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Un paso atrás

La decisión de la Comunidad Europea de ponerle cuotas a la importación de banano no solo afecta a Colombia sino al comercio mundial.

28 de septiembre de 1992

VEINTE DIAS. ESO FALTA PARA QUE SE REUna el Consejo de Ministros de la Comunidad Europea a estudiar el proyecto de régimen unificado para el mercado del banano. En ese momento no sólo estará en juego la suerte de los productores latinoamericanos, sino -aunque suene exagerado-la del comercio mundial.
Porque de aprobarse la propuesta elaborada en julio pasado por la Comisión de la Comunidad, Europa dará un paso atrás en las ya largas negociaciones al interior del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, GATT.
Como se sabe, uno de los principales obstáculos para el avance de la llamada "Ronda Uruguay" del acuerdo multilateral ha sido el debate sobre productos agrícolas, en el cual se destacan, como puntos de discordia, el acceso a los mercados, los subsidios a la exportacion y el apoyo a los productores. De los tres, sólo en el primero -y despues de muchas discusiones Europa y los Estados Unidos habían llegado a un acuerdo: eliminar toda clase de cuotas a los productos agrícolas, aun a costa de"arancelizar" su comercio. Esto es, controlar el mercado solamente con impuestos. Y el proyecto del banano va justo en contravía.
La propuesta de la Comisión contempla, en efecto, además de un arancel del 20 por ciento, la imposición de cuotas al banano exportado por los países centroamericanos, Colombia y Ecuador, con el fin de proteger el producto de los territorios de ultramar y las excolonias signatarias de la Convención de Lomé -denominado "banano protegido"-que tendrá libre entrada a la Comunidad. Y lo hace a través de un complicado mecanismo de asignación que deja el manejo de las cuotas en manos de los importadores.
Establece, además, un sistema de "hermanamiento" consistente en obligar a los importadores a comprar "banano protegido", en una determinada cantida para poder conseguir licencias de compra del banano procedente de América Latina. Y, como si fuera poco, pretende que dicho regimen sea permanente, pues en ningun momento considera su desmantelamiento en el inmediato futuro. Lo máximo que llega a contemplar es la posibilidad de negociar un nuevo acuerdo en el año 2003.
Tal esquema, según un documento de la Dirección General de Asuntos Mul tilaterales de la Cancillería colombiana, conocido por SEMANA, "es manifiestamente contrario al GATT y tiende a beneficiar ante todo a los actuales importadores del banano privilegiado". Y de acuerdo con Sergio Hugo Amaya, presidente de Uniban, "coloca en inferioridad enorme a los productores latinoamericanos, y en especial a países como Colombia que tienen sus propias comercializadoras".
Desafortunadamente, son pocas las opciones que hay para evitar su aprobación: la una, por supuesto, es tratar de influir directa o indirectamente sobre la decisión del Consejo de Ministros de la Comunidad; y la otra dar la pelea en el GATT. Pero la verdad es que a pesar de la firme posición asumida por los gobiernos de la región, cuyo rechazo al pretendido regimen conitario quedó consignado en una declaración firmada hace apenas 15 días en Bogotá, no sera fácil evitar su futura aplicación.
Ni siquiera los más optimistas se atreven a vaticinar que la propuesta se pueda echar para atrás. Cuando más, según ellos, se podrían lograr algunos cambios que mejoren el proyecto original."La propuesta de la Comisión podría ser modificada en el Consejo de Ministros e acuerdo con las autoridades consultadas por SEMANA-si se logra consolidar una minoría bloqueadora suficiente para negociar una solución intermedia de compromiso". Y para ello se requieren por lo menos 24 votos de los 76 que tienen asignados los países de la Comunidad, según la importancia de sus economías (ver cuadro).
En principio, los únicos paises absolutamente comprometidos con una posición proteccionista son España y Francia, que se surten de territorios nacionales ubicados más allá de las fronteras de la Comunidad (Canarias, Martinica y Guadalupe). El Reino Unido y Portugal, que se surten de excolonias, apoyan la propuesta pero admiten la necesidad de una solución aceptada por el GATT. Y esa circunstancia los hace flexibles a modificar algunos puntos del proyecto original. Italia y Grecia apoyan la propuesta, pero el hecho de que buena parte de sus importaciones protegidas provenga de territorios con producción declinante, como Somalia y Creta, los hace receptivos a posibles modificaciones. Y lo mismo sucede con Irlanda, que ha sido un país con tradición liberal, pero que ha estado de parte de los proteccionistas, debido fundamentalmente al liderazgo británico.
Los otros países, que no tienen actualmente mercados restringidos y que han sido surtidos en los últimos años casi totalmente por banano latinoamericano, estarían comprometidos con una solución más liberal. Alemania, Dinamarca y Holanda, en particular, han manifestado claramente su intención de votar en contra del proyecto original. Lo mismo, aunque de manera mucho menos contundente, han hecho Belgica y Luxemburgo. Y es con estos países, que reunen en conjunto 25 votos. con los cuales se podría conformar el llamado grupo bloqueador. Sin hacerse, todavía, muchas ilusiones sobre su efectividad.
De acuerdo con Felipe Jaramillo, actual jefe de Negociaciones Bilaterales del Ministerio de Comercio Exterior, es posible que la minoría de bloqueo logre detener la propuesta en una primera ronda de conversaciones, pero eso no garantiza que se pueda cambiar. No, definitivamente, en cuanto a su filosofía -pasar, por ejemplo, del sistema de cuotas al esquema de aranceles-, pues para ello se requeriría unanimidad y es casi imposible que Francia y España cambien su posición. Pero ni siquiera en algunos de sus puntos -como esperan los países latinoamericanos- por cuanto el efecto del primer bloqueo puede ser incrementar las presiones al interior de la misma Comunidad para que se acepte la propuesta original. Y sólo entonces se sabrá si se puede contar con Belgica y Luxemburgo.
De allí que sea tan importante tratar de consolidar el grupo bloqueador. Asegurando, en primer lugar, el compromiso efectivo de todos los países que conforman el bloque liberal. Sobre todo el de Bélgica, cuyo ministro de Comercio Exterior se reunirá con su similar de Colombia en la segunda semana de septiembre. Pero además, es importante, de acuerdo con todos los expertos, tratar de convencer a otros Estados miembros sobre la bondad de flexibilizar el proyecto presentado por la Comisión. Y en ese caso el país más indicado pareciera ser Italia que no esta afectado por presiones proteccionistas considerables ni tiene producción propia de banano. Lo importante, de todas formas, es que no se desarme la minoría bloqueadora.
En tal caso, y en una segunda ronda del Consejo de Ministros, se podrían lograr algunos cambios en la propuesta de la Comisión que beneficiaran a los países latinoamericanos. Y allí las posibilidades, de acuerdo con el ministro de Comercio Exterior de Colombia, Juan Manuel Santos, serían por lo menos cuatro: incrementar la cuota, reducir el "hermanamiento", modificar los esquemas de asignación y lograr un compromiso de transitoriedad para el regimen comunitario.
La propuesta contempla una cuota básica y fija de dos millones de toneladas, y una cuota adicional no precisada, que sería fijada cada año, de manera discrecional, por los países de la Comunidad. Y dado que el acceso efectivo del banano latinoamericano llegó en 1991 a dos millones 400 mil toneladas, y puede llegar este año a dos millones 700 mil toneladas, se necesitaría que la cuota adicional fuera de 700 mil toneladas para que no se redujera de entrada el nivel de las exportaciones de la región. Lo ideal, sin embargo, sería que eso quedara consignado en el proyecto y que se acordara de una vez algún índice de crecimiento para la compra de bananos no protegidos. Y no sólo eso, sino que la cuota básica quedara libre del llamado "hermanamiento", para que el mercado pueda funcionar de manera automática.
Más importante, y menos fácil quizás, sería lograr un cambio en los esquemas de distribución. Según Sergio Hugo Amaya,"la propuesta de la Comisión no sólo restringe las cantidades, sino que pretende administrar la cuota a través de importadores locales, colocando a los productores en manos de los compradores tradicionales del banano comunitario". Y ese, para la mayoría de los expertos consultados por SEMANA, es el más grande pecado de la propuesta de la Comisión. Ese, y pretender que dicho régimen, opuesto totalmente a los discursos aperturistas de los países desarrollados, pueda estar exento de transitoriedad o pueda durar 10 años.
Los conocedores del manejo diplomático a nivel de la Comunidad no se hacen, sin embargo, muchas ilusiones. Y por eso no descartan la instancia del GAIT, aunque saben de antemano que allí también la pelea será dura. En caso de aprobarse por el Consejo de Ministros la propuesta de la Comisión, la Comunidad tendría que someterla a la consideración de los países signatarios del GAIT, buscando lo que los expertos denominan un "waiver" o excepción a las normas establecidas en el mismo acuerdo para regular el comercio mundial.

