Home

Economía

Artículo

negocios

Un tigrillo con garra

Tras reformar "Televisa", Emilio Azcárraga Jean, dueño del mayor emporio de medios de América Latina, está de compras por la región y se alista a conquistar el mercado de Estados Unidos.

9 de mayo de 2005

Dicen quienes conocen a Emilio Azcárraga Jean, dueño del grupo mexicano de telecomunicaciones, Televisa, que quiere seguir el ejemplo de Rupert Murdoch, el multimillonario zar de los medios más importante del planeta. ?El Tigrillo? Azcárraga, de 37 años, ya domina la compañía mediática más grande de Latinoamérica, con la ventaja de que tiene la mitad de años de Murdoch. Claro está que le falta recorrer bastante camino . Según la revista Forbes, su fortuna personal es la séptima parte de la del magnate australiano. Quizá no le quede tan difícil alcanzarlo. Azcárraga Jean está sentado sobre una máquina de hacer dinero que al cierre de 2004 tenía en caja 1.492 millones de dólares de dinero fresco y registraba ingresos de 3.000 millones de dólares. Grupo Televisa es un imperio con divisiones de radio, editorial, Internet, televisión por cable y satelital y televisión abierta, esta última su punta de lanza que capta el 70 por ciento del mercado mexicano de los anunciantes por televisión, entre otros negocios. En la actualidad Televisa vale en bolsa unos 7.000 millones de dólares, casi una tercera parte de lo que vale la News Corporation de Murdoch, a quien le han puesto el apodo de ?El ciudadano?, por la inmortal película de Orson Welles, El ciudadano Kane. "El Tigrillo" Azcárraga, conocido así porque a su padre lo apodaban El Tigre, se ha ganado la confianza de los inversionistas de Wall Street sólo en los últimos años. Muy pocos creían en él, cuando hace ocho años tomó las riendas del imperio económico que heredó de su padre y que fundó su abuelo. En ese momento Azcárraga Jean tenía 29 años y no era conocido en el mundo de los negocios. Además, el negocio familiar pasaba por uno de sus peores momentos: tenía una deuda de 1.800 millones de dólares, los ratings de las cadenas de televisión en picada, la organización tenía 46 vicepresidentes que hacían confusa la estructura de mando y, para colmo de males, los miembros de la familia estaban en una trifulca interna por la herencia que les dejó su padre, Emilio Azcárraga Milmo, famoso en su país por su riqueza, sus nexos con la política y su agitada vida personal. Pero el tímido joven les dio vuelta a los números y les calló la boca a todos los que dudaban de él. Después de recibir un financiamiento del hombre y la mujer más ricos de México, Carlos Slim y María Aramburuzabala (700 y 500 millones de dólares, respectivamente), recortó los gastos del Grupo Televisa en cerca de un 40 por ciento, incluyendo una severa reducción de la nómina con el despido de casi 8.000 empleados de los 20.000 que había en 1997. El Tigrillo se concentró primero en supervisar el área de noticias, que en tiempos de su padre tenía sólidos y permanentes lazos con el PRI, el Partido Revolucionario Institucional de México, que estuvo atornillado al poder durante casi todo el siglo XX. Azcárraga Jean les devolvió la credibilidad a sus noticieros con una agenda un poco menos oficialista y elevó los ratings de sus telenovelas. La reacción de los inversionistas de Wall Street fue positiva y en 1999 el precio de sus acciones en la Bolsa de Nueva York se triplicó. Pero quizá la mayor muestra de confianza de los mercados fue en enero de 2000, cuando Televisa logró una colocación de 1.100 millones de dólares en acciones, la más grande en la historia de las empresas latinoamericanas. Después en 2001 lanzó un bono a 30 años de plazo por 300 millones de dólares y, en marzo de este año, emitió otro a 20 años por 400 millones de dólares que usó para recomprar deuda vieja y reducir costos financieros. Bajo el liderazgo de Azcárraga Jean, Televisa ha elevado el valor de la acción en Wall Street a los 56 dólares. Con la casa en orden, Azcárraga Jean empezó a sumar compañías a la lista de Televisa, tal como lo hizo ?y aún lo hace? el magnate Murdoch. La última empresa en añadir a la lista fue la colombo-venezolana Editora Cinco, la editorial que comercializa 70 revistas para Latinoamérica y el público latino de Estados Unidos. El negocio se cerró la semana pasada en 30 millones de dólares. El insaciable Tigrillo anunció el jueves pasado que prepara su desembarco en España. Durante un congreso celebrado