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BAJO LA LUPA

Un lío patentable

21 de noviembre de 2004

A pocos días de comenzar la sexta ronda de negociaciones del TLC con Estados Unidos, volvió a calentarse el debate sobre la suerte que correrían los medicamentos genéricos si el gobierno colombiano acepta las pretensiones de los estadounidenses sobre propiedad intelectual. La preocupación es válida, pues millones de colombianos pueden comprar sus remedios gracias a que existen genéricos, mucho más baratos que los originales que producen las multinacionales farmacéuticas. Estas son las cartas que están sobre la mesa en la negociación de este espinoso tema.



.¿Qué pasa hoy en Colombia?

-Desde 1992, Colombia otorga patentes a los laboratorios que desarrollen un nuevo medicamento por un período de 20 años. Durante ese tiempo, ningún competidor puede vender ese mismo producto. Sin embargo, el plazo efectivo de protección de la patente es menor, pues los 20 años empiezan a correr desde el momento en que ésta se solicita, un proceso que puede tardar entre tres y cinco años.

-Está prohibido patentar un medicamento viejo porque se le encontró un segundo uso. Es el caso del Viagra, que primero se usaba para problemas cardíacos y que después la multinacional

Pfizer intentó patentar sin éxito cuando supo que servía para la disfunción eréctil.

-En septiembre de 2002, el gobierno expidió un decreto que protege durante cinco años la información suministrada por un laboratorio al Invima para obtener el registro sanitario de un nuevo medicamento. Antes de esa protección, cualquier empresa podía registrar inmediatamente un genérico sin tener que repetir todos los experimentos. Hoy, la norma restringe durante cinco años la fabricación de genéricos basados en nuevos medicamentos.

-El gobierno tiene la potestad de autorizar en cualquier momento la producción de genéricos por razones de salud pública. (Licencias obligatorias)

-Pueden importarse medicamentos más baratos cuya patente ya haya expirado en otros países. (Importaciones paralelas)

¿Qué quiere Estados Unidos?

De tiempo atrás, Estados Unidos ha presionado al gobierno colombiano para que fortalezca la protección a la propiedad intelectual de los medicamentos. Su principal argumento es que sin proteger las invenciones farmacéuticas, nadie haría las millonarias inversiones necesarias para desarrollarlas. En la negociación del TLC, busca que se incluyan, entre otras, las siguientes medidas:

-Que cuando el proceso para otorgar una patente tenga demoras injustificadas, se compense al laboratorio que la solicitó con más tiempo de comercialización exclusiva del medicamento.

-Que se reconozcan patentes a segundos usos o cuando se hagan modificaciones a sustancias ya conocidas.

-Que se mantenga la protección de cinco años a la información presentada al Invima para la obtención del registro sanitario. Además, que esta entidad le avise al titular de una patente cuando alguien quiera registrar el genérico respectivo (que de todas formas sólo podría venderse una vez expire la patente).

-Que se limite la facultad de autorizar licencias obligatorias a casos de emergencia nacional y sólo para vender los productos al gobierno.

-Que se limiten las 'importaciones paralelas', de tal forma que sólo  puedan hacerse desde ciertos países.

¿Qué dicen los laboratorios nacionales?

El gremio  afirma que Estados Unidos busca ampliar  el derecho de monopolio que otorgan las patentes a las multinacionales, con medidas que van más allá de lo acordado en la Organización Mundial del Comercio. Esto impediría el acceso de los colombianos a medicamentos de bajo costo. Sostiene que:

-Extender el plazo de las patentes a más de 20 años, por demoras en el otorgamiento, sería darles a las multinacionales un beneficio excesivo. Asegiuran que el precio de un medicamento cae entre 40 y 70 por ciento cuando expira su patente.

-Por la vía de las patentes de segundo uso podría llegar a patentarse hasta la aspirina,  un medicamento con más de 100 años en el mercado.

-La protección a los datos de prueba del registro sanitario  es aprovechada por las multinacionales para impedir la producción de genéricos de medicamentos que no son nuevos.

-Obligar al Invima a que le avise de la intención de registrar un genérico al titular de una patente le daría a éste la posibilidad de oponerse, lo que podría demorar aún más el ingreso del medicamento genérico al mercado.

-Limitar las licencias obligatorias o las importaciones paralelas implicaría quitarle dientes a una herramienta eficaz que tiene el gobierno para atender urgencias de salud pública.



¿Qué dice el gobierno colombiano?

Según el ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, Colombia considera totalmente inadmisibles las pretensiones de Estados Unidos de ampliar el período de patentes, permitir las patentes de segundo uso o restringir las importaciones paralelas y las licencias obligatorias.

-Sin embargo aceptar otras de las solicitudes norteamericanas no sería tan catastrófico como lo hacen ver los laboratorios nacionales. Los problemas de acceso de los colombianos a la salud se deben mucho más a la escasa cobertura de la seguridad social y a las limitaciones del Plan Obligatorio de Salud (POS) que a las protecciones a la propiedad intelectual.

-El mercado de genéricos ha venido creciendo en Colombia, a pesar de las restricciones que ya existen, al punto que de los 100 productos más vendidos en el mercado ninguno está patentado.