La excepción tendría que ser aprobada por las dos terceras partes de los miembros del GATT y tendría que estar precedida, de acuerdo con la tradición, de un consenso general sobre la conveniencia de la votación. Y no es fácil que la Comunidad logre tal consenso. No cuando, como se dijo al comienzo de este artículo, dicha excepción iría en contra de los pocos acuerdos que se han logrado hasta el momento en el espinoso tema de los productos agrícolas.
En ese caso, Colombia, y los demás países bananeros, tendrían la posibilidad de convocar a un grupo especial -o "panel" en el lenguaje del GATT para demandar la decisión de la Comunidad. Los fallos de los paneles, sin embargo, tienen que ser considerados nuevamente por el Consejo de signatarios del GATT, en el cual los países europeos podrían prolongar cualquier tipo de decisión. Y aplicar mientras tanto, de manera "ilegal" su régimen comun para el banano. Aun a costa de prolongar, por varios años más, la solución de los problemas del comercio internacional.
El panorama, en resumen, no resulta nada claro. Y aunque de aprobarse en principio por parte de la Comunidad una cuota adicional equivalente a la demanda que permitiera que los países de América Latina mantuvieran su presencia en el mercado europeo en los niveles de los últimos años, el impacto inmediato de la decisión comunitaria podría no ser grave, la incertidumbre reinante para el mediano plazo sería suficiente para afectar la producción.
Más allá de las consecuencias de corto plazo, sin embargo, lo que esta en juego es la suerte de un esquema largamente pregonado por los países del norte, y que a la hora de la verdad son ellos mismos los primeros en negar."Siempre se nos dijo -asegura Sergio Hugo Amaya-que si fueramos eficientes nos podríamos abrir a la economía mundial, con grandes beneficios. Y ahora que tenemos un producto eficiente y competitivo, nos lo bloquean con medidas artificiales".
Y es por eso que la reunión del Consejo de Ministros de la Comunidad, que tendra lugar en 20 días, tiene una trascendencia que supera los reclamos de un gremio particular. Pero que de todas formas no deja de afectar un producto en especial, que para Colombia representa hoy en día cerca de 400 millones de dólares en divisas.