones de euros para empresas en problemas. El objetivo es que las firmas inmobiliarias que han empezado a quedarse con un stock creciente de casas, puedan ponerlas en arriendo y tener así un flujo de caja, para evitar líos mayores. Igualmente, el gobierno impulsará, por medio de beneficios fiscales, el negocio del alquiler de inmuebles. Además, se creó una subvención para las ciudades que contraten desempleados en labores sociales. Esto podría generar unos 100.000 puestos de trabajo. Al mismo tiempo, al igual que han hecho otros gobiernos, la administración del presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunció un paquete de inversiones en obras de infraestructura para 2009.

Pero si la situación interna española se ha venido agravando, lo que está ocurriendo con las inversiones españolas en Latinoamérica es bastante complicado. En Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia, muchos intereses comerciales ibéricos han sido nacionalizados. Empresas como Repsol YPF, Bbva, Banco Santander y el grupo Marsans han visto cómo muchos de sus intereses y sus inversiones han pasado a manos del Estado.

Sólo un botón de muestra: mientras que el gobierno argentino autorizó la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, de otra parte ordenó nacionalizar el sistema de pensiones, que vale 23.000 millones de dólares, donde el español Bbva tenía una participación muy importante. Esto mismo ha ocurrido, pero con inversiones petroleras y en el sector financiero, en países como Ecuador, Venezuela y Bolivia.

Es obvio que todas estas situaciones van a terminar influyendo en el devenir económico de Colombia. En primera instancia, la tendencia de aumento en el nivel de desempleo es lo que más preocupa a los 800.000 colombianos que viven en España, pues la mayoría de ellos migró en busca de oportunidades laborales. De hecho, hoy Colombia es el principal destino de las remesas desde ese país. En 2007, alcanzaron un nivel de 2.100 millones de dólares. Así que cualquier cambio en el mercado laboral afecta a los colombianos, muchos de los cuales podrían pensar en regresar.

La otra cara de la moneda es la situación de las multinacionales españolas en Latinoamérica. Es obvio que, ante el nuevo panorama, esa sempresas van a tener que barajar nuevamente el ajedrez en la región. Paradójicamente, para Colombia esta podría ser una buena noticia. Que se les cierren las puertas en otras economías es una oportunidad para que las multinacionales fortalezcan su presencia en el país, que sigue siendo un remanso de paz para la inversión extranjera. Muchas empresas españolas siguen anunciando proyectos en Colombia. Justamente el Bbva acaba de lanzar una institución destinada al microcrédito, y otras multinacionales como Prisa y Planeta están peleando fuertemente en el sector de los medios de comunicación; ambas estás aspirando al tercer canal de televisión. Igualmente, Endesa y Gas Natural no hacen sino anunciar su compromiso con grandes proyectos en Colombia en los sectores energético y de servicios públicos.

Pero las dudas siguen siendo muchas sobre el futuro económico español. En consideración de los críticos del gobierno de Rodríguez Zapatero, las medidas adoptadas para enfrentar la situación interna no son suficientes y el Estado se está quedando cruzado de brazos, mientras la economía se deteriora. Sólo el hecho de que el presupuesto de 2009, que implica, por primera vez en cuatro años, un déficit de 150.000 millones de dólares esté elaborado con supuestos que ya no corresponden, es motivo de polémica y críticas.

Además, el FMI reconoce que queda entre el tintero un paquete de reformas estructurales, pues a España no le basta evitar que la gente pierda sus empleos de manera coyuntural; hacia futuro son necesarias unas reformas de fondo en la economía para potenciar la productividad, reformar el mercado laboral y reducir el déficit externo.
Fuera de eso, lo ocurrido con las inversiones españolas en países como Venezuela y Argentina lo único que hace es poner mayor incertidumbre, pues las medidas de nacionalización adoptadas no tienen reversa.

Así que España tiene ahora un doble reto: enfrentar la coyuntura, pero modificar la estructura, para dejar el país en un proceso de recuperación real. ¿Lo logrará? Este año habrá una respuesta.