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UNA PAUSA PARA EL CAFE

La interrumpida negociación del nuevo precio interno del café se debate entre la salud de las finanzas del Fondo Nacional del Café y el empobrecimiento de los cultivadores del grano.

9 de septiembre de 1996

La reunión del martes pasado del Comité Nacional de Cafeteros para definir el nuevo precio interno del grano causó sorpresa por su brevedad. Las conversaciones, que generalmente se prolongan hasta la madrugada, apenas duraron una hora. Al cabo de ese tiempo el ministro de Hacienda José Antonio Ocampo y los miembros del gremio decidieron levantar la sesión, no porque hubiesen logrado un acuerdo sino porque la posibilidad de alcanzar un consenso estaba bastante lejana. Aunque el gobierno y el gremio coinciden en la necesidad de hacer un reajuste a la cotización actual de 201.500 pesos por saco de 60 kilos, hay grandes diferencias sobre cuál debe ser su magnitud.La radicalización de las posiciones obedece a la aguda crisis por la cual atraviesa la industria cafetera. Luego del rompimiento del Pacto Cafetero, en 1989, las cotizaciones externas del grano han sufrido un serio deterioro. A la difícil situación internacional se suma la revaluación del peso colombiano, que ha encarecido el café producido en el país y disminuido los ingresos reales de los caficultores. El gremio calcula que en los últimos tres años las pérdidas por este fenómeno ascienden a 1.700 millones de dólares.En este contexto, los voceros de los cultivadores en el Comité Nacional de Cafeteros aspiran a darle al productor un precio que por lo menos asegure una mediana rentabilidad. Según ellos, los caficultores están trabajando a pérdida y "de seguir así, quedarán totalmente arruinados y no habrá café para cumplir con los compromisos internacionales", vaticina el presidente del Comité Nacional de Cafeteros, Diego Arango. Sin embargo el dirigente reconoce que el Fondo Nacional del Café está atravesando por una difícil situación, por lo que asegura que su interés es lograr un acuerdo que no ponga en peligro el futuro del Fondo y que le asegure un mañana a los cultivadores.La fórmula propuesta para conseguirlo es que el incremento del precio interno sea financiado con endeudamiento de corto plazo, pues Arango estima que en el futuro próximo las cosas van a mejorar: los planes de retención de los países productores harán reaccionar el precio internacional y la cosecha de 1997 será sensiblemente inferior a la actual.Las cuentas que hace el gobierno son menos optimistas. Gracias a los factores climáticos en los países productores la cosecha del próximo año será particularmente alta _100 millones de sacos_, por lo cual el precio del café colombiano descenderá a niveles que oscilarán alrededor de 1,15 dólares por libra (ver gráfico).En este orden de ideas el margen de maniobra del Fondo Nacional del Café es bien limitado y por ello el Ejecutivo estaría buscando un reajuste que no supere el 10 por ciento. Un incremento superior podría quebrar al Fondo, pues por cada mil pesos que se suba el precio interno el déficit de éste aumentará en 7.500 millones de pesos (ver cuadro). Y, según estimativos oficiales, el máximo desequilibrio que puede soportar el Fondo y financiar con deuda son 50.000 millones de pesos. A pesar de estas diferencias el gobierno aspira a armonizar las dos posturas una vez tenga mayores elementos de juicio. Así lo señaló el Ministro de Hacienda a su salida del Comité: "Debemos esperar un poco más para tener más claridad sobre parámetros básicos que permitan tomar esta decisión dentro de la responsabilidad que ha caracterizado al Comité Nacional". El actual debate del precio interno del grano tiene como telón de fondo la necesidad de que Colombia reduzca su área cultivada de café y que disminuya de forma sustancial sus costos de producción. Sólo de esta manera el grano colombiano podría mantenerse en un mercado internacional más difícil y restringido que el de la época dorada de los años 70. Claro que en momentos en que los cultivadores independientes _reunidos en la Unidad Cafetera_ han llamado a un paro para el próximo 21 de agosto, un cambio de esas proporciones es especialmente complicado de plantear. Más allá de las presiones políticas, los observadores esperan que el arreglo que se logre no comprometa el futuro de las finanzas del Fondo Nacional del Café porque es mejor aguantar un poco de hambre hoy que no tener nada que comer mañana.