Home

Economía

Artículo

Los líderes europeos están desesperados en su intento por reconducir la situación. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, lideran las operaciones. | Foto: AP/Jean-Paul Pelissier

CRISIS

Una cumbre para salvar el euro

La cumbre que celebra la Unión Europea este jueves y viernes vuelve a ser un monográfico sobre cómo "salvar el euro".

Alianza BBC
8 de diciembre de 2011

Esta vez, ha sido etiquetada como la más crucial de la historia del bloque. De salvarse o morir para la eurozona, dicen los expertos.

Algo parecido a lo que pasó con la anterior, y la anterior a esa. Por eso cabe preguntarse ¿por qué es esta la "más definitiva"?

El problema es que el tiempo se les acaba, sobre todo a Italia, que en 2012 tiene que hacer frente al vencimiento de más de US$480.000 millones de deuda.

Si se da por fracasada la cumbre, se volverían a disparar los intereses que paga Roma y también Madrid por la emisión de deuda, de nuevo por encima del 7% a diez años, nivel insostenible.

Y si España e Italia no pueden financiarse en los mercados, no hay recursos para rescatarlas. Son la tercera y cuarta economía de la zona euro.

Los líderes europeos están desesperados en su intento por reconducir la situación. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, lideran las operaciones.

La solución "Merkozy" es una reforma del Tratado de Lisboa -lo más parecido a una Constitución que hay en la UE- para endurecer la obligatoriedad de la disciplina presupuestaria, al menos en la eurozona. Por otra parte, quieren avanzar hacia la armonización fiscal.

Y ya han dejado claro que si no se ponen de acuerdo los 27 miembros, se hará para los 17 de la eurozona, que comparten la moneda común.

Además, crece la presión internacional. EE.UU. ha llamado a los europeos a poner la casa en orden mientras las agencias de calificación de riesgos amenazan con bajar la nota de 15 miembros de la eurozona, entre ellos Alemania y Francia.

¿Una cumbre más?
 
Desde la crisis financiera de 2008 y los posteriores problemas en las cuentas públicas de algunos países de la eurozona, ha habido varias cumbres europeas. Todas fueron tomadas por cruciales y los acuerdos alcanzados fueron publicitados como la solución más o menos definitiva.

Sin ir más lejos, el pasado 27 de octubre, tras más de diez horas de reunión, la canciller Merkel y el presidente Sarkozy anunciaron un conjunto de medidas con las que pretendían salvar el euro.

Pero la crisis no ha hecho más que empeorar.

En el camino se cobró las cabezas de Silvio Berlusconi y Yorgos Papandreu, primeros ministros de Italia y Grecia.

Ahora lo que parece estar en cuestión no es sólo la recuperación de la economía sino la viabilidad del euro, una moneda sin Estado para Estados que no tienen control sobre ella.

Después de que Grecia, Irlanda y Portugal tuvieran que acudir a préstamos de la UE y el FMI, los intereses que vienen pagando España e Italia han sobrepasado el límite de lo sostenible a medio plazo en varias ocasiones.

El problema, y lo que hace de esta ocasión crucial, es que no ha suficiente dinero en las arcas europeas para acudir al rescate de las más grandes economías de la eurozona tras Alemania y Francia.

Además, para muchos, es difícil pensar en la supervivencia de la Unión Europea si se produce un colapso desordenado de la divisa.

La solución "Merkozy"
 
La constante presencia en los medios de Merkel y Sarkozy al frente de las operaciones frente a la crisis ha hecho que incluso se juegue con eso de "Merkozy".

Lo cierto es que la mayoría de las reuniones no han hecho más que llevar a efecto las posiciones de Merkel, que considera que la salida a la crisis está en el endurecimiento de la disciplina presupuestaria en los miembros de la unión, al estilo alemán.

Para ello, la jefa del gobierno alemán quiere modificar el Tratado de Lisboa y que sus socios estén legalmente obligados a mantener sus niveles de endeudamiento bajo control.