en Atlanta, Estados Unidos, el empresario mexicano dijo que está cocinando un acuerdo con un socio español similar al que selló hace cuatro años con el Grupo Prisa, editor del diario El País y accionista de Canal+ en España. Pero definitivamente la principal estrategia que tiene Azcárraga Jean para ampliar su reino y su trono es el mercado hispano de Estados Unidos. Se trata de un grupo de 40 millones de personas que representan el 14 por ciento de la población total de ese país y cuyo poder de compra, que se calcula en 675.000 millones de dólares, excede el Producto Interno Bruto de México. La comunidad latina de Estados Unidos atrajo en 2004 un mercado de anunciantes de 2.500 millones de dólares. Por eso, tras reformar Televisa, el joven Azcárraga está convencido de que su futuro está entre los hispanos de Estados Unidos. Dio el primer paso para conquistar ese mercado en marzo del año pasado, al establecer una oficina de operaciones del Grupo Televisa en Miami para coordinar nuevos proyectos de crecimiento en Estados Unidos, así como para adquirir el derecho de solicitar residencia legal y posteriormente la ciudadanía estadounidense. Una jugada que complementó casándose en febrero de 2004 con la mexicana-estadounidense Sharon Fastlitcht, hija de los dueños de la poderosa cadena mexicana de teatros y cines Cinemex, con quien hoy vive en la ciudad de Miami. La estrategia de Azcárraga Jean, como la de Rupert Murdoch hace 20 años, es superar los obstáculos legales en Estados Unidos que impiden a los extranjeros tener una participación mayor del 25 por ciento en un grupo de medios de ese país. Murdoch, oriundo de Australia, se nacionalizó estadounidense en 1985 para poder adquirir cadenas de televisión que formaron parte de la Fox TV Network, la piedra angular de su imperio News Corporation. El Tigrillo está dispuesto a obtener la ciudadanía estadounidense para impulsar sus aspiraciones de controlar Univisión, la cadena de televisión hispana más grande de Estados Unidos, de la cual ya tiene el 11 por ciento. De hecho, Televisa le provee programación a Univisión en forma exclusiva hasta 2017. Las telenovelas de Televisa, en particular, han sido parte del gran éxito de la cadena estadounidense entre los latinos de ese país, más de dos tercios de los cuales son mexicanos. En el último año, Azcárraga ha hecho público, al menos en dos ocasiones, su deseo de fusionar a Televisa y Univisión. Y es que esta última se ha convertido en un auténtico pastelito. Tras la adquisición de la cadena de radio Hispanic Broadcasting ha consolidado su liderazgo en el sector hispano de Estados Unidos por delante de NBC Telemundo, la filial de General Electric. Los últimos resultados de Univisión no han sido nada malos. En 2003, la firma incrementó sus ingresos 20 por ciento y alcanzó 1.310 millones de dólares. Además, las utilidades fueron de 155 millones, un aumento del 80 por ciento en un año. La recuperación de la publicidad y la moda por lo hispano que recorre Estados Unidos han sido los principales baluartes de este crecimiento. La "toma" de Univisión no será fácil para Azcárraga. En primer lugar, hay un clima de guerra con el hombre que controla Univisión, Jerrold Perenchio, quien en 1992 compró la empresa en compañía del "Tigre"Azcárraga. Perenchio, de 74 años, presidente y mayor accionista de Univisión, hace dos meses nombró director general de la compañía al cubano-estadounidense Ray Rodríguez sin consultarlo con sus principales socios: Gustavo Cisneros y Emilio Azcárraga Jean. Este último fue el más contrariado, ya que al no poder controlar Univisión por ser extranjero, quería a alguien de su confianza al frente de la cadena. En segundo lugar, Televisa no está en posición de hacer una oferta en estos momentos. Mientras que su capitalización de mercado ronda los 7.000 millones de dólares, la de Univisión se acerca a los 11.100 millones de dólares. No tiene entonces mucho sentido una fusión en la que Azcárraga y los otros accionistas de Televisa reciban una menor cantidad de acciones de la nueva compañía. Nada de esto parece intimidar a Azcárraga Jean. Quiere llegar más lejos que el zar Murdoch. Y puede que lo logre. Tiene muchos años y ha demostrado hasta ahora una astucia similar a la del australiano para los negocios. Pero aún si no lo alcanza, definitivamente es un tigrillo con garra suficiente para seguir moviendo el mercado mediático del mundo hispano en los próximos años.