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UNA BOMBA DE TIEMPO

La escasez de arroz amenaza nuevamente con disparar el costo de vida.

3 de junio de 1991


EN LAS ULTIMAS SEMANAS han venido apareciendo en los principales diarios del país una serie de avisos en los que el Idema anuncia la venta de arroz, a 219.000 pesos por tonelada, para distribuidores mayoristas. A raíz de tales avisos muchos analistas se han preguntado qué será lo que está pasando. ¿Será que los precios están subiendo y que el Idema -en desarrollo de su función estabilizadora- está descargando sus inventarios en el mercado para cortar una ola alcista? ¿O será que los altos inventarios, que denunciaban hace poco los medios de comunicación, están siendo liquidados para generar los recursos necesarios para la compra de la nueva cosecha?
Lo que es claro es que el precio del arroz está subiendo, y rápidamente. En febrero de este año el kilo de arroz excelso costaba en Corabastos entre 193 y 195 pesos y hoy ese mismo kilo de arroz cuesta entre 245 y 250 pesos. Lo que quiere decir que en menos de tres meses se ha producido un incremento nada despreciable del 27 por ciento.

El aumento en los precios del arroz es bastante grave por tratarse de uno de los productos de más peso en la canasta familiar. Pero más preocupante que el aumento en sí, es el hecho de que muchos consideran que éste es apenas un síntoma de otro problema: una reducción sustancial de la producción agropecuaria, en general, y de la de arroz, en particular.

La industria molinera, en efecto, está experimentando una gran escasez del cereal. Y, como es natural, los precios al consumidor están subiendo. Tanto, que el Idema ha tenido que hacer un gran esfuerzo por detener la escalada alcista. En este momento el Idema dispone de 250.000 toneladas de arroz paddy -adquiridas durante la pasada bonanza del cereal- que podrían abastecer el mercado por algo más de mes y medio.
Con algo de suerte, los inventarios de la empresa oficial alcanzarían a tapar el hueco hasta el mes de julio, cuando debe salir al mercado la próxima cosecha, que se encuentra un poco retrasada. Pero lo grave es que aún así no quedarían solucionados todos los problemas. Los últimos reportes sobre cosechas prevéen una producción de un millón de toneladas de arroz, cifra que es históricamente baja si se la compara con la del año pasado, que fue de un millón 300 mil toneladas. En tales condiciones, si el Idema se queda sin inventarios y si las amas de casa empiezan a comprar más arroz para protegerse contra la escasez, el producto terminará por desaparecer de las estanterías de los supermercados y serán nuevamente los especuladores quienes hagan su agosto. Con el agravante de que en este momento las importaciones no aparecen como una alternativa apropiada para bajar los precios.

La reducción en la cosecha de arroz, según especialistas consultados por SEMANA, se debe a la política de precios de sustentación adoptada por el presente Gobierno. En 1988 se presentó una grave crisis arrocera y los precios pasaron de 98 a 170 pesos por kilo. Pero desde esa época hasta enero de este año el producto no subió de precio, gracias al énfasis que se le dio al llamado Plan de Oferta Selectiva, que fijó precios de sustentación remunerativos para productos de la importancia del arroz en la canasta familiar. La actual administración, sin embargo, cambió la política y, con índices de inflación de más del 30 por ciento, decidió incrementar los precios de sustentación para los productos agropecuarios en promedios inferiores al 10 por ciento. En el caso del arroz el aumento fue tan sólo del 6.4 por ciento. Y eso desestimuló la producción. Tanto que, según los mismos analistas, no tendría nada de raro que a mediados del presente año se repitiera lo que pasó en 1988.

Con el ingrediente adicional de que el arroz no es el único producto que está pasando esa situación. En efecto, la escasez de productos como el maíz y el sorgo es tal que ya se autorizaron licencias de importación del Ecuador y el Idema acaba de comprar 30 mil toneladas de trigo forrajero - sustituto del sorgo en alimentos concentrados.

Si se repite la situación del año 1988, las importaciones de arroz serían también inevitables. Pero en ese caso lo que le esperaría al país, dado el panorama internacional, sería francamente alarmante. Si tuviera que importarse arroz de Tailandia o de los Estados Unidos, el precio al cual se podría conseguir hoy por hoy se situaría entre 340 y 390 dólares por tonelada puesto en puerto colombiano, sin descargar. El descargue cuesta otros 34 dólares por tonelada y el flete al interior otros 20 dólares por tonelada. Si a esto se le agrega el arancel recientemente fijado a niveles del 50 por ciento, habría que sumarle entre 170 y 195 dólares por tonelada, según el caso.

En últimas, lo que todo lo anterior quiere decir es que a nivel de consumidor, sin contar el margen de comercialización de Corabastos y los costos financieros de importación, el arroz podría terminar costando entre 350 y 395 pesos por kilo. En tales condiciones, de poco serviría el proceso de apertura económica, que se ha presentado como un mecanismo regulador de precios, además de ser un instrumento global para impulsar el desarrollo del país.

Y eso que el mercado internacional de cereales es un mercado altamente subsidiado. Al punto que la piedra en el camino de las negociaciones del GATT fueron precisamente las subvenciones que otorgan a dichos productos países industrializados como Estados Unidos, los de la Comunidad Económica Europea, Australia y Canadá.

Por el momento, entonces, no hay nada solucionado. Al contrario, las perspectivas son bastante desalentadoras. Y dado el peso del arroz en la canasta familiar, quien más debe estar sufriendo con la situación es el ministro de Hacienda, Rudolf Hommes. Con los precios del arroz disparados se alejaría todavía más la meta del 22 por ciento. Para su tranquilidad y para bien del país, ojalá que al Idema le alcance para controlar la escalada del arroz y que la cosecha del cereal no sea tan corta como la pintan los especialistas.-