Y Sarkozy se ha mostrado de acuerdo, aunque todavía no están cerrados los detalles.

¿Se puede hacer lo suficientemente rápido?
 
La negociación va a ser dura porque se trata de ceder una parte esencial de la soberanía estatal a Bruselas.

De hecho, suscribir el Tratado de Lisboa llevó a los miembros de la UE más de una década. En esos años, incluso tuvieron que tirar a la papelera la que pretendía ser la Constitución Europea.

El tratado buscaba acelerar el proceso de toma de decisiones en el bloque, ampliado a 27 miembros.

La reforma que busca Merkel es endurecer los términos de las sanciones para quienes no cumplan con los parámetros de disciplina presupuestaria exigidos y encargar a un órgano europeo su vigilancia.

Expertos juristas de Bruselas aseguran que no requeriría la ratificación de cada uno de los 27 miembros, con lo que en unos pocos meses podría estar en marcha. Según Sarkozy, incluso antes de marzo.

Para ello, habría que evitar que Irlanda y Dinamarca se vean obligados a llevarlo a referéndum, lo que en el pasado han supuesto mayores obstáculos en las reformas. Que no haya tales consultas sólo sería posible limitando mucho el alcance de la reforma.

Otra alternativa es la planteada por el presidente del Consejo de Europa, el belga Herman van Roumpy, que asegura que hay una vía rápida para endurecer las normas fiscales europeas usando el protocolo de enmiendas del Tratado de Lisboa, que no requiere ratificación parlamentaria o referéndums.

¿A vueltas con el Banco Central Europeo?
 
Muchos políticos y analistas piden que el Banco Central Europeo comience a actuar como banco central y compre deuda soberana de los países con problemas. Eso proveería liquidez y difuminaría el riesgo de bancarrota en Italia y España.

El problema es la configuración del BCE en el Tratado de Lisboa, que no está pensado como un prestamista de última instancia ni dispone de una partida de fondos de rescate.

Para que el órgano comience a funcionar como un banco central más ortodoxo, como la Reserva Federal en EE.UU. o el Banco de Inglaterra, habría que modificar el tratado.

Otro impedimento está en la aversión de Alemania a la tensión inflacionaria que se supone derivaría de la compra masiva de bonos de deuda. Tampoco Merkel es partidaria de unos hipotéticos "eurobonos", deuda pública emitida con el aval de todos los países de la unión, algo que para algunos expertos sería el lugar natural en el que desembocaría la flexibilización del BCE.

¿Europa de dos velocidades?
 
Otro riesgo –o solución, según desde dónde se mire– es que la eurozona se divida. Sarkozy ya ha hablado abiertamente de la Europa de las dos velocidades, aunque en referencia a nuevas incorporaciones.

Pero la apuesta "Merkozy" va más allá y plantea que si resulta imposible que los 27 estén de acuerdo en la reforma, ésta se podría aplicar sólo a los 17 de la eurozona.

Y la aceleración de la integración de los países que comparten el euro haría inevitable aumentar la distancia con los que están dentro de la UE pero no comparten la moneda única.

¿Cómo saber si fracasa la cumbre? La apertura de los mercados el próximo lunes será la vara de medir de los acuerdos adoptados.

Los países de la eurozona seguirán con mucha atención los mercados de deuda soberana. Sobre todo España e Italia querrán ver si los bonos a diez años regresan a la temida barrera del 7%.
 
El borrador

- Cada miembro de la Eurozona podrá tener un déficit del 3% del PIB.
 
- La deuda pública deberá ser mantenida por debajo del 60%.
 
- La disciplina presupuestaria será establecida en la legislación estatal.
 
- El fondo de rescate de la Eurozona tendrá una licencia bancaria para obtener préstamos directamente del BCE.
 
- La Comisión Europea tendrá el poder de imponer medidas de austeridad en los países que requieran fondos de rescate.