Home

Economía

Artículo

A tres bandas

Con la creación de la Bolsa Nacional de Colombia se abona el terreno para que, por fin, despegue el mercado de valores.

2 de abril de 2001

El miercoles pasado, a la misma hora pero en diferentes ciudades, los accionistas de las bolsas de valores de Bogotá, Medellín y Cali tomaron una decisión trascendental. Resolvieron poner los pies sobre la tierra, despojarse de una arraigada tradición de independencia económica y dejar de existir como bolsas regio nales para fusionarse en una sola bolsa nacional de valores colombiana. Es el final feliz de una larga historia. Feliz porque le dará un nuevo aire al negocio de las acciones —que lleva varios años de capa caída—. Y positivo también porque —en un plazo no muy lejano— podría brindarles nuevas opciones de ahorro a los ciudadanos y condiciones más flexibles de inversión y crédito a los empresarios.

Desde hace varios años se venía hablando en el país de la necesidad de unir las bolsas. Se ha dicho que un mercado de valores tan pequeño como el colombiano no justifica la existencia de tres recintos bursátiles, que cuesta más, y que además va en contravía de la tendencia internacional a la fusión e integración de los mercados de valores. Sin embargo los diversos intentos de unificación de las bolsas siempre tropezaban con obstáculos, casi siempre políticos. “En el pasado predominaban los intereses regionales y una visión de corto plazo”, dice Emilio Echavarría, presidente de la firma de corredores de bolsa Suvalor. Además, la falta de entendimiento entre los dirigentes de las bolsas y las restricciones de tipo legal daban al traste con los proyectos de integración.

En esta ocasión las cosas se dieron distinto. Apenas en septiembre pasado empezó a hablarse de fusión y ya hoy, sólo seis meses después, se alcanzó lo que no se había logrado en 10 años. Los socios de las bolsas negociaron los detalles de los acuerdos que dieron a conocer la semana pasada.



Todo por hacer

A diferencia de otros países, donde comprar acciones es tan común como abrir una cuenta de ahorros, en Colombia todavía son relativamente pocos los que se le miden a las inversiones bursátiles. Tal vez por eso las movidas de las bolsas no interesan tanto a la opinión pública como, por ejemplo, la suerte de los bancos. Pero es precisamente porque en materia de acciones está todo por hacer, que la integración del mercado bursátil es tan importante. Lo que está ocurriendo con las bolsas —y en general con el mercado de capitales— tarde o temprano tendrá efectos económicos palpables.

El negocio de las acciones nunca despegó del todo en el país en parte por razones culturales, como por ejemplo la resistencia de los empresarios a compartir la propiedad de sus empresas, la desconfianza de los inversionistas, y los traumas históricos que quedaron de los escándalos del Grupo Grancolombiano en los años 80, entre otras. Pero también por razones económicas. Durante décadas la estabilidad de la economía colombiana permitió que las empresas pudieran financiar su crecimiento con recursos propios o con crédito bancario, obviando la necesidad de acudir al mercado de valores.

Las cosas empezaron a cambiar en los 90. Con la llegada de inversionistas extranjeros hubo un auge de las acciones colombianas. Desafortunadamente éste duró muy poco, y después vino la crisis. El negocio de las acciones no sólo retrocedió lo que había avanzado sino que se redujo a su mínima expresión. En los últimos dos años el monto de las transacciones accionarias en Colombia cayó a la tercera parte, y disminuyó también el número de empresas inscritas en la bolsa —76 firmas han desertado en el mismo período—.

Frente a un mercado accionario que casi desapareció, las bolsas tuvieron que dedicarse a otras cosas para sobrevivir. Con el tiempo terminaron transando principalmente papeles de renta fija —sobre todo bonos de deuda pública y CDT—, en vez de títulos de renta variable como las acciones. Esta tendencia se agudizó con el tiempo hasta el punto de que en el primer semestre del año pasado, tan sólo el 2 por ciento de las negociaciones en las bolsas correspondió a las acciones.

El país quedó entonces con un mercado bursátil muy pequeño, ilíquido y poco desarrollado bajo cualquier comparación internacional. Para rematar, hasta la semana pasada estaba dividido en tres. La situación es especialmente preocupante en los actuales momentos ya que cuando se estanca el crédito bancario —como ahora—, es cuando más hacen falta otras alternativas de financiación para las empresas, como las acciones y los bonos.



