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A TUS BRAZOS OTRA VEZ

Productores y consumidores a punto de una reconciliación en reunión de Londres

26 de octubre de 1987

Es como recomponer un matrimonio que se ha divorciado.
Por eso, cuando la semana pasada en Londres delegados de 75 naciones se reunieron para intentar revivir el Pacto Cafetero suspendido desde hace 18 meses, el proceso de acercamiento entre productores y consumidores del grano, no fue fácil. Al cabo de cinco días de arduas negociaciones, el viernes pasado todavía quedaba un largo camino por recorrer.
Semejantes tropiezos le colocaron un gran signo de interrogación al futuro del café, fuente definitiva de divisas para la economía colombiana. Desde febrero de 1986 el mercado mundial del grano ha estado liberado (es decir que cada país productor le vende a quien quiere, al precio que desee) y con excepción de unos buenos meses, el valor de la libra del grano ha estado en niveles muy bajos. Según Nestor Osorio, jefe de la delegación colombiana ante la Organización Internacional del Café, los ingresos de los productores del grano van a pasar de unos 12 mil millones de dólares, en un año "normal", a 7.500 millones de dólares en 1987.
Por lo tanto, para que los 50 países productores miembros de la OIC vuelvan a recibir el ingreso que tradicionalmente les ha correspondido, es indispensable que entren en operación los mecanismos del pacto cafetero. Según este, las naciones exportadoras se comprometen a venderles a los 25 países compradores miembros de la OIC, lo que se denomina una cuota global de sacos del producto, dentro de una franja de precios determinada. Esa cuota global es repartida entre los productores, de acuerdo con las posibilidades de cada uno. A Colombia, por ejemplo, en otros años le ha correspondido una cifra cercana al 16% del "ponqué cafetero".
Fue precisamente la distribución de esa torta la que causó los primeros dolores de cabeza, la semana pasada en Londres. En un comienzo, se esperaba que los productores llegaran con un frente unido para presentárselo a los consumidores. Sin embargo, disensiones de vieja data volvieron a surgir y durante varios días se temió por el futuro del pacto. Una vez más, el problema consistió en el tamaño de los pedazos. Tradicionalmente Brasil, como primer productor mundial, se ha cogido el 30% del ponqué, pero ahora hay países productores y consumidores que piensan que esa cifra debería ser menor.
Al cabo de varias reuniones tensas, con amenazas de abandono incluidas, finalmente el miércoles en la noche los productores llegaron a un acuerdo, con la única disensión de Indonesia. Según esta propuesta de repartición de cuota presentada a los consumidores, Brasil soportó un recorte "simbólico" en favor de otros países que ganaron algo, incluido Colombia.
Ya con esa base, las reuniones del jueves y viernes se dedicaron a definir la respuesta de los países consumidores de café. A pesar de una ola de entusiasmo inicial, los representantes de la "línea dura" --Holanda, Gran Bretaña y Estados Unidos-- dejaron en claro que la cosa no iba a ser tan fácil. La principal objeción se basaba en que la nueva fórmula era, en términos prácticos, igual a la vieja propuesta que fue rechazada por las naciones consumidoras en febrero de este año cuando se intentó, infructuosamente, revivir el acuerdo.
Frente a esa posición, la semana terminó con una reunión en la cual se limaron algunas asperezas, pero sin llegar a ningún avance definitivo. Aparte de no ponerse de acuerdo sobre la distribución de la cuota, para esta semana se aplazó la discusión de dos temas claves: el tamaño del ponqué cafetero y la franja de precios.
En la definición de esos elementos estará implícita esta semana la suerte de la Organización Internacional del Café. Aunque en esta oportunidad existen las posiciones duras de siempre, hay la ventaja de que el convenio es mirado con mejores ojos por algunos países y particularmente por los Estados Unidos, el mayor comprador del producto.
Al parecer, los norteamericanos han aceptado --así sea a regañadientes --que la suerte del café es definitiva para la estabilidad de muchos países del tercer mundo. Independientemente de Brasil y Colombia, que pueden ajustar el golpe de la baja de precios vendiendo otros productos en el exterior, para algunas naciones centroamericanas o africanas los ingresos de las ventas de café son casi su única fuente de sustento. Es ese factor, con claras connotaciones políticas y económicas, el que puede salvar el pacto cafetero, así incluso se re conozca que éste se mantiene más como un acto de buena voluntad, que como uno de "racionalidad" económica.
No obstante, una cosa es ponerse de acuerdo sobre ese principio general y otra sobre un texto definitivo de arreglo. En el proceso de negociación crucial que va a suceder esta semana van a entrar en juego todo tipo de ingredientes, incluyendo hasta las simpatías o antipatías personales que existen entre los negociadores de uno y otro bando.
Afortunadamente, parece que la incompatibilidad de caracteres que existió en febrero, ya se ha reducido mucho. Los fuertes enfrentamientos entre Brasil y Estados Unidos, con Colombia como mediador, no habían sucedido, por lo menos hasta el viernes.
Ese y otros hechos llevaron a los observadores a pronosticar un resultado favorable, con algún margen de posibilidad de que repentinamente todo fracase. Como en todo proceso de negociación, hay que esperar que las posiciones extremas se aplaquen y que en algún día de esta semana se consiga un resultado. Para los conocedores especializados los tropiezos y los cuasirrompimientos son un elemento normal en la primera semana de reuniones del Consejo Internacional del Café. Queda por verse si, como casi siempre ha sucedido, las diferencias se arreglan a última hora y el matrimonio entre productores y consumidores de café continúa. Para eso es necesaria la combinación adecuada de suerte y buena voluntad que faltó en febrero pasado, cuando, después de largas horas, el tinto se enfrió en la sala de conferencias.--