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¿UNA MUERTE ANUNCIADA?

A pesar de la privatización, Conastil no ha podido soportar su enorme carga laboral y está a punto de cerrar sus puertas.

4 de abril de 1994

EN 1989, LA COMPAÑIA COlombiana de Astilleros (Conastil) se declaró en concordato preventivo, con el fin de evitar la quiebra y eludir embargos por parte de sus numerosos acreedores. En ese momento la situación financiera de la empresa -que había sido creada en 1969- era prácticamente insostenible. Desde su creación, Conastil había tenido ventas limitadas debido a su baja capacidad instalada y a la dura competencia de otros astilleros ubicados en el área del Caribe.
El concordato permitió que la entidad siguiera funcionando, pero no fue suficiente para aliviar su situación, cuyos balances siguieron arrojando cifras en rojo hasta tal punto que las pérdidas acumuladas de 1988 a 1991 superaron los 7.000 millones de pesos. Se pensó, entonces, en otra fórmula salvadora: la privatización de la compañía. Y se abrió una oferta pública en la cual resultó ganadora la firma constructora Schrader Camargo, de Bogotá, que adquirió el 80 por ciento del astillero. El otro 20 por ciento quedó en manos de la Armada Nacional.
Los nuevos accionistas efectuaron una capitalización de 400 millones de pesos y avalaron un préstamo por otros 450 millones. Las necesidades de la empresa, sin embargo, eran mucho mayores y se pensó en un nuevo incremento de capital, mediante la vinculación de inversionistas extranjeros. Pero todos los esfuerzos que se hicieron en ese sentido resultaron infructuosos, y para 1993 la situación de Conastil se agravó todavía más, y sólo en ese año el astillero arrojó pérdidas por un valor superior a los 2.360 millones de pesos.
Según los directivos de la entidad, al comenzar 1994 los pasivos corrientes del astillero ascendían a 4.500 millones de pesos y los activos corrientes apenas alcanzaban los 1.500 millones, lo que quiere decir que el capital de trabajo era negativo en 3.000 millones de pesos. Por eso -y antes de que las crecientes pérdidas absorbieran también los activos fijos y fuera imposible responder por las obligaciones de la empresa- decidieron solicitar al Ministerio de Trabajo autorización para despedir a los trabajadores y convocar a un concordato liquidatorio de la compañía. Eso tiene virtualmente paralizada la empresa desde el pasado 14 de febrero.

LAS CAUSAS
Cuatro fueron, según las directivas de Conastil, las razones que llevaron al deterioro financiero de la compañía y que obligaron a pedir el despido colectivo de los trabajadores: 1) Las limitaciones en la capacidad instalada del astillero y su atraso tecnológico; 2) La mayor competitividad y los mejores precios ofrecidos por otros astilleros ubicados en la región del Caribe; 3) El pago de intereses asociado con el monto de los pasivos financieros de la entidad, que superan en la actualidad los 6.500 millones de pesos, y 4) Los altísimos costos laborales causados por la actual convención colectiva de trabajo.
Las primeras explican la debilidad estructural de la empresa. Pero esta debilidad -de acuerdo con los documentos entregados por Conastil al Ministerio de Trabajo- habría podido ser superada de no haber sido por el grave problema de los costos laborales. Pese a que el año pasado la ocupación de los astilleros fue del 70 por ciento -una de las más altas de los últimos años-, las pérdidas siguieron aumentando. Y eso se debió, en gran medida, a que, conforme a los balances de la compañía, "los gastos laborales representaron el 73 por ciento de los ingresos totales".
Los actuales dueños de Conastil heredaron un sindicato y una convención colectiva que -como sucede con muchas empresas del Estado, que no tienen doliente- concede privilegios exagerados a los trabajadores. Por convención, por ejemplo, la compañía debía mantener a todos sus empleados, aunque no hubiera ocupación para ellos. Y dado que "tal como sucede en cualquier establecimiento de reparaciones, no siempre se encuentra copada la capacidad instalada. Y en gran parte de los últimos dos años un alto porcentaje de trabajadores estuvo devengando salario sin realizar ningún tipo de labor o trabajo".
Para tratar de superar esa situación, el 16 de julio del año pasado se firmó un acuerdo entre Conastil y el sindicato para impulsar un plan de retiro voluntario que permitiera disminuir la nómina de la empresa -del orden de los 390 trabajadores- por lo menos a la mitad. A comienzos de 1994, sin embargo, y por intransigencia del sindicato -según las directivas- el acuerdo se vino abajo y a los socios no les quedó camino distinto de solicitar la liquidación de todo el personal. Ahora todos están pendientes del pronunciamiento del Ministerio de Trabajo. Pero lo cierto es que, independientemente del mismo, la de Conastil era una muerte anunciada.-