Nuevas reglas

Por fortuna, últimamente han sucedido varios cambios que permiten pensar que el mercado de capitales en Colombia por fin podría salir de su atraso histórico. La fusión de las bolsas es, por lo menos en parte, una respuesta a otras reformas en los mercados financieros. El más importante de ellos es que el gobierno propició la creación de un mercado centralizado de renta fija.

Las tesorerías de las entidades públicas tienen muchísima plata. Tenían cerca de 20 billones de pesos en inversiones financieras hace poco más de un año, según datos de la Contaduría General de la Nación. Tradicionalmente, cada entidad estatal invertía sus dineros por separado, de acuerdo con sus reglas y criterios.

Pero las nuevas normas, que empezarán a regir este año, obligan a las tesorerías públicas a hacer sus inversiones en un Sistema Centralizado de Operaciones (SCO). “Este sistema debe ser abierto y transaccional. Esto quiere decir que las tesorerías hacen públicamente sus ofertas, los inversionistas compiten y gana el que ofrezca la mayor remuneración para los recursos públicos”, dice José Gabriel Taboada, superintendente de Valores, quien ha impulsado las nuevas regulaciones.

El efecto de esta medida es doble. Contribuye a una mayor transparencia en el manejo de los recursos públicos y de carambola propicia la centralización de los mercados de valores. Dado que las bolsas transan en un 98 por ciento renta fija y el principal jugador en este tipo de operaciones son las tesorerías públicas, si éstas últimas montaban tolda aparte, las bolsas se iban a quedar sin nada.

Lo que más les convenía era aliarse para montar ellas mismas el SCO. Eso fue lo que terminaron haciendo. “O nos montábamos en ese bus, o nos íbamos a quedar atrás”, dice Echavarría de Suvalor. Una vez centralizada la renta fija, no tenía ya ningún sentido mantener los ‘puchitos’ de las acciones en tres mercados separados. Decidieron entonces unificar las bolsas. En el segundo semestre de este año estarán funcionando los mercados unificados.



¿Que sigue?

La consecuencia más inmediata de la unión de los mercados será lo que los expertos llaman una mayor profundidad, transparencia y liquidez. “En otras palabras, lo que se busca es que quien compre un título tenga buena información, y también tenga a quién vendérselo en caso de que quiera salir de él”, explica Augusto Acosta, presidente de la Bolsa de Bogotá.

Un mercado de capitales más grande y desarrollado es importante para que los ahorradores colombianos tengan más y mejores opciones para invertir su dinero, y los empresarios puedan financiarse por vías distintas al crédito bancario —que es tan caro en Colombia—. Esto a su vez contribuye a que muchos proyectos de inversión que se estancan por carecer de un financiamiento adecuado puedan salir adelante.

Claramente la fusión es un paso adelante en esta dirección. Sin embargo, todavía hay grandes obstáculos por superar. La incertidumbre política que hay en el país es un lastre para la economía, y esto se refleja en los mercados financieros. Pero, como afirma Augusto Acosta, “la incertidumbre tarde o temprano se tendrá que resolver, y para ese momento es muy importante tener preparada la infraestructura del mercado de capitales”.

En todo caso, con la fusión el país se pone a tono con las grandes tendencias internacionales. El año pasado Brasil unificó sus 9 bolsas. Ya antes países como España y México habían hecho algo similar. Más aún, lo que está de moda ahora son las alianzas bursátiles internacionales (ver recuadro). “La tecnología ha revolucionado este negocio. Hoy en día la ubicación geográfica no importa”, dice Alvaro Pedroza, presidente de la Bolsa de Occidente.

Todo esto ocurre en un buen momento. La reciente venta de acciones de ISA demostró que el problema en Colombia no era la falta de interés del público en las acciones. Sin embargo aún falta bastante por hacer. El funcionamiento del mercado bursátil exige que los empresarios tengan buenas prácticas contables y expongan sus libros al escrutinio del público. Algo que no les gusta para nada a los que temen que la información vaya a parar a manos de la Dian o del ‘Mono Jojoy’.

A pesar de obstáculos como éste, de todos modos el camino hacia un mercado bursátil fuerte y ágil ha empezado a allanarse con las últimas decisiones. Los colombianos, que casi se habían resignado a tener un mercado pequeño y atrasado, pueden ahora creer con optimismo que este año se dio un gran salto para que el país empiece a ponerse al ritmo de los mercados de capitales del resto del mundo.