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TRES RASPADO

Por cuarta vez en el año el gobierno se ve obligado a revisar hacia abajo el crecimiento de la economía.

13 de noviembre de 1989

Incluso los pesimistas no se esperaban nada por el estilo. Después de tantas revisiones y cálculos, ya los especialistas consideraban que el crecimiento de la economía colombiana estaría cercano al 4% en 1989, una cifra mediocre apenas similar a la registrada el año pasado. Pero fue el propio ministro de Hacienda, Luis Fernando Alarcón, quien se encargó de reeditar esa frase que dice que toda situación mala es susceptible de empeorar. A la salida de la reunión de la Junta Monetaria el miércoles pasado, el titular de las finanzas le informó a los periodistas que el gobierno había revisado hacia abajo - por cuarta vez en el año - su meta de crecimiento.
Ahora resulta que, con suerte, el crecimiento será del 3.5% en 1989. Peor aún, ciertos análisis hechos por el mismo gobierno sugieren que la cifra final estará cercana al "tres raspado", la peor en la segunda mitad de esta década.
Aunque ya los analistas sabían que desde el desplome de los precios internacionales del café la economía nacional no las tenia todas consigo, pocos esperaban que las vacas comenzaran a enflaquecerse este año. No obstante, todo indica que la guerra contra el narcotráfico ha tenido con secuencias mucho más serias y profundas de lo que parecía en un principio. La caida en las ventas del comercio, la parálisis en los planes de inversión y la presión sobre las finanzas del Estado han resultado superiores a lo que se tenia previsto.

Semejante comprobación hace que las perspectivas para el próximo año sean francamente preocupantes. No sólo Colombia va a sentir el golpe de los menores ingresos por café, sino que el costo de la guerra va a significar una salida de recursos que no se esperaba, y eso sin hablar sobre los efectos que esta pueda tener sobre la actividad económica privada. El escenario posible es tan malo, que no falta el analista que diga que el gobierno perderá el apoyo popular en su lucha contra el narcotráfico si la situación económica se torna insostenible.

LAS CIFRAS
Tal vaticinio se basa en los datos que ya se tienen, a escasos dos meses de haber comenzado la lucha frontal contra los carteles de la droga. Como en todos estos casos, hay circunstancias ajenas a la coyuntura que vive el pais, pero que también cuentan. A nivel económico se destaca la mala cosecha cafetera que, con suerte, será igual a la del año pasado. Este hecho asegura que tanto el consumo en las zonas donde se produce el grano, como la actividad industrial - en particular la trilla de café - no registrarán niveles satisfactorios. Ese cálculo, sumado a los efectos que pueda tener el orden público sobre la producción, lleva a ciertos analistas a pensar que el crecimiento de la industria manufacturera será nulo en 1989.

Tal situación incidirá también sobre el comercio, que sigue de capa caida. Las cifras del DANE muestran que hasta julio la reducción en las ventas había sido del 1.2% con respecto a igual período de 1989. Individualmente hablando, las ventas de vehículos habían descendido en más de un 15%. A pesar de que a mediados del año se detectó una ligera reactivación, se cree que la situación de orden público acabó con ella. La semana pasada una encuesta adelantada por la Cámara de Comercio de Bogotá indicó que en agosto y septiembre la disminución de las ventas en el Distrito Especial fue cercana al 18%.

En esta lista de bajas tampoco podía faltar el sector de hoteles, restaurantes y diversiones. Para nadie es un misterio que en las principales capitales la vida nocturna ha disminuido apreciablemente y que el sector hotelero se enfrenta a una pésima temporada ante los atentados en ciudades como Cartagena.

Como todo no podía ser malas noticias, hay que resaltar el buen comportamiento de dos áreas claves. Por una parte, tanto las cifras oficiales como privadas indican que el sector agropecuario registrará su mejor año en mucho tiempo. El Ministerio de Agricultura considera que la producción agrícola aumentará en 6.6% en el año, cifra inferior a la de la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC, que habla de un 6.9%. A su vez, el sector minero ha registrado también una mejoría considerable.
La semana pasada se anunció, por ejemplo, que la producción de petróleo en septiembre - 443 mil barriles diarios en promedio fue la más alta en la historia del país. El futuro depende, como es de suponer, del comportamiento de la guerrilla que ha demostrado en otras oportunidades que, a punta de atentados, puede dar al traste con las perspectivas petroleras.

Todas esas cifras combinadas son las que llevan a estimar en menos del 3.5% el crecimiento económico de este año. Aunque para el común de la gente esa cifra no significa mucho, los conocedores saben que ese nivel implica aumentos en el desempleo, menores recaudos del gobierno y presiones sobre la estabilidad social del país.

Peores todavía son las perspectivas para 1990. El próximo año se sentirá en todo su furor la destorcida cafetera y la guerra contra el narcotráfico seguirá pesando negativamente sobre la economía. Por ese motivo se anticipa una disminución en el consumo privado, un menor ritmo de inversión y un recorte en los gastos del gobierno, a menos que se olvide la disciplina fiscal. El único sector que puede jalonar la economía es el de las exportaciones diferentes al café, que en estos últimos años han aumentado satisfactoriamente.

TODO ES PLATA
La certeza de que vienen tiempos difíciles ha convencido a más de un analista de que, en condiciones anormales, el país necesita medidas de excepción en el campo económico.

Algunos críticos dicen que todo se sigue manejando como antes, a pesar de que la situación es radicalmente diferente a la de hace tres meses. En concreto, se ha atacado la falta de acción del gobierno para compartir los costos de la guerra contra las drogas con las naciones consumidoras. Tal como anotó el editorial de la revista Estrategia del mes de octubre, "las solidaridades europeas están bellamente redactadas pero pobremente vestidas. La ayuda norteamericana, en forma de equipos militares, carece de contenido financiero". Hasta ahora, la estrategia colombiana se ha centrado en presionar a Estados Unidos para conseguir la resurrección del Pacto Cafetero, pero no existen bases para esperar resultados alentadores.

En cambio, es evidente que se necesita dinero contante y sonante. Se estima que para que la economía colombiana no naufrague el próximo año se requieren unos 600 millones de dólares para cubrir el faltante fiscal.
Estos pueden llegar ya sea a través de créditos blandos del gobierno norteamericano, tal como los propone el ex ministro conservador Rodrigo Llorente, o mediante una refinanciación de parte de la deuda externa del país con las entidades multilaterales. Tal como anota Estrategia, "la solución sencilla al problema consistiría en refinanciar los vencimientos a 30 años de plazo y la dificultad surge de que el mercado privado no está dispuesto a conceder a Colombia tales plazos. Pero el gobierno de Estados Unidos sí podría hacerlo".

Por tanto, la duda que existe es si el gobierno está preparando una ofensiva diplomática internacional para ver si el mundo desarrollado aparte de palabras de aliento también gira cheques. Esa estrategia se complementa con la de búsqueda de préstamos del Banco Mundial y la banca privada, con el objetivo de tener un manejo económico interno mucho más holgado. En el caso contrario, son pocos los que dudan que la próxima evaluación de la Junta Monetaria traerá peores noticias que las de la semana pasada. La situación económica es delicada y para un país que comenzó la guerra en un frente no parece nada saludable que, en el futuro, algunos de sus generales tengan que dedicarse a controlar motines dentro de sus propios batallones.